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Albiol

Desde los comienzos de la civilización, el ser humano ha ido evolucionando de una manera pasmosamente lenta. Generalmente, en unas condiciones que daban a entender rápidamente que el camino no iba a ser nada fácil. Y, lo que es más engorroso: que las posibilidades de cómo crecer eran prácticamente infinitas. Bastaba con tomar una senda en una dirección concreta para comprobar enseguida que las amenazas se habían multiplicado. También, que nadie solía estar de acuerdo con ningún otro semoviente, con la particularidad de que el otro estaba dispuesto, a veces con métodos francamente desagradables, que solían degenerar en luchas cada vez más encarnizadas, llevadas a cabo con métodos generalmente drásticos, a alzarse con su peculiar razón. Cualquiera de ustedes puede pensar con todo esto que me estoy refiriendo sólo al pasado más remoto. Lo cierto es que estoy pensando, precisamente, en la actualidad más puntual. Porque cualquiera puede llegar fácilmente a la conclusión de que los problemas de hoy coinciden en su mayor parte con los de un neandertal, o un habitante de la Roma Imperial o un sesudo pensador del Romanticismo, por ejemplo. Y los intereses de los particulares han divergido siempre de manera categórica, haciendo que su colectivo, o la sociedad en la que vive, vaya distinguiéndose y dispersándose cada vez más...

SUELTA, SALTA, CONFÍA... La obra de una influencer de nuestros días se ha caracterizado por algo muy sutil, y por otra parte, muy de agradecer. Algo tan útil como su capacidad de reinvención. Ella es Ana Albiol, y ahora mismo ha editado en Espasa algo llamado A muerte con la V.I.D.A. Ella resucita aquellos viejos planteamientos que nos ofrecía, sin ir más lejos, nuestro querido Isaac Díaz Pardo sobre el enfrentamiento entre necesidad y satisfacción. El caso de Ana es muy ilustrativo. En el momento más álgido del ejercicio de su profesión (era una profesional de alto standing del maquillaje), un golpe certero en su existencia le da a entender que ahí puede haber un futuro brillante, desde luego. Pero su nivel de satisfacción se ha reducido a niveles mínimos. Y decide explorar la vida de la forma más radical: largándose, cambiando, abandonándolo todo, haciendo un esfuerzo ímprobo por gozar de nuevas cosas. “Ansiaba sentirme libre, cambiar y descubrir mis propias respuestas. Para conseguirlo he soltado, saltado y confiado para encontrar la libertad que soñé y seguiré haciéndolo. Cambiaré de vida tantas veces como sea necesario para seguir siendo libre y vivir la V.I.D.A. a muerte...” nos dice. Esta es su historia. O su resumen. Un ejemplo de esa divergencia del pensamiento de que hablábamos...

15 ago 2022 / 01:00
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