Malcolm McDowell: “Hoy en día no se podría hacer una película como ‘La naranja mecánica’”

Manuel García Solano

Valladolid

Uno de los atractivos de la edición número 66 de la Semana Internacional de Cine (Seminci), que se dearrolla hasta el próximo sábado en Valladolid, es el estreno de La naranja prohibida, un documental dirigido por Pedro González Bermúdez y que rememora, justo cuando se cumplen los 50 años de la adaptación cinematográfica de La naranja mecánica, el polémico estreno en España de la cinta dirigida por Stanley Kubrick, una sátira futurista que muchos entendieron como una apología de la ultraviolencia.

Proyectada por primera vez, tras cuatro años prohibida por la dictadura, en el festival pucelano en 1975, su pase, pocos meses antes del fallecimiento de Franco, resultó un acontecimiento lleno de anécdotas y que dejó una honda pegada en la ciudad vallisoletana por el ansia de libertad que se vivía en aquel momento crucial en la historia de España.

Sobre aquel largamente anhelado e impactante estreno, y su repercusión en la sociedad de la época, versa La naranja prohibida, proyecto que se verá en diciembre en el canal TCM y que cuenta con la participación estelar de Malcolm McDowell (Horsforth-Yorkshire, 1943). El actor británico que dio vida a Alex DeLarge, uno de los villanos más controvertidos e icónicos de la historia del cine, ejerce de narrador del documental y, a su vez, de nexo entre las dos obras.

McDowell no dudó a la hora de involucrarse en el proyecto ni en acudir a la Seminci para poder ver el resultado final, que le dejó “fascinado”, según explicó a EL CORREO GALLEGO.

¿Cómo surgió la idea de tomar parte en ‘La naranja prohibida’?

Recibí la llamada de mi agente, mientras yo estaba rodando una serie de televisión en Canadá, y me contó que se estaba preparando un documental sobre algo de lo que jamás había oído hablar: el revuelo y la polémica del estreno de la película en España en 1975. Es una historia fascinante y sorprendente. Le pedí que me enviara el guión y cuando lo leí me pareció una historia impresionante y me presté a participar, aunque en ese momento no podía por trabajo y porque estaba ocupado con los preparativos de la boda de mi hijo. Tras el enlace en Colorado pude poner mi voz al texto en un estudio de grabación con las indicaciones de Pedro, el director, desde Madrid.

Ha asistido en Valladolid al estreno mundial de ‘La naranja prohibida’ ¿Le ha gustado el resultado?

Estoy muy contento y creo que es un magnífico y muy interesante trabajo. Tanto por el modo en el que está rodado, en los escenarios de la época, como por la gente que aparece y da su testimonio. Espero que pueda estar en muchos festivales porque es un documental brillante.

¿Por qué cree que ‘La naranja mecánica’ es recordada medio siglo después?

Tanto el libro de Anthony Burgess como la película son obras muy complejas y que tienen muchos elementos de interés: está la parte de visión del futuro de la sociedad, sus connotaciones políticas, como la libertad de elección, y la aplicación de la terapia Ludovico. Creo que cada generación ha ido viendo la película y le ha dado su propia interpretación y por eso seguimos hablando de ella tantos años después.

¿En qué medida el personaje al que dio vida, Alex DeLarge, se parece a usted?

Yo lo considero como un pariente lejano, que me cae bien, pero del que me desprendí hace tiempo, porque no soy actor de método.

En el documental apunta que quizás hoy no sería posible realizar una película como ‘La naranja mecánica’. ¿Por puritanismo, por la corrección política o por falta de interés en la industria?

Probablemente no se podría hacer hoy una película así, aunque no sé si por el actual contexto político y social, sino porque la industria solo piensa en hacer películas Marvel y conseguir en pocas semanas una gran recaudación. En los grandes estudios no se leen los guiones, como para haberse leído un libro así. Los contenidos más interesantes se están haciendo en Netflix, en Amazon y en otras plataformas de televisión.

Los mejores guiones que me llegan son para ese tipo de proyectos. Además, haría falta una figura como Stanley Kubrick, que tenía una gran libertad artística para hacer sus obras sin condicionantes.

¿Somos una sociedad peor y menos permisiva que hace medio siglo si una película así no tiene cabida hoy en día?

Es muy complicado de asegurarlo, pero, por ejemplo, en Estados Unidos, vivimos rodeados de racismo y es un mal endémico, como otros, que nos llevará tiempo superar. Me preocupa la situación política allí, y la herencia que tendrán nuestros hijos. No sé si la cosa será mejor en Europa, en Inglaterra seguro que no, donde tenemos un mini Trump y un idiota al frente. No entiendo como hay gente a la que le gustan estos personajes. En Estados Unidos somos unos afortunados por haber sobrevivido a cuatro años de locura.

Aunque ha hecho decenas de películas, dos directores marcaron su carrera: Lindsay Anderson, que le descubrió para If..., y Stanley Kubrick, que le ofreció el papel estelar de su carrera. ¿Cómo les recuerda?

Es una relación muy diferente. Con Lindsay empezó todo y la relación de amistad se prolongó durante muchos años. Con Kubrick fue muy intensa la preparación del papel, pero después del rodaje apenas volvimos a coincidir y nunca me llamó para otra película. Rodar La naranja mecánica fue una maravillosa experiencia y uno de los mejores momentos de mi carrera. Kubrick hizo obras maestras en varios géneros cinematográficos.

Porque, por ejemplo, John Ford hizo extraordinarias películas, pero principalmente películas del oeste. Kubrick incluso tiene películas que me gustan más que La naranja mecánica. Por ejemplo, 2001, Una odisea del espacio me parece una obra esencial, que sienta las bases de lo que fue a partir de entonces la ciencia ficción en el cine.