Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
farmacia. No menos de 20.000 jóvenes mujeres fueron ofrecidas a los dioses en Tenochtitlán, en México // Se presume que iban drogadas con mescal, sustancia que se extrae del cactus peyote y es altamente alucinógeno TEXTO Ángela Precedo

La conquista de América como el inicio del fin de sacrificios humanos

Mientras en España se celebraba el día del descubrimiento de América (el 12 de octubre), miles de personas en las calles de Estados Unidos, como señal de protesta contra la colonización del continente por parte de, valga la redundancia, Cristóbal Colón, celebraban el Día de los Pueblos Indígenas, señalando las ‘atrocidades’ de la conquista. Personas pisando la cabeza a estatuas del descubridor, otras tapiadas de madera...

No se puede negar que, en verdad, nadie descubrió el ‘Nuevo Continente’, ni siquiera era nuevo, pues ya estaba ahí antes de que los españoles llegasen, ya vivían tribus indígenas. Pero, aunque es los conquistadores pudieron cometer errores, también llevaron paz a zonas donde el oscurantismo de religiones paganas sacrificaba miles de víctimas al año a los ‘dioses’.

En concreto, cuando los españoles llegaron, se encontraron con tres civilizaciones: maya (Yucatán, Guatemala, Honduras), azteca (México) e inca (Región Andina). Todas ellas tenían vegetales y animales que en el ‘Viejo Mundo’ no se conocían, como el maíz o la patata, el tomate, el tabaco o la mandioca; así como el armadillo, la llama o la alpaca. Y, del mismo modo, tenían también sustancias desconocidas para los colonizadores, como la coca (Erythoxilon coca) o la corteza de quina (Cinchona), con aplicaciones en farmacia.

Pero, antes de fijarse en las maravillas que podría proporcionarles aquella tierra, lo primero en llamarles la atención fueron los rituales religiosos de las tribus, con sacrificos humanos. Tal y como recoge el catedrático de la USC Enrique Raviña en su obra ‘Las medicinas de la historia española en América’ (’Medicines of Spanish History from America’), no menos de 20.000 víctimas fueron asesinadas para los dioses, en los 4 días de festejos de inauguración del templo de Tenochtitlán (México), cuna de la cultura azteca, en 1486.

Se presume que en esta cultura, los dioses necesitaban, a la caída del sol, sangre como alimento, y demandaban continuamente víctimas. Estos sacrificios, generalmente, incluían a jóvenes doncellas, por ser las que obtenían el favor de los dioses y las que podían salvar a la comunidad de su ‘enfado’. Por supuesto, cuando llegaron los españoles, cortaron de raíz esta barbarie. Ahí empezarían los conflictos entre los que se negaban a doblegarse por confiar en su religión y los que acabaron adoptando la cultura del ‘Viejo Mundo’.

Con todo, lo que aquí nos interesa, más allá de conflictos entre países es... ¿Por qué las jóvenes ‘aceptaban’ (sic: a nadie le gusta ser sacrificado)? Al parecer iban ‘colocadas’ con mescal, alucinógeno extraído del cactus peyote, abundante en la zona, que les nublaba la razón y disminuía su sufrimiento, dejado de ser conscientes.

El fraile franciscano Bernardino de Sahagún, emigrado a América en el año 1528 para trabajar en varios conventos, dedico en su libro ‘De ciertas hierbas que emborrachan’, un capítulo entero a describir el ‘peyolt’ o el ‘Psylocibe’. De esta seta, que contiene el alcaloide alucinógeno psilocina, dice el escritor López de Gómara, en ‘La Conquista de Méjico’, que “comen unas setillas crudas que llaman teonanacalth o carne de Dios y la beben con aguamiel o su común vino y en chico rato se les antoja ver cosas... y visiones espantosas”. Otro alucinógeno es la enredadera ‘oliliuhqui’. Sobre estas drogas había caído el silencio, y los relatos los escritores de Indias se tomaron como fábulas, ya que ni la Iglesia ni los poderes públicos estaban interesados en la divulgación de cuestiones vinculadas a culturas paganas. Según el profesor Raviña, sería a raíz de las experiencias con el LSD de Albert Honfmann cuando, en los 50, se iniciaría el estudio científico de estas especies.

Centrándonos en el ‘peyolt’, sustancia que se presume que se daba a las víctimas de los sacrificios, Sahagún dice que “los que la comen ven visiones espantosas o de risas”. De hecho, este cactus fue por indígenas nativos desde tiempo inmemorial en ceremonias religiosas, con efectos alucinógenos y euforizantes, para comunicarse con los ‘dioses’.

Y las experiencias con las bebidas del hongo las describe el británico Aldous Huxley en su libro ‘Las puertas de la percepción’: “la mayoría de los tomadores de mescalina experimentan solo la parte celestial de la esquizofrenia; la droga solo procura el infierno a quienes han padecido poco antes una icteria o son víctimas de depresiones periódicas o ansiedad crónica”.

¿Pero, cómo se obtenía? En su obra, el profesor Raviña expone que la droga cruda mescal es, básicamente, el cuerpo del cactus peyote. Se corta en tiras que se secan al sol. Se mastican y comen o se cortan en trozos que se beben en infusión en bebidas alcohólicas como tequila, pulque o ginebra. El cactus puede contener entre un 8 y un 9 % de alcaloides. La mescalina, el principal.

21 feb 2022 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.