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|| nosotros y cía ||

Adiós, cultura del esfuerzo, adiós

¡Uy! Qué mal vamos.

Hay que ver cómo empeoró nuestra salud psicológica. No lo digo yo, lo aseveran todos los estudios que sobre esta cuestión se están publicando, que no son pocos, y que achacan ese empeoramiento de nuestra situación mental con la pandemia de la covid.

Y sí, estoy de acuerdo con las tesis que afirman que los confinamientos, el miedo al contagio y a la enfermedad, y la incertidumbre sobre la evolución de la infección son en buena parte culpables de ese malestar del alma.

Pero a mí, personalmente, me preocupan más otras cuestiones. A lo largo de la semana me eché las manos a la cabeza en varias ocasiones. La primera fue con la información sobre el ingente y abusivo consumo de alcohol entre los adolescentes españoles.

La segunda, al redactar el estudio de Unicef sobre el impacto de las nuevas tecnologías entre los estudiantes de la ESO. Y la verdad, ni las borracheras de niños y niñas ni la exposición en las redes sociales de los más pequeños tendrán solución mientras los padres no se involucren como deberían hacerlo en la educación de sus hijos.

A nosotros, los progenitores, al fin y al cabo, nadie nos dio un carné que acreditara nuestra valía como educadores y formadores de nuestros vástagos. Así que la mayoría, con más o menos voluntad y mayor o menor acierto, intenta situar a sus hijos en la senda adecuada para convertirlos en personas dignas y de provecho para el futuro.

Pero lo que no es de recibo es que el Gobierno ponga en práctica con nuestros escolares y estudiantes el café para todos que aplica como norma general en toda su política.

Un café educativo descafeinado que va a dar al traste con la cultura del esfuerzo, los objetivos y las metas que hay que aprender a marcarse y asimilar desde la más tierna infancia.

La educación no consiste en explotar a nuestros infantes y adolescentes con innumerables horas de clase, con deberes inasumibles o métodos coercitivos y castigos físicos, como sufrimos muchos de nosotros hace ya muchas décadas, pero no tantas como para olvidarlo.

Pero de eso a eliminar los límites para pasar de curso, como quiere el Ejecutivo de coalición y progresista, va un tramo ciertamente inasumible.

El Decreto aprobado en el Consejo de Ministros del pasado martes deja en manos de los equipos docentes la decisión colegiada de permitir la promoción de curso en Primaria y ESO independientemente de los aprobados o suspensos, y la repetición de un curso será una medida absolutamente excepcional, tras haber agotado las medidas ordinarias de refuerzo y apoyo.

Vaya, que por mucho que se obligue a los estudiantes a someterse a exámenes ya no existirá ese objetivo mensurable y constatable del famoso cinco o aprobado con el que llegar a la meta exigida.

¿Qué más dará estudiar o no para una prueba si no me apetece?, ¿por qué no dejar de trabajar en una o dos asignaturas que no me gustan o me resultan muy difíciles si sin la calificación adecuada voy a pasar de curso de la misma manera si en el resto lo hago aceptablemente?

Sinceramente, creo que así no vamos a ir a ninguna parte, ya que la cultura del esfuerzo no es ningún castigo, ni humillación, ni sobreesfuerzo, ni mediatización o deformación de la personalidad de ningún escolar.

La cultura de esfuerzo, los límites que hay que superar, los objetivos para alcanzar son parte de la formación y la educación para poder afrontar en condiciones aceptables los retos que la vida nos acaba imponiendo y salvar los inconvenientes y problemas que se nos presentarán en nuestra existencia social y profesional.

Claro que no me gustaban los exámenes, que algunas materias me resultaban más complicadas que otras, que prefería no tener deberes, que sufrí lo indecible en una ocasión que tuve que repetir.

Pero defiendo que sin la obligatoriedad de tener que superar aquellas notas, evaluaciones, materias y exámenes, podría no haberme esforzado lo suficiente y hoy en día carecer de muchos conocimientos que me resultaron y resultan fundamentales no solo para mi vida laboral, sino también personal y social.

Por supuesto que quiero que todos los niños y niñas puedan ser promocionados. Y sobre todo lo que más deseo es que nuestro Gobierno ponga el mayor esfuerzo posible en ofrecer todas aquellas herramientas y ayudas necesarias a todos aquellos que puedan tener dificultades para superar su formación.

Eso sí, con trabajo, con dedicación, con ganas, con interés y, sí, con diversión, porque la educación también puede ser divertida, interesante, apasionante y, hasta si me lo permiten, emocionante.

Pedagogía de verdad, didáctica y docencia.

¿Tan difícil es?

|| las claves una a una ||

1 ¡Danger!, ¡Achtung! ¿Recuerdan estos dos vocablos en inglés y alemán que significan peligro y atención y que aparecían en carteles de advertencia en las viñetas de los tebeos? Pues algo así deben de estar gritando en el PSOE ante el ascenso de dos puntos que da el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) a Unidas Podemos en su último barómetro.

2 Efecto Yolanda Por supuesto que el subidón hay que argumentarlo en el gran protagonismo que adquirió la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, un auténtico quebradero de cabeza para el presidente, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera, la también gallega Nadia Calviño.

3 ¡Qué viene el lobo! De cara a la galería, desde las filas socialistas se le resta importancia al crecimiento de la formación morada, y aseguran que su base es muy sólida y están convencidos de que volverán a ganar la próxima convocatoria de elecciones generales.

4 Demasiado optimismo. Sin embargo, me parece que su optimismo es excesivo, sobre todo sabiendo que sigue al frente del CIS José Félix Tezanos, el gran bruñidor de las expectativas electorales socialistas y enorme azote popular.

5 ¡Cuidado! No sé, yo que Sánchez me lo haría mirar y prestaría más atención a la popularidad de Yolanda Díaz.

|| Lo mejor ||

¡Qué bueno! Fue increíble volver a celebrar una gala de los Gallegos del Año tras el obligado parón de la pandemia de la covid. Homenajes bien merecidos, premiados con unos merecimientos inimaginables, público y autoridades entregados. ¡Qué más se puede pedir! Nada, porque en esta ocasión hasta los que no tenemos que ser protagonistas, los periodistas de esta casa, fuimos reconocidos por nuestra labor y esfuerzo. Saben qué: vanidad y agua bendita, cada uno la que necesita.

|| Lo peor ||

lamentable espectáculo Si las cosas están como están en el Gobierno de coalición, ya no les digo el esperpento que se está viviendo en el Partido Popular. Por un lado el enfrentamiento negado pero real entre Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida. Por otro, la guerra abierta tras la publicación del libro de Cayetana Álvarez de Toledo, en el que se expresa sin pelos en la lengua y no deja títere con cabeza. No faltan voces que le piden su acta de diputada.

|| La foto de la semana ||
¡Háblame del mar marinero...!

También ustedes se dieron cuenta de lo marinero que estoy últimamente. Pero dígamne, ¿hay algo más bonito que el mar, que el azul brillante que se refleja en un espectacular día de sol, o el verde profundo que se imagina en una tempestad, o ese gris profundo que refleja un cielo púmbleo que anuncia la tempestad que está por llegar. Esta imagen la tomé la pasada semana en el paseo marítimo de Noia en una mañana como pocas se dan en pleno noviembre, y en la que pude disfrutar con mis prismáticos de los cormoranes, alguna garza, correlimos y gaviotas patiamarillas y reidoras. Se lo garantizo, una auténtica panacea para el cuerpo, el alma y todos los sentidos.

21 nov 2021 / 00:01
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