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ENTREVISTA
Xosé María Besteiro Cabanas. Periodista y escritor

El autor del libro “Un hombre que se parecía a Cunqueiro” sostiene que “me cuesta mucho trabajo vivir en la época de la posverdad y de lo políticamente correcto”

El polifacético de Riotorto Xosé María Besteiro, periodista y escritor de raza, ofrece en esta exclusiva para El Correo una panorámica de cómo es y lo que piensa.

¿Qué es Un hombre que se parecía a Cunqueiro ?

Un género híbrido que combina el ensayo con la biografía y mis memorias con algunas ucronías.

Acabo de enterarme que lo que hice es biofición, un término que ahora está de moda, pero que cuando escribí el libro no conocía.

Y tambíén ofrece una gran exclusiva.

En efecto publico la carta que demuestra que Cunqueiro estuvo preso en la prisión provincial de Lugo. Me la consiguió mi amigo Juan Soto y es una misiva que le dirige a su amigo Trapero Pardo en relación a unas diligencias judiciales. Esto cambia la biografía que conocíamos del autor de Merlín e familia. Armestro Faginas, que es su primer y gran biógrafo no cuenta nada de esto. Pero el pacto biográfico, que es a los biógrafos lo mismo que el juramento hipocrático a los médicos, me obligó a contar la verdad. Es una información que yo sabía desde niño, pero que no podía demostrar con documentos. El gran secreto de la familia. No obstante, es una tema absolutamente menor dentro de la vida de Cunqueiro. Seguro que fue terrible para él, pero es solo un pasaje de su vida.

Usted era pariente de Cunqueiro. ¿Qué relación tenía con él?

La hermana de mi abuelo José María estaba casada con Moirón, el primo más querido del escritor y propietario del pazo donde ambientó Merlín e familia. En aquella casona fue donde descubrí yo siendo niño al gran mago y de ahí arranca el libro. De ahí arranca toda la confusión que tengo entre la realidad y la ficción desde niño porque yo imaginaba que los personajes de la novela eran reales y que vivían allí.

¿Qué destacaría de la obra de Cunqueiro?

Podríamos citar muchas cosas, pero me centraré en cuatro.

Inventó el realismo mágico y se anticipó diez años al boom latinoamericano. De hecho García Márquez le reconoció su maestría pidiendo el premio Nobel para él.

También cruzó el surrealismo con las cantigas en sus primeros años de poeta, fijó el canon gastronómico con La cocina cristiana de Occidente y tambíen fue el inventor del articulismo fabulado, que es aquel que incluye una historia en las columnas de prensa. Todo esto ya sería meritorio de por sí, pero lo es mucho más si lo haces desde una esquina del mundo. Un genio, en definitiva, Pere Gimferrer dijo que no tenía antecesores ni heredero. Un escritor único, en fin.

¿Cómo lo valoraría?

Forma parte de la Santísima Trinidad de escritores en gallego, junto a Rosalia y Castelao, y tambíen forma parte de la baraja literaria gallega de los que escriben en castellano junto a Valle-Inclán, Torrente y Cela. No hay que olvidar que la imaginación al español , se la pone el gallego, como escribió Umbral.

¿Cómo nace el libro ?

Nace en los 80, cuando Umbral me sugiere que yo escriba la biografía de Cunqueiro. Pero luego me convertí en un bartleby y tardé casi cuarenta años en volver a ponerme con ello. Estaba en ello cuando llegó la pandemia y el confinamiento fue decisivo para escribirla muy rápido. Empecé en marzo a escribirlo y lo acabé en agosto. Pero como diría Camba, me llevó toda una vida.

¿Se conocían Cunqueiro y Umbral?

Se conocían y además Umbral lo admiraba mucho. De hecho, usa muchas de las técnicas de Cunqueiro en sus libros y hasta lo saca en alguna novela suya como personaje.

¿Y quién fue Cunqueiro para usted?

El escritor que me enseñó a soñar ( el hombre que no sueña se muere, decía), si bien previamente ya había recibido unas clases intensivas con mi abuelo José María Cabanas, que era otro gran soñador. La frase suya más gloriosa que recuerdo es: Si te dijese la verdad, te mentiría. En ese ambiente me crié yo. Cunqueiro era el héroe de la familia y yo de pequeño quería ser Alvarito, claro.

¿Y Umbral ?

Umbral fue el escritor de mi adolescencia provinciana y cereal, y me apoyó desde el primer momento cuando llegué a Madrid.

Con fe en su talento y en su juventud, decían sus dedicatorias. Y hasta me sacó en negritas en la revista Tiempo, como supuesto visitante de una exposición de Pollock.

Lo decepcioné al abandonar mi carrera literaria. Él y Cunqueiro fueron mis ángeles de la guarda.

¿Cómo recuerda su infancia ?

Yo siempre digo que tuve una infancia picapiedra en el salvaje noroeste. Nací prácticamente en la Edad Media, pero dudo que alguien fuese más feliz que yo. Curiosamente no tengo nostalgia de mi infancia, sino de la de mis hijos, cuando vivíamos en Miami. Aquello era el paraíso. De hecho, la isla en la que vivíamos, Key Biscayne, se llama Island Paradise.

En el ilbro relata una docena de semejanzas entre su vida y la de Cunqueiro ...

Me di cuenta al escribir el libro. Son casi todas de tipo humano, no creativo, pues él era un genio y yo fui un productor de televisión de segunda regional. Todas las vidas se parecen, pero las nuestras se parecen más que otras. Yo también soy un personaje cunqueiriano. Otro hombre que se parecía a Cunqueiro, pero en versión desmejorada. Una copia defectuosa, en definitiva.

¿Y eso de mezclar las memorias de ambos?

Porque me ayudan a llegar a rincones de Álvaro que de otro modo no alcanzaría. El internado y el divorcio no los podría contar de otro modo. Aquí me ayudo Rosa Montero con La idea de no volver a verte. Me gusta contar lo que siente Cunqueiro cuando se va de casa siendo niño o cuando se divorcia, pero como no tengo su testimonio, utilizo el mío en parecidas circunstancias. Es como repetir su vida medio siglo más tarde. Con la diferencia de que él nació con el cine y yo con la televisión. A veces cuando habla uno de terceros, está hablando en realidad de sí mismo.

Se expone bastante en algunos pasajes. Incluso habla de su divorcio.

Es que no podía contar algunas intimidades de Cunqueiro sin mencionar otras mías. Seria terriblemente injusto con su memoria. Él decía que falló en lo más importante, que es la familia, y yo tambíén. Y mucho. Los que crecemos en una familia feliz tratamos de reproducirla, pero no siempre lo conseguimos. Nadie es perfecto.

También incluye varias ucronías

Cunqueiro decía que la imaginación es recordar las cosas que no ocurrieron y yo trato de ser su discípulo.

Me imagino a Cunqueiro recibiendo el premio Nobel, o trabajando con Walt Disney, o exiliado en Buenos Aires, o como amante de la escritora Elena Quiroga. Fantasías animadas, en fin. Es imposible escribir sobre un fabulador tan fabuloso y que no se le vaya a uno un poco la olla.

El libro nace de unas memorias que usted estaba escribiendo.

Así es. Lo que pasa es que ese capítulo dedicado a Cunqueiro empezó a crecer como si fuese una planta enredadera y acabó siendo un libro. Están en proceso todavía, pero ya tengo el esqueleto completo hasta los primeros treinta años. Seguramente se acaben titulando Memorias de un aldeano global.

Algo más que nos pueda adelantar.

Me gustaría empezarlas diciendo que desciendo de Superman y de una muñeca hinchable, pero lamentablemente soy hijo de Pedro Picapiedra y de la Virgen María.

Se había ido a Miami tras veinte años en Galicia.

La idea era vivir entre Miami y Coruña, pero la pandemia y las carreras de mis hijos cambiaron todos los planes. He vivido en 22 casas, y este otoño inauguraré la 23. Siento que la vida es lo que me pasa mientras hago planes, y por eso ahora ya no los hago.

¿Qué es usted ? ¿Productor, escritor?

Soy muchas cosas, pero sobre todas ellas, amo de casa. Vivo felizmente retirado y de vez en cuando colaboro en algún proyecto, pero ya sólo como creativo. En segunda fila. La producción a pie de obra se ha acabado. Me siento como una diligencia al lado de los trenes así que hay que saber llegar y hay que saber marcharse. Este año se cumplen cuarenta años desde que empecé a trabajar ( empecé a ganarme la vida a los dieciocho ) y creo que me merezco un descanso. Lo que hago sobre todo es leer y escribir.

Dice que se siente como una dligencia al lado de los trenes

Asi es. Me cuesta mucho trabajo vivir en la época de la posverdad y de lo políticamente correcto. Yo soy muy incorrecto. Y todavía me gusta contrastar las noticias en dos o tres fuentes. O sea , un carcamal. Desde luego que no puedo vivir en una sociedad donde los medios juzgan a las personas en paralelo a los tribunales. Esto es la mediocracia, y no la democracia. Lamentablemente, las redes sociales, que podían haber sido el ágora de los griegos, acabarán con la democracia. Por primera vez en la vida, soy pesimista. La tecnología democratiza el acceso a la producción, de manera que mis hijos pueden hacer discos y películas con un ordenador en su habitación, pero a cambio, pueden ser engañados como si viviesen en gran hermano. Iván Redondo Producciones es la prueba de que este gobierno no gobierna, sino que sólo hace propaganda. Nadie dimite. Si esto llega a pasar con el PP, arden las calles. Un escándalo.

¿En qué anda ahora?

Escribiendo un ensayo dedicado a Umbral. Se titula Manual de instrucciones y lo publicaré antes de mis memorias.

25 abr 2021 / 01:00
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