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MIGUEL GÁRRIZ//Psicólogo clínico en Support – Clínica Universitaria de Psicología y Psiquiatría de UIC Barcelona y en el Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Parc de Salut Mar de Barcelona

“En condiciones extremas, los rasgos de personalidad se manifiestan con mayor crudeza para bien o para mal”

{Covid-19} “El riesgo de trastornos psicológicos relacionados con el miedo a salir de casa es hoy una posibilidad, sobre todo en algunas personas que padecen ansiedad”, apunta este psicólogo clínico de adultos. Sin embargo, “para la mayoría de nosotros el miedo durará aproximadamente lo que dure el peligro”. Y ahora la pregunta es: ¿Cuánto durará la sensación de peligro? Nadie tiene la respuesta. Foto: Cedida/Diseño: Carmen Botana

Poco a poco se abren las puertas al mundo, pero hay personas que tienen miedo, sobre todo niños. ¿Es un sentimiento habitual?

Es un sentimiento habitual con todo lo que estamos viviendo y en la situación en la que aún nos encontramos, con un gran número de contagios y fallecimientos a diario. Además, el miedo es un sentimiento normal y necesario desde el punto de vista de la salud y seguridad pública e individual. Sobre todo, en algunas ciudades en las que el virus sabemos que está más extendido.

Imagino que, en cierto modo, hasta puede servir de utilidad. El quedarse en casa seguiría siendo una manera de prevención, pero se corre el riesgo de caer en otros trastornos psicológicos, ¿no?

El miedo es una emoción que ha sido muy útil durante el confinamiento y sigue siendo muy útil en estos momentos. El miedo no solo sirve para que cumplamos con las indicaciones de permanecer en casa que aún siguen vigentes en gran medida, sino que también nos ayudará a seguir todos los consejos de seguridad que sabemos que son tan importantes como mantener la distancia de seguridad, utilizar las mascarillas o lavarnos con frecuencia las manos. De este modo, como individuos nos ayuda a protegernos del contagio, siguiendo las medidas de seguridad, y como miembros de la sociedad nos ayuda a proteger a esta de un nuevo rebrote de la pandemia.

El riesgo de trastornos psicológicos relacionados con el miedo a salir de casa es una posibilidad, sobre todo en algunas personas que padecen ansiedad. Sin embargo, para la mayoría de nosotros el miedo durará aproximadamente lo que dure el peligro.

Si no se experimentan retrocesos significativos en el estado de la pandemia, a medida que vayamos saliendo de nuevo y volviendo a cierta normalidad, el miedo debería ir desapareciendo para la inmensa mayoría de nosotros. Creo que en estos momentos, como sociedad, nos debe preocupar mucho más una baja apreciación del riesgo que aún nos rodea en muchos lugares de España, con el virus circulando todavía entre nosotros.

El teletrabajo nos ha ayudado a muchos a seguir adelante. ¿Es posible que nos cueste regresar a nuestro entorno laboral y volver a ese clima de ‘ruido’ social?

En personas en las que el ritmo de vida o trabajo anterior a la pandemia fuese muy estresante, y estos días lo hayan visto reducido para bien, es posible que la vuelta al entorno laboral cueste. También es posible que experimenten rechazo a ir recuperando la normalidad las personas a las que la situación de confinamiento les resulta cómoda por sus características personales. Por ejemplo, personas muy caseras o solitarias.

¿Podría recomendarnos alguna técnica para calmar el nerviosismo o esa sensación de agujero en el estómago?

Es difícil realizar recomendaciones generales, pues es importante un análisis individual de los mecanismos que están en la base del nerviosismo o la ansiedad. Entre las recomendaciones más habituales y más eficaces estarían: realizar ejercicio físico, cuidar el sueño, evitar el café, el alcohol y otras drogas, el pensamiento realista, enfrentar los miedos cuando son desproporcionados, y algunas técnicas de respiración, relajación o meditación.

Sin embargo, es importante señalar algunas situaciones en las que sería conveniente consultar con un psicólogo clínico. Por ejemplo, si el malestar que experimentamos es mayor del que nos parece que podemos soportar. También cuando, no siendo tan intenso, su duración es excesiva, por ejemplo, alargándose durante semanas o meses. También sería importante consultar con un psicólogo clínico si sentimos que no podemos llevar a cabo las actividades básicas de autocuidado o cuidado de nuestra familia, o nuestro trabajo. Por último, puede ocurrir que estemos afrontando la situación actual a través del alcohol o las drogas, convirtiéndose nuestro consumo en problemático y en este caso también sería importante consultar con algún especialista.

Usted, como psicólogo clínico, ¿cómo ha vivido el confinamiento? ¿Ha tenido también días malos?

Creo que me ha ocurrido como a muchas personas, en general puedo decir que me he adaptado bien y que al final no me está pareciendo tan difícil como podría haber pensado. No obstante, claro que he tenido algunos días más difíciles y he intentado aplicarme parte de lo que predico en mis pacientes. Sobre todo, he notado días de mayor tensión e irritabilidad que intento normalizar y me permito tener sin darle mucha importancia. Creo que la práctica de la meditación y un poco de ejercicio me ayudan a que esos días sean los menos. Y también hay momentos en los que se me hace largo, echando de menos poder estar con amigos y familiares, con los que intento mantener contacto por videoconferencia.

Creo que el estado de alarma ha servido de oportunidad para conocer más a las personas. He visto generosidad y amabilidad a raudales, pero también muchísimo egoísmo. Al final, como decía Hobbes, ¿el hombre es un lobo para el hombre? (comprendo que no se debe generalizar).

En efecto, creo que es mejor no generalizar, existe bastante variabilidad en la forma de ser de las personas. Probablemente lo que hemos podido ver en estos días de condiciones extremas como las actuales es cómo los rasgos de personalidad se manifiestan con mayor crudeza para bien o para mal. Las personas más tendentes a la cooperación seguramente han manifestado un mayor altruismo y amabilidad estos días, y otras personas más oportunistas y centradas en su interés han mostrado su peor cara también.

¿Y la salud? ¿Le daremos ahora la importancia que se merece? ¿O corremos el riesgo de obsesionarnos con ella?

Probablemente los mismos procesos que a la inmensa mayoría nos llevan estos días a valorar en mayor medida la salud, llevan a algunas personas con mayor tendencia a la ansiedad a poderse obsesionar. No obstante, todo pasará y está por ver si realmente tiene un efecto sostenido en el tiempo, yo lo dudo. Y el riesgo de obsesionarse por la salud siempre está ahí, y si realmente estuviera siendo mayor estos días, no creo que vaya a ser mayor un tiempo después de la pandemia.

PINCELADAS DE SU TRAYECTORIA

Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, es especialista en Psicología Clínica por el Hospital Clínic de Barcelona y doctor por la Universitat Autònoma de Barcelona. Coordinador del grupo de trabajo de Psicología Clínica en Atención Primaria del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, también es profesor de la Universidad Abat Oliba y de la Internacional de Catalunya. Entre sus áreas de interés se encuentran los tratamientos de ‘mindfulness’ y en grupo.

15 may 2020 / 00:30
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