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Camilo José Cela: un autor trending topic

    CAMILO JOSÉ CELA se pasó toda su vida buscando el éxito, pero un día le confesó a su mujer que se había olvidado de ser feliz. De pequeño recibió una educación autodidacta, ya que consideraba que las clases que le daba su profesor, el padre Cirilio, eran antipedagógicas. “Un día me preguntó cuánto eran seis por cuatro y yo le respondí “el Duero” creyendo que me encontraba en la clase de Geografía en vez de en Matemáticas”, afirmaba. De joven comenzó a estudiar Derecho y Medicina, pero prefirió asistir como oyente a las clases que Pedro Salinas daba en la facultad de Filosofía.

    Desde que tengo uso de razón, siempre he escuchado que el novelista era un hombre muy antipático y maleducado. Quizá esa opinión sea fruto de su semblante serio y su redicha forma de hablar, aunque a mi particularmente lo que más me fascinaba de su personalidad era la capacidad que tenía para ser sincero.

    En algunos casos, demasiado. Y es que al igual que otros novelistas como el gran Francisco Umbral o el milenarista Fernando Arrabal, Cela dejó grandes frases que fueron resultado del sincericidio que practicaba y de esa retranca gallega que le acompañó a lo largo de muchas entrevistas. Si a día de hoy el escritor tuviera Twitter, sería trending topic cada vez que abriera la boca. En definitiva, el gallego nació metido en líos y continuó así durante su carrera literaria.

    En 1994, el Nobel de literatura ganaba el Planeta con la obra La cruz de San Andrés. La sorpresa se la llevó Carmen Formoso, una escritora coruñesa que al pasear por su ciudad se paró delante del escaparate de la librería Arenas y decidió consultar la sinopsis de la novela de Cela. Era igual que la obra que ella había mandado a la editorial Planeta con el título Carmen, Carmela, Carmiña y de la cual nunca obtuvo respuesta. Formoso se querelló contra el padronés (que llegó a admitir a su bibliotecaria que se había equivocado) y la justicia le dio la razón en el 2010 pero el de Iria Flavia fallecía en 2002 en Madrid.

    Allá por el 1995, cuando se fundó la revista El Extramundi y los papeles de Iria Flavia, Cela recibía el Cervantes, uno de los galardones literarios más importantes de los países de lengua hispana. Y volvió a surgir la polémica porque años atrás mientras no conseguía ganarlo, el escritor afirmaba que el Cervantes estaba “lo suficientemente desprestigiado y cubierto de mierda” como para que le preocupase no sumarlo a su lista de logros.

    El ecuador de la década de los 90 también afectó a la sociedad española, que ajena a los líos de la literatura, vivía el proceso de recuperación económica del país como consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria y las tensiones del precio del petróleo originadas por la guerra del Golfo.

    Mientras Felipe González y Jose María Aznar se sumergían en una guerra televisiva para conseguir el voto de los españoles (y que finalmente ganaba el del Partido Popular en el 1996), los españoles disfrutaban viendo a Indurain ganar el Tour de Francia o bailando La Macarena. Además, las televisiones privadas como Antena 3 daban inicio al auge de la ficción con series como Farmacia de Guardia y TVE se convertía en la cadena más vista estrenando El Grand Prix.

    Sin embargo, la parte más oscura venía de la mano de la banda terrorista ETA cometiendo el atentado del Puente de Vallecas, donde hicieron explosionar un coche-bomba en el barrio madrileño causando seis víctimas mortales y numerosos heridos. Pero esa es otra historia.

    06 dic 2021 / 01:00
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