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Caño Roto, el alma de las rumbas, los gitanos y el flamenco

No se crean, pero esta semana me costó más de lo habitual encontrar un tema para mi página dominical.

Es que el Gobierno de coalición nos lo pone muy difícil a los periodistas, sobre todo a la hora de opinar o en mi caso elucubrar y fantasear. Porque cuando se busca, redacta o edita una información no hay mucho margen para mentir, acaso para personalizar ideológicamente noticias de carácter político, algo absolutamente natural.

Con lo que me gusta divagar, que se me vaya la pinza y la olla, dejar que las ideas corran como un torrente, arrasando con todo lo que encuentran a su paso. No sé si calificarlo de periodismo, de narrativa, literatura o desquicie, pero sepan que para mí ese ejercicio de creatividad, o lo que sea, es lo mejor de esta denostada y poco considerada profesión.

No me digan que no. Eso es así, nos ha perdido el respeto hasta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, es otro asunto y ya dejó claro hace mucho tiempo que únicamente le gusta la prensa cuando le dejan en buen lugar, sea esa opinión acorde con la verdad o no.

Menos mal que aún hay ministros como Margarita Robles, con los conocimientos, sensatez y sensibilidad suficientes para advertir a sus compañeros de Gabinete de lo peligroso e inadmisible que es coartar la libertad de expresión y la libertad de prensa, acciones más propias del franquismo que del siglo XXI.

Así que después de darle muchas vueltas al contenido que iba a exponerles, me decidí por el costumbrismo. Sí, me vengo acordando mucho últimamente de mi Caño Roto querido.

No, no es coña.

A muchos de ustedes ni les sonará. Esta zona forma parte de Carabanchel Bajo y en tiempos fue uno de los lugares, digamos, más complicados de Madrid.

Yo vivía a unas manzanas de allí, pero lo atravesaba todos los días para ir al colegio de Los Cármenes, centro en el que al inicio de la década de los 70 regía la ley de la selva.

No exagero ni un ápice, en esto ni el paso de casi 50 años ha nublado mis recuerdos.

Pues como les iba diciendo, mi memoria regresa a Caño Roto gracias a Los Gypsy Kings, un programa sobre familias gitanas enormemente divertido que emite Cuatro los viernes por la noche después del First Dates.

“¿Pero qué ve este hombre? Menudo gusto televisivo que se gasta el Orgaz”, se estarán preguntando muchos de ustedes ahora mismo.

Les respondo: Muy sencillo, mi objetivo televisivo no es otro que relajarme, echarme unas desestresantes risas y pasar un buen rato.

Y eso me lo da tanto el programa de citas a ciegas como el de las cuatro familias gitanas protagonistas de la noche de los viernes.

Ahí entran en juego los García Losada, una familia de artistas y vecinos de ese añorado Caño Roto que destilan arte por los cuatro costados.

Tienen tanto ritmo como aquellos gitanos a los que escuchaba tocar sus guitarras y las palmas, cantar con sus voces roncas y rasgadas mañanas y tardes, todas, cada vez que iba y venía del colegio.

Y seguro que entre ellos estaban Los Chorbos, que con sus rumbas y flamenco pusieron el Sonido Caño Roto en el panorama musical de los setenta con Las Grecas como precursoras y Los Chichos y Los Chunguitos como máximos exponentes.

Sí, era un barrio chungo, difícil, complicado, donde faltaba mucho de unas cosas y sobra demasiado de otras; donde el dolor y el sufrimiento iba por dentro, y la alegría y las ganas de vivir salían por los poros de los cuatro costados.

“Gitanitos y morenos son los ases del compás/ Y en la sangre de sus venas late un pulso ancestral./ Ahora viene este cantante, forastero del sabor,/ Que se mira en el espejo del sentir multicolor”.

Estos versos de la popular rumba de Gato Pérez explica a la perfección y en cuatro líneas, como quien dice, todo lo que les cuento.

¿Ven? Esta semana me libro de la censura del Ministerio de la Verdad, un proyecto que espero que quedó en un mal sueño, una peor pesadilla, pero que al despertar desaparece como por arte de magia.

Claro, que los populistas siempre pueden encontrar la vuelta para mediatizar, someter y censurar cualquier opinión. Aunque se hable de rumba, flamenco y gitanos.

|| las claves una a una ||

1 Vaya lío. La verdad, no sé si se llegarán a materializar los primeros presupuestos del Gobierno de Pedro Sánchez. De lo que sí que estoy seguro es de que los de Cristóbal Montoro no estaban tan mal, a la vista de la que se nos viene encima.

2 Subidas Y menos mal que iban a ser las cuentas más sociales de la historia de España. Por lo pronto, nos van a subir el diésel, aunque le pese a Inés Arrimadas; nos van a recortar las desgravaciones de los planes de pensiones, que al parecer son solo de ricos, y eso sí, a los que ganan una buena pasta les incrementan el IRPF.

3 Pactos Pero no se crean. Eso no es lo que más me preocupa. Lo que realmente me tiene en un brete es qué es lo que Pablo Iglesias ha prometido el amigo de los terroristas de ETA, Arnaldo Otegi, para que se sienta orgulloso de apoyar los Presupuestos Generales del Estado. ¿Y qué recibirá Gabriel Rufián para acordar con los socialistas? Lo que sí sé es que con esa gente por el medio muy poco tienen que ver conmigo las cuentas.

|| Lo mejor

seguridad vial. Mis más sinceras felicitaciones al Gobierno por el anuncio de la reforma de la Ley de Seguridad Vial. Ahora parece ser que se va a sancionar convenientemente el uso del móvil mientras se conduce. No es para menos, con la cantidad de despistes, accidentes y muertes que causa el atender al smartphone cuando se circula. Y recuerden, mucha prudencia en la carretera.

Lo peor ||

nagorno karabaj. Cada vez estoy más convencido de que nos gustan las guerras, nos gusta sufrir, que hemos nacido para batallar. Es la única manera en la que se explica que según acaba un conflicto bélico aparezca otro, o varios más. Menos mal que el de Nagorno Karabaj ha finalizado relativamente pronto, no sin su consabido coste de vidas. Y además, con un peligroso cierre en falso.

|| La foto de la semana ||
España gana por goleada a Estados Unidos en los recuentos de elecciones generales

¿Ven el lío de cables de la fotografía? Pues sirve perfectamente como símil de lo que está ocurriendo en los Estados Unidos tras las elecciones celebrada la pasada semana y que a día de hoy aún no han dilucidado con claridad el resultado final. Está claro que ganó Joe Biden y que Donald Trump es ya historia, por mucho que le pese y por muchas trabas que quiera poner al relevo que tendrá que dar al demócrata el próximo mes de enero. Pero lo que realmente me cuesta trabajo digerir es como en el país de la tecnología, del MIT, la cuna de Apple, Microsoft y Google tarden más de una semana en tener los resultados de las elecciones. Sí, ya sé que son muchos más millones que nosotros, pero en eso les garantizo que les ganamos por goleada, y además con enorme fair play.

15 nov 2020 / 00:00
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