Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
ENTREVISTA

María Dueñas, escritora: “Quería volver a aquel Tánger de los años 40 y 50. Y quería volver con Sira”

La autora de la aclamada novela ‘El tiempo entre costuras’ regresa con ‘Sira’ (Planeta), una historia de casi 650 páginas en la que se nos narra la vida de la protagonista tras el final de la Segunda Guerra Mundial y los años difíciles de la posguerra española.

Acompañamos a Sira a diferentes enclaves, Palestina, Londres, Madrid y Tánger. Un viaje vital descrito de nuevo por Dueñas con su habitual precisión, con su capacidad para crear atmósferas en las que, sin apartarse del curso de la Historia de aquel tiempo se recrea la intrahistoria y la vida personal de personajes que transitan por territorios complejos, entre la esperanza y la incertidumbre.

Algo más de doce años han pasado desde que María Dueñas alcanzó el cielo literario con ‘El tiempo entre costuras’. La escritora manchega llegaba desde la filología inglesa, a la que ha dedicado dos décadas de su vida como docente en la Universidad de Murcia. Su aventura literaria estaba llena de energía, porque Dueñas tiene esa fuerza extraordinaria de quien pone toda la carne en el asador en cada momento, de quien vuelca toda la intensidad en el presente.

Pero nunca creyó que aquella historia de una costurera metida a espía en tiempos turbulentos iba a proporcionarle tantos días de éxito. Después, sin que la novela perdiera un ápice de su potencia, traducida ya a más de 35 idiomas, la obra fue convertida en serie de televisión por Antena 3, y de nuevo alcanzó un eco notable entre la audiencia. Sin haber extinguido su llama, la novela encontró un nuevo empuje, tanto que Dueñas, dice, llegó a sentirse abrumada, mientras sus otras obras, también bien recibidas, continuaban apareciendo, más o menos a un ritmo de una cada tres años: ‘Misión Olvido’, ‘La Templanza’ y ‘Las hijas del capitán’.

Hablo con María Dueñas por teléfono. Acaba de recuperar a su personaje más emblemático en otra historia larga y torrencial, contenida, sin embargo, construida con los materiales de la imaginación, excelentes, pero también con ese exquisito tratamiento de las fotos antiguas, tan reveladoras, con ese viaje inteligente hacia los archivos y los periódicos de la época, mientras la atmósfera de los años cuarenta y cincuenta se va acumulando, con escaso sol y no pocas nubes negras, sobre nosotros. Es su quinta novela. Y ahora ya no sabe si Sira se ha ido para siempre o si volverá una tercera vez.

Entonces, ¿aún no sabes qué será de nuestra costurera?

No, te lo digo con el corazón. Tengo que esperar a ver qué piensan los lectores esta vez. De momento, las opiniones son buenas, pero hay que esperar. He dejado el final abierto, más o menos, como se suele hacer en estos casos... Pero no sé. Todavía no. Al principio, tras ‘El tiempo entre costuras’, mucha gente me animaba para escribir esta segunda parte. Luego, cuando publiqué ‘Misión Olvido’ creo que todo el mundo pensó que ya estaba en otra cosa y los lectores dejaron de insistir. Empecé a creer que ya no les importaría si Sira no regresaba jamás. Pero por lo que veo ahora, no era sí. Creo que la han vuelto a recibir encantados.

Algo tendría que ver también la serie de televisión, que nos permitió ver a Sira en la pantalla, de carne y hueso...

En España se estrenó unos tres años después de la publicación de la novela. Funcionó muy bien, pero la mayoría de la gente que la vio ya la había leído. Creo que el impacto de la serie, en cuanto a conseguir lectores nuevos, me refiero, fue en América Latina y también en Estados Unidos.

Imagino que, como filóloga de la lengua inglesa, habrás prestado atención a las traducciones de tu novela a esa lengua.

Sí, claro. La revisé en su momento, tuve contacto con el primer traductor al inglés, aquí en España... Creo que han sido excelentes versiones. Ya sabes, eso sí, que en Estados Unidos prefirieron titularla ‘The Time in between’, porque, hasta donde se me alcanza, querían darle un tono más de novela histórica. Sin embargo, en Inglaterra, [Viking] la tituló ‘The Seamstress’ (‘La costurera’), yo creo que buscando un aire más de novela femenina, por decirlo así. En general, los títulos tienen que ver con las orientaciones de mercado y estas cosas.

‘El tiempo entre costuras’ cambió tu vida. Tuviste que dejar el mundo académico, por ejemplo. No sé si lo echas de menos...

Bueno, si soy sincera, la docencia no. Pero tengo mucha relación con esa época, me mantengo en contacto. Con lectores que me conocen de entonces, con compañeros. Echo de menos los trabajos en los grupos de investigación, incluso algo tan sencillo como compartir una asignatura. Yo soy muy independiente, pero la verdad es que escribir es una profesión muy solitaria. Pero no, no me he alejado del todo... la semana que viene vuelvo a la Universidad de Murcia a dar una conferencia. Así que todo está aún ahí.

Siempre me lo he preguntado, María. ¿Pensaste alguna vez que la literatura te llevaría tan lejos? ¿Lo soñaste? ¿Lo deseabas?

No. Ni me lo planteé. Ni se me pasó por la cabeza. Mi único objetivo era terminar una novela, que no era poca cosa, y buscar una editorial. Yo estaba acostumbrada a nuestras publicaciones universitarias, ya sabes. No pensaba en las tiradas y esas cosas. Bastante tenía con sacar la novela adelante. No sabía qué iba a pasar ni me interesaba nada: te lo digo con sinceridad. Hasta que me di cuenta de que aquello empezaba a tomar ritmo y no se podía parar. Y bueno (risas), tampoco lo quería parar. Con ‘El tiempo...’, después de Navidad reeditamos cincuenta mil ejemplares más, y entonces supe que sí, que allí ya pasaba algo.

Es que 500.000 ejemplares de tirada tienen que dar mucho vértigo...

Bueno, esos ejemplares incluyen también la edición para América Latina, pero sí, son cifras muy grandes. Las asumo. Luego empezaron a ser habituales, lo digo sin arrogancia (risas). Lo asumo con responsabilidad, porque más allá de la ilusión personal, está el trabajo de mucha gente. Hay que saber que esto implica un gran esfuerzo, una gran apuesta, pero los lectores responden muy bien y no me asomo al precipicio. Ya no.

Sira Quiroga vuelve, entonces, pero vuelve diferente. Aunque es normal, porque el tiempo ha pasado. Creo que llegaste a decir que el impacto de la primera novela te había saturado un poco, pero ahora esto debe de ser un soplo de aire fresco.

Bueno, todo lo que rodeó ‘El tiempo entre costuras’ fue vertiginoso, claro. Yo estaba aún en la universidad. Se empezaron a multiplicar las ediciones en España, con todo lo que supone. Había que hacer muchas presentaciones, y yo tenía mi horario en la universidad... Y luego vinieron las traducciones, el salto a Latinoamérica, la serie... En fin, mil cosas. ‘Misión olvido’ fue como salir de una bola de nieve que no dejaba de crecer. Así que en ese sentido quedé un poco saturada, pero muy agradecida, por supuesto.

¿En qué momento llega la decisión de recuperar a Sira Quiroga?

Como te decía, yo no tenía la intención de volver sobre la historia ni sobre el personaje. La primera novela había generado una especie de tsunami y estaba, como dije también, algo abrumada, aunque, desde luego, muy feliz. El caso es que yo voy mucho a Marruecos, como sabes. A Tánger. Y a Tetuán. Siempre me da pena no pasar allí más días. Y regreso con la idea de que estoy dejando atrás un territorio maravilloso que tuvo una época que daría para mil novelas. Pero cuando vuelvo me lío con las mil cosas de nuestras vidas y me olvido. Pero la última vez fue diferente. Volví con un librito que contenía los obituarios de los expatriados ingleses enterrados allí...Y de nuevo le di vueltas a este asunto. Así que decidí volver al Tánger dorado de los años 40. Y pensé que, si regresaba allí, tendría que ser de la mano de Sira, por supuesto.

No vuelves directamente a Tánger, sino a otros lugares, pero esta novela, en mi opinión, es algo así como cerrar el círculo. Ahí es donde terminamos, todo se cierra de nuevo en esa ciudad.

Exacto, así es. Tánger es el detonante de todo, pero Sira, ya lo sabemos, vuela sola. Creo que incluso ella decide por mí.

Es una mujer mucho más evolucionada, propia, también de las actividades que lleva a cabo... Ahora se enfrenta a la vida en unos escenarios muy hábilmente reconstruidos por ti. Palestina, durante el Mandato Británico, ese Londres crepuscular y nevado tras la guerra, Madrid, con todo el dolor y la época y la visita de Eva Perón, que tanto impacto tuvo, y, finalmente Tánger.

Sí, en esta novela seguimos la huella del imperio británico en el mundo. Me apetecía mostrar ese final del imperio, ese momento decadente. Y me apetecía volver a Londres, donde no he estado en casi ninguna de mis novelas, salvo, vagamente, en ‘La Templanza’.

Tú siempre insistes en que no escribes novela histórica, pero tus ambientaciones son de un detalle apabullante. Creas el ambiente en Palestina, en el hotel King David, de una manera maravillosa.

Bueno, soy filóloga, y del área de lingüística. No soy especialista en Historia. Pero estoy acostumbrada a buscar la precisión, el rigor. Y eso lo he transmitido a la fase de documentación y a mi forma de escribir. Tengo la suerte, también, de poder trabajar con materiales en inglés. Por ejemplo, todo lo del Mandato Británico en Palestina, salvo una pequeña parte, es información inglés. Luego está también mi propio gusto, mi necesidad de aprender. Cuando escribes estas cosas disfrutas muchísimo. Me tengo que obligar a veces a parar con la documentación, porque si no paro no empezaría nunca a escribir. Leo prensa de la época, busco planos, mapas, fotografías...

Y, ¿pesa más la ficción o la realidad?

Bueno, todo. Es una mezcla. En los capítulos dedicados a Palestina, al principio de la novela, hay muchos elementos de realidad. La explosión del hotel King David, por supuesto. Y lo mismo sucede en los demás capítulos, como en la visita de Eva Perón. Lo que intento es no tergiversar los hechos. Soy rigurosa con la Historia, pero me permito las licencias propias de la ficción.

Me doy cuenta de que, claro, utilizas muchas fuentes periodísticas, que te permiten seguir el día a día. Seguro que el famoso archivo de ABC te habrá servido mucho. Y luego tenemos el protagonismo de la radio. La BBC es una gran protagonista de ‘Sira’, qué duda cabe.

Me documento con investigación formal, pero me encanta rebuscar en otras cosas. Por ejemplo, me interesan los menús de la época. Ya sabes que en mis novelas se come y se cena mucho. Consigo menús de restaurantes, los compro a veces. Billetes de tren, pasajes de barco... Anuncios de aquel tiempo, como los que aparecen, en efecto, en la hemeroteca de ABC: así sabes lo que se compraba, dónde se vestía la gente en Madrid, dónde iba a bailar o a comer. Son cosas importantes, costumbristas, sí, pero que ayudan mucho a crear atmósferas.

La radio, como decimos, pespuntea esta historia. También nuestras vidas. Y, particularmente, la BBC, su servicio internacional, que fue la salvación para algunos. Ahí asistimos a la participación de personajes como Chaves Nogales, por ejemplo.

Me interesaba explorar el exilio español en Londres. Se trata de un exilio intelectual, no como el que había explorado en América. Se trata de un exilio de juristas, artistas, escritores... que de pronto se ven allí cavando zanjas. Otros traducen... Y lo de la BBC estuvo muy bien, porque les ofrece colaborar, les paga un pequeño sueldo (algunos no tenían nada), y de alguna manera les ofrece también recuperar la dignidad.

El impacto de la radio internacional fue extraordinario en la época, a través de la BBC, en especial tras la Guerra Mundial, y contemplado con recelo por la dictadura aquí, evidentemente, en tiempos de gran censura.

Me interesaba en todas sus dimensiones. Primero el llamado Empire Service, que se dedicaba sólo a su gente, y luego, con la Guerra Mundial, buscando ilustrar, educar, entretener, pero también diseminar propaganda, claro. Una vez terminada la guerra decidieron que había que seguir ahí, porque les importaba dejar patente la impronta británica. El inglés, como lengua, se convirtió también en una herramienta muy poderosa gracias a esto.

Nos introduces en un Londres en decadencia, en un momento muy duro para Inglaterra. Eva Perón parece no saberlo, porque insiste ser recibida y hospedada en Buckingham.

Inglaterra (sobre todo Londres, por los bombardeos) y España son entonces países en reconstrucción. Es el Londres de las cartillas de racionamiento, sin gasolina, con escasas horas de electricidad. Pero claro, en Londres hay una democracia (con el laborista Attlee), y aquí no. Inglaterra recibe ayuda y España queda fuera, en principio de todo. No así a partir de los años 50. Eso de ayudar a España a volver a la democracia queda un poco entre paréntesis. Yo diría que sólo Argentina le hace caso a España, claro. Y bueno, tuvo sus buenas consecuencias, por eso le hacen esa descacharrante bienvenida a Evita. Así llegaron barcos cargados, de cereales, de carne, por ejemplo, a España, por los años 50. Con los ingleses, como se cuenta en la novela, la relación de los argentinos fue mucho más complicada, y eso que los británicos tenían grandes intereses allí. Por eso Sira [Livia Nash] va a ejercer una labor importante durante la visita de Eva Perón a España, en la famosa gira Arco Iris.

Nos transportas también a Madrid, pero no sólo, también a Barcelona, a Sevilla, a Granada... Llevan a Eva Perón a todas partes... [también estuvo en Galicia, en el Obradoiro].

La prensa extranjera dice que nada de esto tiene sentido, que es surrealista, tanto ágape, tanta comida, con el país muriéndose de hambre a la vez. Pero hay que decir que a Franco le salió bien. Consiguió lo que quería, que España pudiera firmar unos convenios comerciales permanentes con Argentina.

Y ahí entra de nuevo la moda y la modista. Sira y su relación con las encargadas del vestuario de Evita, el interés de esta, incluso, por los modelos que viste la propia Sira... Todo esto era inevitable.

Bueno, Eva Perón se interesaba por esto. También en Francia, con Dior y tal. Pero lo cierto es que luego regresa a Argentina y se vuelve mucho más austera, sobria, elegante, con el moño bajo, sin usar esa joyazas que eran como de actriz de radioteatro, y que aún traía cuando llegó a España. Intento fabular con la posibilidad de que Sira hubiera influido en ella.

Y al final, Tánger de nuevo. Aparece el personaje de Barbara Hutton, y la novela cierra el círculo, también de una manera geográfica.

Yo casi no tomo decisiones. Las toman los personajes. En esos años todo lo que cuento estaba allí. Excéntrica y multimillonaria, la estadounidense Barbara Hutton compra en los 40 su palacio, Sidi Hosni, en Tánger. Esto era importante porque fue algo que allí tuvo mucha repercusión en la época, [como todo el lujo que la rodeaba]. La verdad es que todos estos grandes personajes, femeninos en su mayoría, han salido a mi encuentro al escribir la novela, casi sin que yo tuviera que invocarlos.

08 may 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.