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Arroyo

Aún hoy no me explico por qué hay países que han caído en el olvido, sobre todo si los contemplamos desde el punto de vista de la creación, sea en el terreno de las artes plásticas, o en el amplio laberinto musical, o en ese enjambre tan curioso que viene siendo la literatura. Por razones que no vienen al caso, y que serían muy difíciles de explicar, me viene a la memoria el caso de Cuba. Depende de a quién preguntes, habrá alguno que te diga que, a nivel práctico, no existe. Otros, al pensar en ese paraíso caribeño donde algún día estuvo a punto de materializarse la utopía comunista, pensará, seguro, y antes que en cualquier otra cosa, en la marcha que se dan sus habitantes a la hora de pasárselo bien, y lo asociarán a cosas como el Son. Bueno, y al Changüí, y a la Guaracha, y al Danzón, y exhumarán el glorioso e inmortal Cha-Cha-Cha, el Bolero (que sí: un tal Pepe Sánchez tiene fama de haber sido el inventor), la Rumba o el Guaguancó. Pero si hablas con quien ha seguido más o menos de cerca su historia, te hablará de cosas realmente serias. Como la aportación que hizo Leo Brower a la música clásica de los siglos XX y XXI, la singularidad de la obra del inmenso poeta José Lezama Lima, la revolución social de José Martí, o los laureles populares que le quedan aún por recibir a uno de los mejores narradores de todos los tiempos, Alejo Carpentier, bendito sea...

un habanerO...

El estado de la creación en Cuba está, hoy, en un período de renacimiento. Una efervescencia contrastada y palpable, con múltiples caras y modos de expresión. Les contaré mis hallazgos. Cuba, hoy, es la periodista y escritora Daína Chaviano, por ejemplo. Y lo es el superdotado pintor David Planas. Y el sonero Sergio Salabarría. Y el pianista Alejandro Vargas... Y el último must (para mí) ha sido un escritor que parece haber sido tocado por la misma gracia que acarició a monstruos como William Burroughs o Arthur Rimbaud. Sólo que, lógicamente, adaptado a nuestros tiempos. Se llama Antonio Arroyo, y la Editorial Guantanamera le acaba de publicar Bendita Habana... Este compay genial es dramaturgo, actor, filólogo y, ¡ojo!, voz carismática y bautismal de la radionovela cubana. La novela, ¡ay, señores!, es estrictamente indescriptible. Una trama que pega un salto del XIX hasta hoy, donde se cuentan las luchas titánicas contra el racismo y la corrupción, donde tiene lugar escenas de sexo explícito que avergonzarían a Tracy Lords, pero, sobre todo, donde se rompen todas las reglas para crear algo con aroma a nuevo, a refrescante, incluso a necesario. ¿Y qué es todo esto sino los síntomas de la maestría...? Felicidades, señor Arroyo...

Ars longa, vita brevis

Lou Marini en EL CORREO. A veces viene de perlas recordar a los ilustres que han pasado por nuestra redacción. Una de las grandes sorpresas de cualquier tiempo nos la llevamos hace diez años, cuando el rockabilly compostelano Lou Reyes, miembro, entre otros grupos, de Los Horizontes, nos trajo ni más ni menos que a Lou Marini, también conocido como Blue Marini, uno de los miembros fundacionales de los Blues Brothers y que, posteriormente, pasó a formar parte de los gloriosos Blood, Sweat & Tears. Simpático como él solo, estuvimos hablando con él a fondo en Radio Obradoiro. Nos lo pasamos de muerte...

31 ago 2020 / 00:15
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