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época medieval. Siete siglos de historia en los que se reviven las primeras revueltas de clase de Europa, incendios, trabajos forzados y mucho más // En septiembre de 2009, tras una profunda restauración, fue abierto al público TEXTO Julia Escobar

El Castillo de Moeche: una de las grandes joyas de Galicia

El castillo de Moeche se encuentra en la parte noreste del valle homónimo, adscrito a la parroquia de San Xurxo, en la comarca de Ferrol. Fue construido en el siglo XIV y pertenecía al linaje de los Andrade, como la torre de Vilalba o el castillo de Pontedeume. En el año 1431 los irmandiños bajo el mando del hidalgo Roi Xordo, llegaron hasta la fortaleza en busca de Nuño Freire de Andrade “El Malo”, pero este ya había huido. Enfurecidos, los sublevados, derribaron el castillo. En 1468 fue reconstruido de nuevo por Pedro Álvarez de Osorio, Conde de Lemos, que obligó a los que lo habían destruido a contribuir con dinero y trabajos forzados en su reforma.

Debajo de sus muros se esconde la historia de la primera revuelta social del medievo europeo, las posteriormente denominadas “Revueltas irmandiñas”, que motivadas por los abusos cometidos por los señores contra sus súbditos, llevaron a los estratos más humildes de la época a rebelarse contra la clase privilegiada.

Los expertos arqueólogos interpretan la existencia de una antigua edificación altomedieval. En contraposición, la fortaleza levantada después de las agitaciones sociales contó con la estructura de una fortaleza moderna, propia de un uso más residencial que defensivo, pero igualmente vinculada a los usos administrativos, razón fundamental de encontrar el castillo en el fondo del valle de Moeche.

Castillo de valle. La fortaleza es de meseta porque la fertilidad del valle les proporcionaba a los nobles del momento unas rentas muy interesantes, a nivel agrícola. Por otra parte, es un castillo más burocrático y especializado. Ya que, el roquero es más militar, cuenta con más control defensivo y el castillo de valle es donde se administraba justicia. Era pues el centro de poder de una jurisdicción más amplia que se desenvolvía hasta Cedeira. Por llevarlo a nuestros días sería como una administración pública que además realizaba trámites judiciales.

La defensa de esta fortaleza medieval se articula en torno a unos muros increíblemente gruesos, hechos con materiales obtenidos del entorno, como son: el granito del Forgoselo o el famoso toelo de Moeche (una roca gris verdosa que aparece en el entorno de Moeche, San Sadurniño y Cerdido). Las dimensiones son impropias de un castillo de la Galicia rural, lo que indica la importancia estratégica de este monumento.

Sus muros son de hasta 12 metros de altura, y llegan a los 18 metros si hablamos de la actual torre del Homenaje (se llama así porque es donde los nobles recibían el homenaje de sus vasallos, gente de armas, servidumbre...). En ella se encuentra la estancia de mayor dignidad, la que hoy se conoce como estancia de las marcas de cantero, nombre utilizado por las rubricas colocadas en cada uno de los sillares. Se pueden ver tres escudos en esta torre que pertenecían a la casa de los Enríquez (castillo, león y los seis roeles), de los Osorio (dos osos y un palo en el medio) y la de Valcárcel. Todas ellas en su parte de arriba estaban coronadas por almenas. Además de la torre, se puede ver la plaza de armas (era el lugar donde los soldados se ejercitaban y también es conocido como patio de honor ya que ofrecía su honor a la torre del homenaje), con su pozo de agua, la sala de armas, el comedor, los aposentos, las caballerizas y los alojamientos de la servidumbre. Una escalera de caracol une el patio con las murallas defensivas. Las puertas y ventanas nos muestras un estilo gótico por sus apuntados arcos. Desde el 22 de abril de 1949 el castillo fue protegido por la Ley de Patrimonio Histórico Español. En septiembre de 2009, el Castillo, tras una profunda restauración fue abierto al público.

Por otro lado, las etapas de la construcción del castillo son visibles en el suelo: tras la revuelta irmandiña se utilizó otro tipo de piedra. Al pasar la puerta y la plaza de armas del nuevo castillo, se puede apreciar la estructura original con su torre del Homenaje y el pozo marcados durante la restauración. El material “nuevo” tiene más de quinientos años. Para que sea fácil de situarnos, el patio de armas da a donde se ubican todas las estancias.

Los canteros. En el Castillo de Moeche se pueden ver distintas marcas de canteros, pero ¿para qué sirven? Una de las hipótesis es que se utilizaba como un sistema de cobro que tenían los canteros en época medieval, al realizar la tarea en la piedra que estaban moldeando la firmaban. Al terminar la jornada laboral sabían cuánto correspondía cobrar porque todo su trabajo estaba firmado.

Lo curioso de una de las salas es que fue realizada por canteros de Euskadi, en concreto, de Vizcaya. No se contó con canteros gallegos, ¿motivo? porque habían participado en las revueltas irmandiñas contra los nobles y se desconfiaba de ellos.

Una de las marcas o firmas de cantero más curiosa es la que tiene un símbolo fálico. En este caso, como suele ocurrir, hay varias teorías, aunque no se puede confirmar ninguna a ciencia cierta. La primera sería que este símbolo fálico puede ser un equivalente a un fuck you y se trataría de un homenaje o forma de respeto entre el cantero vasco y el gallego, por eso está en un sitio tan escondido y casualmente solo hay una. La segunda opción es que sea un símbolo apotropaico, un símbolo de suerte o de protección para los canteros. Otros opinan que puede ser un símbolo simplemente de finalización de la obra porque se encuentra al final. Quizás la más plausible sea que había gremios que podían participar con dinero en las construcciones, a cambio de otras cosas, por ello, el gremio de los sastres podría haber patrocinado algo de la obra y se encuentra reflejado con el símbolo de lo que parecen unas tijeras.

Tarifas. La propiedad es de la Casa de Alba, que la cede al Ayuntamiento de Moeche, para que se pueda explotar todo su valor cultural. De este modo, se intenta que el castillo sea autosuficiente, con el cobro de una entrada simbólica. La tarifa general es de 2,50 euros y la reducida 1,50 además los menores de 6 años pueden acceder de manera gratuita. Con esa precio se aporta valor únicamente a este bien de interés cultural.

07 dic 2022 / 01:00
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