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Ponte de Lima, donde el olvido no tiene cabida

La villa más antigua de Portugal, la más florida, está a tiro de piedra de Galicia y tiene fundamentos para conquistar los cinco sentidos

Ponte de Lima queda a una hora y 45 minutos de Santiago por autopista, a 20 minutos de Tui. Para viajeros sin prisa, está en pleno Camino Portugués a Compostela. Presume de ser la villa más antigua del país vecino y la más florida. Sobrelleva, con más orgullo que resignación, las crecidas de su río. Un cauce fluvial que comparte con Xinzo, el mitológico Lethes -el Limia-, para los romanos el río del olvido, del Esquecemento. En la orilla vemos al cónsul Décimo Junio Bruto llamando, del otro lado del río, a sus legionarios para probarles que no ha perdido la memoria. También quien visite Ponte de Lima, autodenominada -con acierto- Terra Rica da Humanidade, será incapaz de olvidarla.

Acudimos a la llamada de Turismo Porto e Norte de Portugal, que nos hace partícipes de la gastronomía, viticultura, historia y cultura de la villa. Probamos sus vinhos verdes, con esa uva loureiro en la Quinta das Fontes. En obras para ser un hotel enoturístico, esconde entre sus viñasquince fuentes y fue el lugar idóneo para degustar el Folar Limiano, dulce con sabor a rosca relleno de embutido.

El plato más típico de la buena mesa limiana es el arroz de sarrabulho, hecho con sangre, tropezones de carne de cerdo y casquería, como el que elabora el Restaurante River View. Fuerte y sabroso, solo para valientes y personas que no sufran del estómago. No obstante, en sus restaurantes no falta el plato nacional, el bacalao, como el que prepara el Encanada a la manera de Rosa Martins, la dueña, o el que, con broa, sirve el chef Daniel Pinheiro en la Casa do Provedor, mago al cocinar la ternera minhota o el pombo con fabas. Otro plato estrella en su oferta gastronómica es la lamprea.

Ponte de Lima está llena de atractivos, con el puente medieval y el siguiente y bimilenario romano que cruzan el río como eje. Al lado hallamos el Centro de Interpretação do Território, que da a conocer la herencia agraria y permite participar, con las manos en la masa, en la elaboración tradicional del pan. También cabe recorrer el Parque do Arnado y sus jardines temáticos, de lo más bellos del mundo, o regresar a la infancia en el Museu do Brinquedo Português. Éste expone juguetes lusos que datan de finales del siglo XIX a 1986. Juegos, muñecas, cochecitos, soldaditos de plomo... sus maquetas, con trenes en movimiento, son espectaculares.

Dejando atrás la Capela do Anjo da Guarda y la iglesia de San Antonio da Torre Velha, cruzamos de nuevo el puente y nos dirigimos a su casco histórico, torres y restos amurallados. Podemos visitar la Iglesia Mayor o el Museu dos Terceiros. Se aprende mucho, cata incluida, en el Centro de Interpretação e Promoção do Vinho Verde, y se puede invadir el Centro de Interpretação de História Militar. No dejen de cisitar la Casa da Terra, antigua cárcel de mujeres, reconvertida que hoy permite degustar múltiples productos típicos como la espectacular alheira de galo.

También encontramos en esa orilla Expolima, recinto que acogió la semana pasada la X Feira da Caça e Lazer, con más de 70 expositores y el Salnés vendiendo su oferta turística. Los amantes de los caballos pueden acudir al Centro Ecuestre do Vale do Lima. Y por fin, de esta localidad no debe irse nadie sin pasear por su centenaria Avenida de los Plátanos.

Viajando


A TENER EN CUENTA

• Dónde pernoctar

En su oferta de alojamientos, que incluye albergues de peregrinos o centros con SPA, destaca el Hotel Império do Minho.

• Entre tierra protegida

Los amantes de la naturaleza no deben perderse el recorrido por el Área Protegida de las Lagoas de Bertiandos y S. Pedro d'Arcos.

• Feiras Novas

Una fiesta con mayúsculas, en el segundo fin de semana de septiembre, con la que Ponte de Lima se despide del sol del verano.

18 mar 2018 / 12:11
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