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La escritora sueca Camilla Läckberg vuelve a la actualidad con ’Alas de plata’

La archiconocida escritora sueca Camila Läckberg triunfa otra vez en España de la mano de Maeva. Alas de plata tiene, además, de suspense y final inesperado, un guiño a los lectores españoles.

“Una tiene que perderse para poder resurgir”. Es una frase de Faye cuando se encuentra en Roma. ¿Crees que, si no tocamos fondo, no nos damos cuenta de que nos tenemos que levantar de nuevo?

No creo que tengamos que tocar fondo para darnos cuenta de ciertas cosas, pero en ocasiones es necesario, sobre todo si nos intentamos ocultar algo a nosotros mismos o si no somos conscientes de la gravedad de una situación.

Cuando se sufre un tipo de abuso o de acoso (no hagamos spoilers) se pierde la confianza en una misma y nuestra autoestima. “Entre las muchas cosas que había reconquistado después de Jack se encontraba la confianza en sí misma.” Quizás nos haya pasado a todas, haber permitido que nos arrebataran nuestra identidad en algún momento de la vida. ¿Qué consejos le puedes dar a tus lectoras si se encuentran en una situación parecida?

Sé que es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero no dejes que nadie te haga olvidar quién eres. Presta atención a las señales de alerta de ciertos comportamientos y rodéate de buenos amigos que te respalden, te apoyen y te quieran.

En un párrafo escribes “La sociedad no había podido protegerla.” En tus novelas, tanto las de Los crímenes de Fjällbacka como en las de Faye, siempre hay una crítica y una denuncia social. ¿Cómo crees que la sociedad debería proteger a las mujeres en una situación de maltrato?

La sociedad y sus ciudadanos tienen la obligación de proteger a las mujeres cuando son víctimas de abuso. Debería ser mucho más sencillo denunciar los delitos, o mejor dicho, mucho más seguro hacerlo. Creo que muchas mujeres no denuncian los abusos que soportan porque los hombres pueden perseguirlas e incluso aumentar el nivel de abuso. ¡Hay que dar prioridad al apoyo y a la seguridad de las mujeres!

El entorno familiar y de amistad a veces es el que menos cree a la persona que ha sufrido cierto tipo de maltrato, de hecho, en la novela Faye dice: “Mamá no hizo nada. Sabía que esa era su única posibilidad, no hacer nada”. ¿Por qué no creemos a las personas que denuncian algo grave? ¿Por qué tantas veces hay que llegar al límite? Sobre todo, ¿en casos en los que el maltrato puede ser psicológico y no físico?

Creo que es habitual que la víctima justifique y racionalice el comportamiento del maltratador y que, además, asuma una parte de culpa y responsabilidad. Desgraciadamente, la víctima se siente avergonzada y quizás, por esa razón, no está dispuesta a hablar de ello. Además, si el hombre/maltratador parece una persona decente es todavía más difícil, porque entonces también entra en juego el miedo a que no te crean.

“Una persona puede convertirse en los muros de otra, su ira o su desprecio pueden ser grilletes que la tengan encadenada.” ¿Cuál es el límite o el momento clave (si es que lo hay) para que una mujer o una persona se dé cuenta de que se encuentra en una jaula?

Creo que esto depende de cada caso y de cada mujer. Quizás abres los ojos cuando te das cuenta de lo mucho que tanto tú como tu comportamiento han cambiado en torno a tu pareja, pero también en torno a tus amigos y familiares. Aunque creo que los cambios se producen de forma gradual y que, cuando estás sumida en una relación abusiva, es posible que tardes mucho más tiempo en percibirlos.

25 may 2021 / 18:06
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