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Luis Feito, en el recuerdo

    la obra de luis feito (1929-2021), uno de los artistas que mejor encarna el sentido de lo que fue la vanguardia artística española de la segunda mitad del siglo XX, se sitúa como una de las apuestas más solidas de la historia del arte contemporáneo, desde esa condición renovadora, cercana y actual se recordará a este gran pintor, fundador, en 1957, del Grupo El Paso, junto con Rafael Canogar, Manuel Rivera, Pablo Serrano, Antonio Saura, Manuel Viola, Juana Francés y Manolo Millares.

    Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, frecuentó el taller de Mampaso en Madrid y sus comienzos en los primeros años de la década de los cincuenta caminan paralelos a los del nacimiento del Movimiento Abstracto en España, tiempos en los que tienen lugar las primeras Bienales Hispanoamericanas (1951), que dieron a conocer a los artistas que se sumaban a las tendencias informalistas procedentes del exterior y argumentadas las teorías desde el Congreso de Arte Abstracto celebrado en Santander en 1953.

    La llegada de Luis Feito al mundo del arte se produce en ese entorno en el que confluyen, entre otros jóvenes creadores, los gallegos Molezún, Labra y Mampaso, presentes en los acontecimientos expositivos de aquel decenio.

    La pintura de Feito experimenta, desde los inicios, una serie de transformaciones que van desde la linealidad de sus primeras pinturas al ejercicio informalista que ocurre a mediados de los cincuenta. En años posteriores, los sesenta y setenta, ya instalada su obra en la madurez, derivará hacia una poética geométrica, alternando materias y colores ocres, negros y blancos con el rojo, que se convertirá en el principal punto de referencia junto al círculo, verdadera forma dominante en el espacio del cuadro. Su obra mantuvo a lo largo de toda su trayectoria un alto componente espiritual, resultado del particular modo de entender el hecho creativo y de la propia personalidad del artista, reflexiva, austera y silenciosa.

    No acostumbraba a dar explicaciones sobre el significado de su trabajo, en cambio creía en la locuacidad del mismo, en su mensaje, en el ejercicio de la contemplación y en lo que la propia presencia de la obra pudiese significar.

    Un hecho destacable en la biografía de Feito es el viaje a París que tiene lugar en 1956. Experiencia posible gracias al apoyo de una beca proporcionada por el gobierno francés; la estancia posterior en la ciudad ensanchará sus conocimientos en torno a las diferentes propuestas que se estaban produciendo en los escenarios de las vanguardias afines a su sensibilidad. Su obra experimenta entonces reveladores cambios que dan lugar a nuevos planteamientos, siempre integrados en las poéticas del informalismo.

    En 1959 forma parte de una gran exposición en París, que reunió a un conjunto de artistas emergentes, titulada 13 peintres espagnols actuels se pudo ver en el Musèe des Arts Decoratifs en los meses de mayo a junio de ese año. Eran momentos de gran efervescencia en la capital francesa incentivados por políticas favorables a la difusión del arte europeo, apoyadas por André Malraux y por los críticos Raymond Cogniat y Pierre Restany, quienes impulsaban entonces las primeras Bienales de París, en las que también participaría Feito acompañado de otros artistas, entre ellos David Hamilton, Jean Tinguely e Ives Klein. En 1960, participa en la Bienal de Venecia y en ese transcurso recibe el Premio David Bright.

    Después de 1981, año en el que finaliza su etapa parisina, pasará largas temporadas en Montreal y posteriormente en Nueva York, ya asentada su obra después de sucesivas transformaciones que darían lugar a radicales concreciones en torno a la idea del vacío, reflejada en el ejercicio del color, monocromo y sin más elementos. En los años noventa recuperaría componentes gestuales anteriores.

    Pero esa distancia no supuso el abandono ni la falta de contacto con su país, y el artista madrileño, de raíces familiares en el municipio de Rascafría, con su taller instalado en esa localidad tras largos recorridos y con obra en permanencia en museos de todo el mundo: Galería de Arte Moderno de Roma, MNCARS, de Madrid, Guggenheim de Nueva York o Museo de Bellas Artes de Montreal, quiso dejar constancia de su arraigo en esa zona de la sierra madrileña aportando, en 2002, un valioso y extenso legado en forma de colección de obra gráfica, que se conserva actualmente en Oteruelo del Valle en recuerdo de los momentos allí vividos.

    15 feb 2021 / 01:00
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