Ilija Trojanow: crónica del comunismo búlgaro
Quien lea esta novela que vierte ángulos y perspectivas sobre la panorámica del comunismo búlgaro a partir de finales de la Segunda Guerra Mundial –me refiero a Poder y resistencia (Acantilado, 2020) del novelista búlgaro Ilija Trojanow– reparará en lo aparentemente contradictorio de que tal papel lo desempeñe en este caso alguien que vivió mucho tiempo en Alemania, se exilió en ese país en 1971 huyendo del suyo y hasta residió en Kenia. Su obra, en cambio, tiene como eje (sobre todo el título arriba citado) la Bulgaria dominada por el régimen del comunismo totalitario y para diseñar un retrato testimonial convincente se sirve de un montaje perspectivístico bipolar en el que confluyen dos opuestos protagonistas que se alternan y contrastan en el manejo de la voz narrativa, presente también como territorio documental.
Sucesos, circunstancias, personajes, escenografía reiteradamente carcelaria y temporalidad fragmentada y retrospectiva, junto a los monólogos narrativos dominantes; todo está fluyendo a partir de las indagaciones, denuncias y testimonios de carácter político que generan, en la aludida escenografía represiva y violenta, una constante tensión ideológico-política que apenas deja hueco para lo que no sea análisis revisionista de actitudes y conductas, exhibición de la burocracia del partido, debate permanente de doctrina y principios, signos de agitación y situación contrarrevolucionaria (cárcel, fusilamientos, hambre, anarquismo, terror, rehabilitación, ataques al fascismo y al imperialismo, conspiraciones, etc).
En esta constante atmósfera de confrontación y crisis del sistema, del partido y del gobierno discurren Konstantin, joven y anarquizante, combatiente y revolucionario, disidente de la ortodoxia impuesta por la Seguridad del Estado, encarnación de la Resistencia. Frente a él, Metodi, profesional del poder y la política, cabeza y ojos del partido, experto en estrategias de ajuste del mismo a las situaciones y oportunidades más útiles y propicias.
En Poder y resistencia (ajustadamente traducida por Roberto Bravo de la Varga), que no es sino una crónica política de la Bulgaria comunista hasta los límites de finales de la Guerra Fría, época marcada por el espionaje y la confrontación Este-Oeste, ente Europa, Estados Unidos y Rusia; por las sucesivas crisis y la inestabilidad, se entrecruzan personajes reales, históricos y de ficción, débiles y poderosos, rebeldes y acomodados en el sistema gobernante y su red de organismos de vigilancia y represión.
Individuo y comunidad conviven en planos desequilibrados: los que piden y los que otorgan; todo, en fin, se hace a modo de contienda y enfrentamiento: desde la cotidianeidad más sencilla hasta las decisiones más trágicas y destructivas. En definitiva, el individuo asume el papel de víctima y la colectividad (partido, clase, sindicato, gobierno) el de detentador del poder.
El poder adquiere una fuerza y una ejecutoria extraordinaria de control y castigo sobre los débiles, para quienes solo una pequeña y oscura parte de la vida es accesible.
Críticos e historiadores de la narrativa búlgara en el periodo 1946-2000 recuerdan que la censura aconsejaba a los escritores, por ejemplo, evitar géneros como el policíaco o el de ciencia ficción y cultivar, sin embargo, los temas históricos (idóneos para educar y adoctrinaren el ideario y la prédica comunista) con amplia presencia del pueblo y del partido en clave combativa y revolucionaria, fomentando así el diálogo y el acercamiento multicultural. El peso de la temática sociopolítica y del debate ideológico y el grado de su manipulación en las artes y las letras fue una rémora de lo que apenas escaparon novedades de exiliados... y ello con graves dificultades. Hoy la situación es mucho más bonancible. Y los más de sesenta títulos de narrativa (muchos menos de lírica y teatro) traducidos al castellano entre 1940-2020, son positiva prueba de ello. Síntoma de normalidad. ¡Que dure mucho!.