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ENTREVISTA
Albino Prada. Profesor de economía y autor de ‘El regreso de China. ¿Chimérica o Telón Digital?’ (Mundiediciones)

“La pandemia ha mostrado una mayor resiliencia de la economía china que en los países occidentales”

Su ensayo se titula ‘El regreso de China: ¿Chimérica o telón digital?’. ¿Nos explica su significado?

Observé que, sorprendentemente, sobre China no había en las librerías ensayos que de forma breve y sintética se ocupasen del pasado reciente de ese país y de su situación actual. Y de la relación crucial entre ambas perspectivas. Titulo regreso, porque China ya fue hasta el siglo XVII la economía con más peso en el mundo, posición que ahora vuelve a ocupar. Pero no solo por su PIB, también por su capacidad financiera y de ahorro, de inversiones en el exterior o de tecnologías emergentes.

El dilema entre Chimérica o Telón Digital está abierto ahora mismo. China para Kissinger era una oportunidad de abducción para la maquinaria económica norteamericana luego, suponía él, vendría todo lo demás. Pero el abductor se vio abducido (China es su banquero y su fábrica global): Chimérica. Todas las alarmas saltaron con el big data y la IA. Ser abducido en este asunto suponía, para cualquiera de los dos, un riesgo directo para su soberanía e independencia nacional.

En esta pandemia, ¿China ha demostrado estar a la altura, sobre todo si hablamos de ingeniería tecnológica?

El pasado año 2020 se puso de manifiesto que China aguanta sin entrar en recesión una pandemia mundial y que incluso mantiene un pulso exportador. La dependencia, que para ellos empezó siendo tecnológica, ahora se ha visto invertida: material sanitario, equipos para teletrabajo, IA para gestión de crisis, etc. Ha sido el resto del mundo (incluidos los países más ricos) los que se han puesto a la cola para conseguir ser atendidos en aquel mercado.

La pandemia ha puesto de manifiesto una mayor resiliencia de la economía china que en los países occidentales y nos ha obligado a poner en la agenda la autonomía y autoabastecimiento por encima de las aparentes ventajas en costes de la globalización neoliberal.

¿Cómo debemos ver al país asiático: como aliado, enemigo o como el ‘comodín del público’ (valga la expresión)?

China busca celosamente, lo analizo en mi libro, blindar su independencia y soberanía nacional en un mundo global muy interdependiente. Su experiencia en la primera mitad del siglo XX fue muy traumática y ejemplarizante. Como Japón o Corea han tomado buena nota de que no deben depender tecnológicamente de los países más ricos. Su apertura al exterior se condicionó a romper esa dependencia. Y lo están consiguiendo...

Para ellos cualquier país, y digo cualquiera, que encaje en sus necesidades de aprovisionamientos y de mercados será un interlocutor válido. De momento siguen siendo no alineados, con un pequeño poder nuclear disuasorio y con demasiadas cosas que atender dentro. Pero ven con suma preocupación cualquier ruptura del libre comercio mundial, del transporte y de las comunicaciones.

¿Es una competencia sana la que tienen EE. UU. y China? Con Trump estaba claro que no...

China compite en el mundo de acuerdo con lo que le permite la Organización Mundial de Comercio. Nadie controla que en la globalización neoliberal se respeten unos estándares mínimos de derechos laborales, sindicales, obligaciones fiscales, ambientales, etc. Y eso provoca una igualación a la baja en el resto del mundo.

Walmart es una de las mayores empresas norteamericanas de distribución, se dice que si fuera un país sería el mayor socio comercial de China. A Walmart no le precupa lo que pase con los trabajadores en China, ni los efectos que tenga su modelo de negocio en sus propios consumidores norteamericanos. Comprarán más barato pero no tendrán empleo. Esta es una competencia tóxica. No creo que antes Trump o ahora Biden la vayan a corregir. Walmart y la plutocracia china salen ganando en este juego. Muchos otros, dentro y fuera de China, salen perdiendo.

Es curioso que un país comunista sea la mayor economía del mundo...

China no es un país comunista. Es un país gobernado por un partido autodenominado comunista. Del que este año se cumplen 100 de su fundación. Tomaron buena nota de lo que pasó en la URSS y lo dejaron claro en Tiannanmen. El PCCh que reorientó Deng Xiaoping en el mejor de los casos allá para 2050 se plantea una economía social de mercado. Ni socialismo, ni comunismo... eso queda para 2100.

Es un país inmenso gobernado por un partido centralizado y plutocrático cuyo máxima preocupación es evitar un derrumbe como el de la URSS. El big data y la IA le dan nuevas herramientas para conseguirlo si, al mismo tiempo, pueden dar satisfacción a un creciente consumismo de amplias capas de población. De momento han cambiado comunismo por consumismo.

Las multinacionales obtienen beneficios gracias a China, está claro. ¿Y los consumidores? ¿Y los propios chinos?

Como te decía la plutocracia global de las multinacionales (Walmart, Apple, Microsoft, Adidas,...) y la plutocracia interna de China consiguen sus objetivos mutuos. Se han adaptado mutuamente: Chimérica.

Pero en ausencia de un gobierno mundial de la globalización (contra la actual OMC) la subsiguiente igualación a la baja dañará la vida digna de los trabajadores aquí y allí. También dañará, lo está haciendo, la capacidad fiscal de los estados (del chino incluido).

Los periódicos tenemos mucho que agradecerle a China, ¿verdad?

Papel e imprenta son innovaciones chinas. Pero, como muchas otras que reviso en el libro, allí no encontraron durante mucho tiempo la adaptación comercial e industrial que se desplegó en Occidente. Quizás porque una abundante y barata mano de obra no lo estimulaba. Hoy ya no es así.

El jueves 24 de octubre de 2019, por ejemplo, el diario de mayor tirada de España incluía un encartado (China Daily – China Watch) de nada menos que ocho páginas. Una forma de diplomacia blanda, se dice, para crear influencia y prestigio internacional

¿Es Rusia ahora mismo la nación más hábil al conseguir una cooperación estratégica? ¿Querrá hacerse con el poder y relegar a China a una segunda posición?

Hoy Rusia no es ni la sombra de lo que era a mediados del siglo pasado, mientras que China –que en aquel momento estaba hundida y recibió la ayuda de la URSS- ya supera hoy la dimensión económica de la UE o de EEUU. Y es siete veces mayor que Rusia. A Rusia le queda su poder nuclear y sus reservas de combustibles fósiles. Pero eso no alcanza para jugar un papel global equiparable al que juega China. Por eso creo que un ciudadano reflexivo debiera recorrer las apenas ciento cincuenta páginas de mi libro. Para entender estas encrucijadas.

Pinceladas de su trayectoria profesional

El autor, nacido en O Bolo (Ourense), es colaborador de ‘Mundiario’. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Santiago, es profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo y forma parte de Economics and Business Administration for Society (Ecobas), única agrupación estratégica gallega en el ámbito jurídico-social, y del movimiento internacional Attac. Fue miembro del Consello Galego de Estatística, del Consello Económico e Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Es autor de ‘Caminos de incertidumbre’ (Catarata), un ensayo con el que cierra la trilogía que iniciara con ‘El despilfarro de las naciones’ (2017) y prosiguiera con su ‘Crítica del hipercapitalismo digital’ (2019). Este mes publicó en Mundiediciones el ensayo ‘El regreso de China: ¿Chimérica o Telón Digital?’.

Fuente: Mundiario

16 mar 2021 / 01:00
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