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Alfredo Conde: dos lenguas y una historia

El último libro del escritor es como una de esas dulces tardes en Galicia en la que se aprecia el olor de la lluvia y del sol, ya que está escrito en dos lenguas que se complementan para dar sentido a una brillante obra literaria. Casi 250 páginas invadidas de increíbles reflexiones del propio Conde sobre grandes interrogantes que nadie le formuló. También se muestran críticas acerca de los agentes literarios que dan más relevancia a los intereses económicos que a la buena literatura. Incluso, aportan más poder y valía a la lengua que se usa, que al propio mensaje que se pretende transmitir. Enredado en estos pensamientos, asume una visión realista y deja la huella en el paladar de los lectores.

“Este es un libro de recuerdos y todos sabemos que estos van y vienen a su antojo”, una de las citas de las primeras hojas, en la que se refleja a la perfección el estilo característico del autor y la libertad con la que escribe. Su andadura por la oscuridad oculta de la cultura, le permite exponer las palabras en un tono mordaz, rozando lo irónico.

“Nuestra sociedad cultural, nuestra sociedad literaria gallega es, más o menos, como la de todas. Pero también tenemos nuestra propia moral, que es distinta a la de otras”, se reafirma en sus creencias acerca del patrimonio gallego. Reivindica, además, que cada lugar tiene su personalidad y sus trazos fijos.

“Madrid era una parte de España, una parte capital, sí, pero una parte. El resto también lo era”, en la introducción ya se puede denotar el amor que siente por su tierra natal y la ideología de nacionalismo gallego que defiende con vehemencia mediante fuertes expresiones y duras críticas contra las únicas regiones españolas que se consideran, asimismo, de este país. En este caso, Madrid.

Nació en Allariz (Ourense) en 1945, en el seno de una familia galleguista. Licenciado en Náutica en La Coruña y en Filosofía y Letras en Santiago de Compostela. Es doctor de letras por La Trobe University of Melbourne (Australia) y Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. Su trayectoria profesional se ha ido alimentado a lo largo del tiempo de diversos oficios: librero, profesor, dibujante, marino y político, entre otras cosas. Fue diputado en el Parlamento autonómico como independiente en el grupo del PSdeG (1981-1993) y conselleiro de Cultura con Fernando González Laxe (1987-1990). Ejerció el cargo de primer presidente del PEN Club de Galicia (1990-1991). Hoy en día es uno de los escritores más conocidos en el panorama internacional de las letras gallegas modernas. Ha catado la literatura en todos sus géneros: la novela, el relato y la poesía. En el año 1986 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura por la publicación Griffón no vento. Cuatro años después recibiría el premio Grinzane Cavour por la misma obra tras ser considerada como mejor novela extranjera editada ese mismo año en Italia. En 1991, el Premio Nadal también le sería otorgado. Además, el Premio de la Crítica Española, el Premio de la Crítica Gallega, I Premio de relato histórico Emilia Pardo Bazán y el Premio Ateneo de Valladolid son algunos de los tantos que endulzan su amplio camino por los sistemas literarios gallego y español. Su tránsito en el ámbito periodístico se traduce en más de quince mil artículos. Las dos últimas obras son Hombres de hierro y A propósito de Fraga.

El éxito de Alfredo Conde deriva de la constancia y de la competitividad propia: “Yo soy competitivo conmigo mismo. Me limito a eso, libro tras libro, a hacerlo cada vez menos mal”. Y desde luego, se ha superado.

25 jun 2022 / 01:00
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