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ENTREVISTA
Pepa Bueno. Periodista y escritora

“José Mari y Víctor tienen mucha desconfianza y dolor, pero no el rencor que envenena la vida”

“La tragedia de un día. El drama de dos vidas. Dos niños inocentes, sin el calor de la familia y sin la proteccion de las instituciones. El 11 de diciembre de 1987, Jose Mari tenía trece años, y Víctor, once. Residían con su familia en la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Poco después de las seis de la mañana el edificio voló en pedazos. Tras la explosión, despertaron para encontrarse sobre un abismo de escombros. Aún no sabían que su madre, su padre y su hermana de siete años acababan de morir”.

Me parece muy difícil haber escrito Vidas arrebatadas (Planeta) de una manera serena, sin ira, con calma. Hay que ser muy profesional para no dejarse llevar por los impulsos.

Era fundamental eso, María, porque la historia es tan dura, y vista con los ojos de hoy, en 2021, nos parece tan increíble la cantidad de cosas que le han pasado a los hermanos Pino, que me parecía que no había que ponerle adornos ni hacer más melodrama de la tragedia que ya hay.

Así que me planteé de entrada que fuera su historia muy desnuda, con el fondo de cómo evolucionaba la sociedad española y cómo evolucionó la consideración del terrorismo por parte de la sociedad española y de las instituciones con este fondo, pero que la historia estuviera muy en primer plano. Estaba muy obsesionada por no perder ese foco, por hacer muy sobrio el relato, de manera que la historia de Víctor y José María no se perdiera. Lo que se cuenta en Vidas arrebatadas es una tragedia.

Con este libro nos abres los ojos y haces que veamos que el número de víctimas de ETA va más allá de los muertos. Son familias destrozadas.

Y la familia Pino-Fernández es buen ejemplo de eso. Es lo que me resultó probablemente más interesante de la historia, aparte de la peripecia vital terrible de Víctor y José Mari y comprobar hasta dónde llega la onda expansiva de 250 de amonal que se detonaron en 1987 y que hoy está en las pesadillas nocturnas de José Mari, cómo la familia originaria de Talavera de la Reina no volvió a ser nunca más la misma, incluso se rompió por la mitad, cómo Víctor ha llegado hasta hoy sin ser capaz de explicárselo a su hijo y no poder utilizar las palabras ‘atentado’, ‘muerte’... Poner en primer plano la tragedia íntima es lo que yo pretendía con Vidas arrebatadas.

Y esa sensación de perderlo todo... Es la historia de desarraigo de dos niños a los que ETA y las carencias de nuestro sistema les arrebataron todo. Y cuántos habrá que no conocemos...

Me he centrado en la individualidad de las víctimas, María. Me parece que no se puede despachar a los muchísimos supervivientes de atentado, heridos... con la etiqueta víctimas del terrorismo. Creo que merecen su individualidad. Cada víctima es un mundo, una circunstancia y tiene una manera diferente de metabolizar el dolor y convertirlo en energía para seguir viviendo.

De hecho, los dos hermanos Pino parten del mismo atentado, uno con 11 y otro con 13 años, y cada uno tiene una evolución personal e íntima muy diferente. Y me parecía muy importante concederle todo el protagonismo a la individualidad al ser humano, que es único e insustituible, y que tiene derecho a una evolución sin una etiqueta en la frente.

Estos hermanos tardaron veinte años en recibir una compensación por el daño , y otros diez en que el Estado reconociera el vínculo entre sus problemas de salud mental y el atentado que arrasó sus vidas. Lo peor es el tiempo no vuelve y las secuelas quedan para toda la vida.

Víctor está a tratamiento psicológico y psiquiátrico y asume que va a ser así el resto de su vida. Y eso han tardado treinta años, en el caso de José Mari, en que se reconozca la relación causa-efecto entre el atentado y sus síntomas de hoy. El estrés postraumático no se le reconoce ¡hasta diciembre de 2019! Y el atentado fue en 1987.

Suelo decir que esta es la historia de una herida de muchas pérdidas posteriores. Perdieron a su padre, su madre, su hermana, sus recuerdos, su casa, sus juguetes, sus amigos, su ciudad en un instante. Pero luego perdieron a su familia extensa, porque los ingresan en el orfanato. Y se pierden entre ellos mismos en una época en la que no había teléfonos móviles, eran adolescentes echados al mundo a buscarse la vida. Tienen todo su mundo conocido en un período muy corto de tiempo, entre la indiferencia general y la desatención de las instituciones. Son muchas pérdidas las que ellos acumulan y mucho tiempo el que tardan en ponerle nombre a aquello que les pasa.

Me gustaría saber cómo te llegó esta historia tan dramática de dos hermanos que se fueron a dormir una noche, y a la mañana siguiente amanecieron solos, huérfanos...

No la busqué, ella vino a mí. Y una vez que llega, ya no la puedes soltar. Estaba escribiendo, de hecho, otro libro que no tenía nada que ver con esto, estaba bastante atascada, no acababa de verle el horizonte...

Cuando la editora de Planeta, Ángeles Aguilera, me dijo: “El amigo de dos víctimas de ETA me ha hecho llegar los textos que uno de ellos ha escrito para su psicóloga como parte de su terapia; es una historia tremenda, te las voy a pasar”. Esas páginas que José Mari escribe en sus noches de insomnio, cuando las leí, me quedé clavada en el asiento. Ahí se intuía la hoguera emocional en la que vive.

Y quedamos en Bilbao, porque ellos viven en Cantabria, y nos conocimos un día, hablamos muchas horas. Y salí convencida de que tenía que escribir esa historia. Me sorprendió su perplejidad. Luego lo siguiente fue vernos, grabar conversaciones entre nosotros y hacer el trabajo de investigación y documentación para el libro...

Conociendo de primera mano sus testimonios, ¿conservas la misma opinión sobre ETA o ha cambiado en algo?

Sobre los terroristas de ETA tenía ya una opinión ya muy formada. Han sido muchos años de asesinatos, de secuestros, de extorsiones. Lo que ha cambiado es la forma de representarme lo que significa el terrorismo. A mí antes me venían a la cabeza el atentado, el funeral, la política antiterrorista de cada Gobierno, los juicios a los etarras... Ahora no. Ahora lo que se me viene es el horror instalado en la vida cotidiana, la intimidad de las víctimas solas cuando tienen que volver a barajar las cartas de la vida y tienen que hacerlo con una pérdida enorme. Me ha cambiado el punto de vista sobre todo lo que deja una bomba.

El hecho de que nuestra democracia permita reinsertar a cualquier persona que haya cumplido su condena en la sociedad... ¿es uno de los grandes defectos de este sistema, Pepa?

Yo creo que no, María. El sistema del que nos hemos dotado es el que tenemos y no tengo por qué pensar que es malo.

He aprendido otra cosa de ellos: tienen mucho dolor y mucha desconfianza, pero no el rencor que envenena la vida. Quieren que los terroristas paguen, claro, hasta la última gota de sangre que han derramado. Y esto ha sido un gran aprendizaje para mí.

Pero para no esquivar tu pregunta, creo que nuestro sistema penitenciario, de justicia, es democrático, y dice que las deudas con la justicia se saldan con la condena que te han impuesto los jueces. Y yo en eso creo profundamente. Otra cosa es saber que la justicia no es solo una condena o unas penas de prisión, sino que también José Mari y Víctor no se sientan solos, no hayan crecido desamparados y tengan la atención institucional y el reconocimiento social que se merecen.

¿Algún deseo con este libro?

Yo me siento muy recompensada con el hecho de que ellos se reconozcan en él. El relato no altera su historia, su pensamiento y sus sentimientos. Ojalá la memoria compartida los ayude a aliviar la carga que llevan sobre sus hombros. Ese sería mi deseo.

Una carrera plagada de éxitos

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, inició su carrera profesional en RNE. En 1991 se incorporó a Televisión Española y, desde 1996, presentó el programa ‘Gente’. En 2004 asumió la dirección y presentación del matinal ‘Los desayunos de TVE’. En 2008 pasó a estar a cargo de la edición y presentación de Telediario 2. Tras 19 años en la cadena pública, volvió a la radio para dirigir y presentar ‘Hoy por hoy’ en la Cadena SER. En septiembre de 2019 se estrenó en ‘Hora 25’ (SER). En 2020 recibió el Premio Internacional de Periodismo Cátedra Manu Leguineche. A lo largo de su carrera ha sido galardonada con el premio Ondas, el Premio Cerecedo de la Asociación de Periodistas Europeos y el Premio al Mejor Telediario del mundo del Instituto Académico Media Tenor. Su firma puede leerse semanalmente en ‘El País’.

04 mar 2021 / 01:00
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