Bieito Álvarez: 50 años no son nada
Cuando en los 80 sonaba el rock progresivo, el reggae y la música disco con exitosos temas de Pink Floyd, Camel, Bob Marley, Dylan, Bee Gees o Led Zeppelin, el pequeño Bieito Álvarez Carrero pasaba su infancia en la villa de Muros, que por aquel entonces tenía más de veinte mil habitantes y una flota pesquera que daba trabajo a mucha parte de la comarca marinera. Hoy, todo eso ha quedado en el recuerdo, comenta el artista con la nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Sin embargo, aquellos años sirvieron para despertar en él su gran pasión: la música.
Con audiciones continuas y llegando a pasar horas delante de su tocadiscos escuchando los mejores temas del momento, llegó hasta tal punto que comenzó a componer a la guitarra, y de manera autodidacta, piezas musicales en las que ya se apreciaba la influencia de sus grupos y solistas preferidos.
Su feliz vida en Muros se truncó cuando sus padres decidieron mudarse a Camposancos, en el concello de A Guarda, a más de 250 kilómetros de distancia, lo que por aquel entonces suponía un punto de no retorno al pueblo que lo vio nacer y donde había pasado su niñez.
De carácter afable y buena persona, pronto lo posicionaron como un líder entre sus nuevos amigos de juventud a pesar de ser un poco retraído (pero ya se sabe que menos es más). Después de tocar con varios artistas de forma ocasional, llegaron años de actividad más intensa en el grupo de verbena Belo Horizonte, donde comenzó a profesionalizar su trabajo de músico.
Sus inquietudes musicales y su deseo de aprender cada día más le llevaron a interesarse por otras tendencias y estilos en los años que pasó en el Seminario Permanente de Jazz, en Pontevedra, donde comenzó a dominar las claves del género a través de sus orígenes. Todo ello le dio un enriquecimiento a sus composiciones, que desembocó en la necesidad de prepararse más en las clases y workshops con Abe Rábade, Paco Charlín, Jonathan Kreinsberg, Perico Sanbeat, Miguel Zenón, Zé Eduardo, Víctor de Diego, Carlos Barretto, Filipe Melo, Bob Sands o Jaleel Shaw.
Lleva al lado de Lucía Martínez durante más de cuatro años creando un espacio músico-cultural en el que se combinan los sonidos en directo y la lectura de todo tipo de textos: poesía, prosa, teatro... En ella, la aportación musical se realiza en formato acústico (guitarra o contrabajo) creando un colchón sonoro, que acompaña el sentir de cada texto que se recita. El objetivo es dinamizar el ámbito cultural en la zona del Baixo Miño, siendo realizado una vez al mes en los locales de la comunidad de montes de Camposancos.
En su carrera, llegó incluso a formar parte del trío Os Meninos, grupo portugués en el que aportó su capacidad de poder tocar guitarra y contrabajo en las actuaciones.
BIEITO SOLO. Su experimentación en las nuevas tecnologías con pedales loopstation desembocó en el concepto BieitoSolo, en el que toda la responsabilidad a la hora de tocar guitarra, bajo, percusiones, sintetizador y voz recae sobre él mismo. Grabando frases y ritmos e interponiendo partes en vivo creaba una amalgama de sonido a modo de “hombre orquesta”. Y con la llegada de la pandemia, compartió momentos musicales inolvidables con su vecindario desde el balcón de su casa, con su guitarra y voz en directo.
Después de todo este bagaje musical y vital, y con más de 50 años, llega la gran decisión: abandonar el trabajo de treinta años en una marmolería para dedicarse de lleno a la música. Una decisión difícil a esa edad, pero con un importante respaldo familiar para poder, así, intentar dar rienda suelta a toda esa necesidad creativa.
Ahora, a pesar de este momento difícil también para la música, a principios de 2022, lanzará su primer disco, en un viaje a través de la música y la vida del compositor gallego: Bieito Álvarez Carrero. 50 años no son nada.