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Happy

Volvemos de un periodo vacacional muy bien apañado por muy deseado. Cosa curiosa sucede ahora. ¿Lo han notado? Se percibe en el ambiente, e incluso es <noticia> en la prensa y otros medios de información que, quien más quien menos retorna al trabajo cansado o engripado. Panorama deprimente y preocupante se divisa en este presente.

Las fiestas parece que han dejado huella en mentes y cuerpos magullados, pero lo más comentado es el sutil estrés -físico y mental- que sufre ahora la gente en general. ¿Qué ha pasado para que ese <estressing> se haya apoderado de tan avanzada y desarrollada sociedad civilizada? Los hijos adultos acusan cansancio tras haber dedicado parte de sus esfuerzos al cuidado de sus padres y madres, esos seres ya <delicados> que precisan cuidados especiales por sus múltiples y recurrentes achaques, pese a ser normales a sus edades. Otros regresan, cual <piltrafos>, después de hacer cantidad de espléndidos planes, con salidas y entradas a desordenadas horas, robándole al sueño su reclamo, como sucede a destajo.

¿Para qué sirven entonces las <vacaciones> ligadas a este período de parón navideño? No tengo una respuesta clara ni creo que pueda darse. No obstante, se me viene a la mente un tema pendiente que quizás esperen ver editado y, de paso, creo que puede ayudar a entender este desaguisado. ¿Recuerdan que al tratar de Beethoven mencionaba los quebraderos de cabeza que le dio su sobrino Karl? Tuvo una infancia difícil y una adolescencia marcada por la continua -¿interesada?- vigilancia de su tío. A los 19 años ya había intentado suicidarse.

El suicidio: un acto complejo. Se ha pedido con una concentración en Santiago que el 12 de enero se reconozca como el <Día de la muerte digna> en Galicia. No somos quienes para juzgar desde fuera las razones de Ramón Sampedro y la de sus allegados. En tiempos de Karl van Beethoven el suicidio se equiparaba con el crimen y era motivo de castigo. De hecho, el muchacho se salvó de milagro y, bajo arresto y aún seminconsciente, fue trasladado al Hospital General de Viena, donde a pregunta expresa de un policía, indicó que había intentado matarse porque su tío lo hostigaba. El resto de la historia la resumo: Karl, amargado, no murió entonces, pero logró enloquecer y envejecer a su tío, a cuyo funeral ni a tiempo llegó. Estrés, saturación de planes, hostigamiento, aunque se den por separado, ¿no son frentes que deberían estar bien gestionados para no llegar a un estado de fatiga o de depresión casi generalizada?

Puede pensarse que necesitamos otros tantos días de <recle>, o buscar recreación, para compensar este desfase. El cansancio genera un bajón de ánimo que es lo contrario de lo que se desea y se busca. Lo que queremos es ser felices, sonriendo y viendo la vida de mil colores. De hecho, nos deseamos un <Happy New Year> y queremos ser y mantenernos siempre <happy>. ¿Quién y cómo se logra? En mi entorno, que yo sepa, poco más de una persona lo roza o alcanza, retornando <happy> al trabajo. ¡Y se llama Dolores, o Doloritas, según la confianza que con ella se tenga! ¡Vaya paradoja y contraste de vocablos! ¿Sentirse <happy> con un nombre así? Cambiar, no se lo cambia, que bien contenta está y eso es lo importante. Es una mujer <rebelde>, no porque el mundo la haya hecho así, ni porque nadie la haya tratado con amor, ni porque nadie la haya querido nunca oír. Eso suena -en realidad lo es- a la letra de la conocida y bella canción de Jeanette, la ya veterana cantante que comenzó a conocerse en los años sesenta. Dolores no se deja vencer. Es rebelde. Incluso en contra de la propia tendencia natural que se tiene a dejarse llevar por la desazón o la desesperanza. Quizás quienes menos acusan este estado -además de Doloritas- sean los más veteranos, los más ancianos, esos que han vivido, y sufrido no pocas veces en sus propias carnes, los zarpazos de la vida, las penalidades y otros males mayores que solo ellos saben.

¿Son seres especiales, hechos de otra pasta? No parece. Son personas que, ante la adversidad o las contrariedades continuaron tirando del carro, mirando hacia adelante y, porque -por usar una expresión muy conocida en estas tierras- cuando luce el sol están contentas y cuando no, también, diciendo con la voz o la mirada: ¡se chove, que chova!

Esa es la actitud y el camino -no fácil- para llegar al final de la vida -que a todos nos tocará- sin sucumbir ante una idea equivocada de lo que es una <muerte digna>. Esa fue la que vivió, no sin lucha, Ludwig, pese a los males que le aquejaron siempre. No así su amargado sobrino Karl. uienes no quieran pasar por el trance de ese muchacho dándose por rendidos al mínimo signo de combate, tiene otro remedio fácil: rezar a Judas Tadeo, santo de las causas difíciles y desesperadas. Y para los que solo sienten cansancio y síntomas o residuos de gripe, Frenadol o Bisolvon hay en toda farmacia. O caramelos Ricola para cantar pletóricos a pleno pulmón: “Dont’ worry be happy” (Bobby Mc Ferrin, Manhattan. 1950).

16 ene 2023 / 01:00
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