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ENTREVISTA
Amparo Larrañaga // Actriz

“La mentira es absolutamente necesaria. No existiríamos sin ellas”

“Qué político hace de la cultura su bandera. Estamos en un oscurantismo cultural como no he visto nunca”

La actriz Amparo Larrañaga (Madrid, 1963) acaba de estrenar Laponia, una comedia ácida que plantea un debate sobre las mentiras, las tradiciones y la educación de los niños, un ámbito en el que, a juicio de la intérprete, aún hay que avanzar porque en España existe “una tendencia a involucionar en cuestiones sociales”. “Nos estamos volviendo más homófobos y más racistas, es la realidad. España antes era un país mucho más abierto”, lamenta Larrañaga.

La actriz señala a los discursos de odio, el “constante enfrentamiento” y a la educación de los hijos “en base a directrices políticas” como motivos de esta situación. La educación de los niños en familia es uno de los temas que aborda Laponia, donde la intérprete se mete en la piel de Mónica, quien junto a su pareja, Ramón (Iñaki Miramón), y su hijo de cinco años, Martín, viaja a Finlandia para pasar la Navidad con su hermana, Nuria (Mar Abascal), su pareja, Olavi (Juli Fabregas) y la hija de estos, Aina, quien cuenta a su primo que Papa Noel no existe.

Esta verdad llevará a las dos familias a un enfrentamiento en el que contrapondrán sus maneras de educar. Así se abrirá también el debate sobre la verdad y las mentiras, que para Larrañaga son “a veces necesarias”. “No creo en los sincericidios en absoluto. La diplomacia está por encima, gracias a eso evitamos guerras”, apostilla al respecto. A su juicio, “no existiríamos sin mentiras”, por lo que cree que el debate real está en si determinadas mentiras están o no justificadas: “Yo sí creo en las mentiras, pero hay que revisar cuáles hacen daño y se deben evitar, y cuáles evitan daños”. “Mentimos constantemente», dice la actriz, que además sostiene que hacer creer a los niños en Papá Noel “no es una mentira, es otra cosa, es una ilusión que se acaba tarde o temprano”.

La obra aborda estos asuntos desde la comedia y el humor que su directora, Tamzin Townsend, cree que son muy necesarios para la actualidad y para estos temas, ya que “hace reír hablando de la familia, de la polarización y de las verdades y las mentiras”. Los personajes también plantean el dilema entre la educación de un país como Finlandia, a la cabeza de los sistemas educativos, o la española, en un país donde hay más tradición en “decir verdades a medias”.

En este sentido, Amparo Larrañaga se define como “una patriota rara” ya que, aunque nunca se ha envuelto “en banderas”, cuando está en el extranjero, y ella viaja mucho desde niña, se acuerda de cómo le gusta España.

Aunque Larrañaga y Townsend destacan el apoyo de los gobiernos a la cultura en otros países y abogan por mayores políticas de promoción en España. “La cultura ha dejado de ser popular”, asegura la actriz madrileña, que se pregunta “qué programas promocionan un libro más allá de dos minutos” o “qué político hace de la cultura su bandera”: “estamos en un oscurantismo de la cultura como no he visto nunca”, lamenta Amparo Larrañaga.

La directora de la obra, Tamzin Townsend, coincide con la actriz, con la que ha trabajado varias veces. “La verdad no es tan buena, hay verdades que te puedes ahorrar y mentiras piadosas que están bien, yo creo en ellas”, subraya. Con Laponia, idea de Cristina Clemente y Marc Angelet, Townsend apuesta por ese teatro que tanto le gusta, “el de pasarlo genial, estar, pensar y, al acabar, tener un poco de debate”. Y es que, asegura, se trata de una obra “inteligente” que despertará lo que ella denomina “la risa del conocimiento -reírte porque son cosas que te pasan-”, lo que llevará a una reflexión y conversación tras la presentación. Todo ello vendrá impulsado por un humor ácido pero no cruel, pues, dice, marca ahí sus límites. “Cada uno tiene que poner sus límites al humor”, apunta al respecto de este otro debate.

HUMOR SIN LÍMITES. Por su parte, Larrañaga se muestra más tajante: “El humor no tiene que tener límites, es ficción absoluta, pura y dura”. “Hay una cosa que se llama el mando a distancia (para cambiar de canal) o no ir a los sitios, esa es la única censura en la que creo”, defiende también la actriz, amante de este género y más en el teatro.

Precisamente, las tablas se han convertido en un lugar “más agradecido” para ella que otros en los que antaño fue habitual, como la televisión, donde se ponen en juego otras cuestiones como la popularidad, hace hincapié, si bien avisa de que la gran oferta de producciones deriva hoy en día que los actores pasen también desapercibidos en la pantalla chica o las plataformas.

En el teatro, Larrañaga ha encontrado su hogar. “Te ve menos gente pero es donde yo soy más feliz, es como una empresa familiar, compartes con gente que adoras la ilusión de los proyectos”, aplaude, para agregar que, además, es un espacio “mucho más tranquilo” para las mujeres “a partir de una edad”.

En este sentido, critica que las mujeres “interesen menos que los hombres” a las producciones al llegar a cierta edad, aunque admite haber asumido esta situación desde hace tiempo. “Es algo que yo he visto en las mujeres de mi familia”, relata, pues, nieta de María Fernanda Ladrón de Guevara, hija de María Luisa Merlo y sobrina de Amparo Rivelles, todas actrices, creció en el ambiente artístico. No sabe si llegará a vivir un cambio en este sentido, pues de momento considera que los jóvenes seguirán haciéndose con el protagonismo al ser el consumidor “fundamentalmente joven”. Sin embargo, reflexiona sobre un vuelco en las producciones audiovisuales, en este y otros aspecto, a causa del “agobio” derivado de la elevada oferta y de que no haya “nadie que tenga tanta voz propia”. “Sí, puedes decir que has hecho 1.000 películas, pero a lo mejor son todas iguales...”, afirma-

Por otra parte, Larrañaga reconoce que no vive “pendiente de un teléfono. Lo vi en mi familia, en mi madre y en mi abuela, y dije: a partir de cierta edad céntrate en el teatro. Triunfar nunca ha sido tan misión imposible cómo mantenerte cuarenta años en esto. También es que yo soy muy pasota: hay que luchar, pero contra las paredes no me doy. Haz notar que pasan cosas, pero que vayas a cambiar algo eso ya es otra cosa”.

Ella vive relajada al no aceptar ciertas ‘leyes no escritas’ que sufren los actores: “Si logras que esa presión de ser joven y delgada no te afecte, vives más tranquila (...) Yo digo: ¿por qué voy a pesar 10 kg menos? Más joven dices: tengo que triunfar, pero luego ya te lo permites. Yo veo a mi alrededor que los tíos están peor que yo y dices: ¿por qué me voy a operar yo?, que se operen ellos. El teatro para la mujer es más agradecido”.

Asegura que en el teatro no se discrimina por la edad: “Ni por el físico. Eso te permite tener libertad. El teatro no te exige que te operes, ni que te pinches. Va más con mi forma de vivir y de pensar (...) No creo que las mujeres sientan tanta presión por ellas mismas, sino por saber, por ejemplo, que al hombre le gustan las mujeres jóvenes. Yo esa presión no la quiero y la resisto. Puedo permitírmelo porque tengo mi propia empresa. Vivo más relajada”.

24 sep 2022 / 19:53
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