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ENTREVISTA
MARTA PAZ GARCÍA Responsable de Salud y Cooperación de Cromosomos X

“En Bangladesh, el 50 % de las niñas se ven obligadas a casarse tras su primera regla”

{Sus frases más destacadas}

“La menstruación es un tabú a nivel global y esto tiene repercusiones a todos los niveles”. “Es sinónimo de salud y no de vergüenza”. “La educación sexual es la gran materia pendiente, es escasa o nula en todo el mundo”. No nos damos cuenta, pero en muchos países empobrecidos, menstruar es un problema que provoca absentismo escolar.

¿Cómo es posible que algo como la menstruación sea un problema en los países empobrecidos?

Para poder gestionar nuestra menstruación son necesarias unas condiciones higiénicas básicas como el acceso a agua limpia y jabón y unas instalaciones que proporcionen la privacidad y seguridad necesarias para poder cambiarse la copa, compresa o el tampón cómodamente, y dispongan de un lugar donde depositar los residuos.

En los países del Sur global, el acceso a productos de gestión menstrual seguros y efectivos muchas veces está limitado debido a la falta de recursos económicos de las familias. Muchas otras veces, al no ser una prioridad social, ni siquiera llegan a las comunidades.

Además, la agenda de cooperación internacional tiene pendiente dedicar la atención que se merece al manejo de la higiene menstrual. A pesar de que en los últimos años se han multiplicado los proyectos de acceso a agua, saneamiento e higiene, las necesidades de mujeres y niñas siguen muy desatendidas. Quizás porque, también en este ámbito, quienes diseñan los proyectos, son en su mayoría personas que no menstrúan y que desconocen la importancia y urgencia que requiere este tema.

¿Se ve como un tabú?

Totalmente, la menstruación es un tabú a nivel global y esto tiene repercusiones a todos los niveles. De hecho, cuando hablamos de menstruación, nos centramos únicamente en los días de sangrado, pero el ciclo ovárico o menstrual va mucho más allá y, por desgracia, no lo conocemos.

Estoy convencida de que el desconocimiento tiene raíz en la falta de normalización de un proceso fisiológico que a la lo largo de la historia ha estado naturalmente estigmatizado por la cultura, sociedad y política. La menstruación se entiende como un proceso cuyo fin último y único es el de albergar un futuro ser, mientras que no sabemos que el ciclo menstrual es un regulador de muchos procesos biológicos y un indicador clave del estado de nuestra salud.

Este tabú se ve reflejado cuando las niñas tienen su menarquia (primera menstruación) sin tener información previa sobre lo que es el ciclo menstrual y cómo afecta a su cuerpo. Por poner un ejemplo, un estudio realizado por Unicef en el pacífico colombiano reveló que el 35 % de las adolescentes no habían oído hablar de la regla cuando menstruaron por primera vez.

Hoy en día la menstruación sigue cargada de negatividad, aquí seguimos escondiendo el tampón a la hora de ir al baño o hablamos en voz baja para referirnos a ella, intentamos que no se noten los cambios en la productividad o en el humor, decimos “estoy mala” o vemos la regla como algo sucio y con rechazo cuando, curiosamente, es sangre que no está manchada de violencia. La menstruación es sinónimo de salud y no de vergüenza. Es necesaria la implantación de un cambio, dedicarnos tiempo al autoconocimiento y autocuidado.

Absentismo escolar y falta de higiene. Eso tiene que marcarlas negativamente...

La desinformación permite la perpetuación de los mitos en las comunidades de países empobrecidos. Cuando las niñas viven su menarquia se da un cambio en sus vidas tremendo. Muchas veces, con el primer sangrado dejan de ser niñas y pasan, de pronto, a considerarse mujeres adultas.

En Bangladesh, el 50 % de las niñas se ven obligadas a casarse y abandonar sus estudios tras su menarquia.

A la inseguridad propia de la adolescencia, se suma el miedo a manchar o a oler por la falta de recursos de gestión menstrual seguros o de las condiciones de higiene y saneamiento necesarias. Esto provoca que esas niñas no quieran asistir al colegio los días que tienen el periodo. Cuando esto se repite cada mes, poco a poco se desvinculan de la escuela, hasta que finalmente abandonan el colegio. Una menor educación promueve una dificultad añadida a la hora de conseguir un puesto laboral cualificado que les permita tener sus propios ingresos y tomar sus propias decisiones. Así, muchas veces viven toda su vida dependientes y perpetuando la condición de vulnerabilidad y desigualdad. Esto se llama feminización de la pobreza y es otro de los grandes males.

De hecho, en Afganistán el mito que existe es que lavarse los genitales durante los días en que la mujer mesntrúa provoca esterilidad.

Claro, es increíble la cantidad de mitos que están limitando la vida de mujeres y niñas. Desde el que comentas, que es demencial, hasta muchos otros con los que nosotras y sobre todo nuestras madres y abuelas se han criado: no tocar ciertas cosas, que se corte la mayonesa, usar otra habitación, no tener sexo, aislarse de la comunidad. Todos redundan en la consideración del cuerpo de la mujer como algo impuro, avergonzante o inferior.

Encierro, aislamiento, maldiciones... ¡Cuánta falta de educación!

Importantísimo. La escuela es una de las instituciones sociales más importantes. Ahí crecemos, nos desarrollamos y nos definimos. Pero además es en ella donde se constituye la sociedad del futuro. Todo esto solo puede combatirse con educación, y en esas estamos.

Incluso, Marta, hay adolescentes y mujeres adultas que utilizan hojas de árbol, papel de periódico, relleno de cojines, telas para absorber el sangrado...

El acceso a copas menstruales, tampones o compresas se ve muy limitado en países empobrecidos. Estos no se conciben como prioritarios en la compra familiar por lo que las personas que menstrúan se tienen que adaptar a los pocos materiales que encuentran en su entorno, muchas veces ineficaces y peligrosos para su salud.

La consecuencia directa de esta escasez es un incremento en el número de problemas sanitarios relacionados con las infecciones en el tracto reproductivo y urinario.

Y seguramente hasta habrá quien piense que usar tampones hace perder la virginidad, ¿no?

Claro, esto está relacionado con la continuidad de los mitos y creencias dañinos vinculados a la menstruación. Por ello es tan importante abolirlos, como decía antes, a través de la educación, aportando los conocimientos necesarios sobre nuestro cuerpo y su funcionamiento para lograr libertad, necesitamos cortar esas ataduras.

A pesar de que son las niñas y mujeres las principales afectadas por los tabúes, es importante llevar a cabo una educación igualitaria donde los niños y hombres participen activamente en todas las actividades del programa.

Así lo planteamos en Cromosomos X, desarrollando la empatía necesaria que les ayude a comprender qué sienten las niñas y mujeres al ser sometidas a este tipo de falsas creencias. Además, es importante tener en cuenta que una carencia en la educación sexual y reproductiva puede tener consecuencias como la vulnerabilidad en diferentes formas de abuso. Su cuerpo es suyo, y esto también se enseña.

¿Consideran que esta emergencia no forma parte de los programas de los gobiernos?

La educación sexual es la gran materia pendiente. Es escasa o nula en todo el mundo, pero cuando hablamos de zonas empobrecidas, la información que explique a las adolescentes el funcionamiento de sus cuerpos de manera clara y sin tabúes es más reducido. Además, si se habla de educación sexual, esta se basa exclusivamente en la reproducción y en la concepción o de contraer infecciones de transmisión sexual. La connotación sobre la sexualidad es negativa, pero ¿qué pasa con el placer? Es necesario una enseñanza responsable.

Por eso reclamamos acciones políticas urgentes que garanticen que todos los cuerpos que menstrúan puedan gestionar su regla de forma segura, digna, con higiene y privacidad. Proponemos cambiar el miedo y la vergüenza por el orgullo y la reconciliación.

Uso de la copa menstrual

Apuesta segura. Cromosomos X nace con la misión de eliminar la desigualdad de género que provoca la menstruación en las niñas y adolescentes sin recursos a través de la implementación de un programa de educación sexual y reproductiva integrador, que tiene como vehículo la copa menstrual. “Nos preocupa la relación que existe entre la falta de acceso a la gestión de la higiene menstrual y el absentismo escolar. Además, X creemos en la copa como el vehículo para conseguir nuestra meta. Se trata de un dispositivo de silicona médica que no interacciona con el cuerpo ni altera la flora vaginal. En condiciones de acceso limitado a agua, la copa es un dispositivo doblemente efectivo; requiere una mínima cantidad de agua potable para su uso en comparación con otros dispositivos. Además, puede utilizarse hasta 12 horas”.

29 may 2020 / 00:34
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