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La Fundación Castro divulga ocho comedias del autor Lope de Vega

El Fénix de los ingenios escribió más de 300 en el Siglo de Oro contraviniendo la retórica

“Lope era mucho Lope”, concluye Agustín Sánchez Aguilar en su amenísimo prólogo a las comedias magistrales: Peribáñez y el comendador de Ocaña, Fuenteovejuna, El villano, en su rincón, El mejor alcalde, el Rey, La dama boba, El perro del hortelano, El caballero de Olmedo y el El castigo sin venganza, de más de las 300 que escribió.

En pleno Siglo de Oro el dramaturgo sembró la polémica con una nueva forma de escribir teatro que gozaba de gran éxito entre el público, aunque fuese criticada desde el mundo académico.

Los vigías de la alta cultura no entendían que sus obras contraviniesen las reglas aristotélicas que habían regido la escena desde siglos atrás y le pidieron que escribiese una disertación en defensa de su escritura. El resultado fue el Arte nuevo de haces comedias en este tiempo, publicado junto a sus Rimas en 1601.

La nueva fórmula lopesca llenaba de nervio y dinamismo las tablas, conectaba con el público y enaltecía el lenguaje con los recursos de la poesía.

Ahora lo trágico convivía con lo cómico y, frente a las antiguas leyes de unidad de tiempo y espacio, vemos a Lope agilizar sus obras con cambios continuos de escenario, mantener viva la intriga hasta el final y dilatar la acción en varios días. En aquellos momentos, la diversión del espectador era la que marcaba la pauta sobre el arte de escribir, por lo que no es de extrañar que el dramaturgo se ganara pronto el sobrenombre de Fénix de los ingenios.

Aunque se sabe que escribió muchas más, sólo se conservaron alrededor de 300, un repertorio inmenso del que la Biblioteca Castro escogió ocho piezas consideradas magistrales por todos los estudiosos. Algunas, como Peribáñez, estuvieron en el canon desde el principio, mientras que otras hubieron de esperar siglos para ser apreciadas. Es el caso de El caballero de Olmedo, comedia redescubierta por Lorca, que la adaptó y representó con La Barraca.

Sin embargo, todas ellas revelan un dramaturgo versátil e ingenioso que se maneja tan a gusto en la tragedia histórica como en la comedia de enredo, y que bebe en las fuentes más variopintas. Mitos clásicos, fábulas caballerescas, crónicas e incluso refranes servirán, en fin, para que la imaginación de Lope de Vega engendre una nueva comedia.

En su teatro el romance cobra protagonismo, la figura del gracioso siembra el contrapunto cómico frente al galán y la honra se revela como fuerza omnipotente que determina los movimientos de los protagonistas.

En este sentido, Lope va un paso por delante porque considera que el honor también es asunto del pueblo (frente a la creencia tradicional de que sólo pertenecía a los nobles).

En la Dama boba toca un tema tan original como es la educación de las mujeres.

24 dic 2020 / 01:00
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