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Pantón: la historia obliga

    ESTE MUNICIPIO ES ÚNICO. Que yo sepa, no hay ningún otro que esté limitado por tres ríos que, más que encerrarlo, lo abrazan y le dan una personalidad muy definida. Los ríos unen, además, con el exterior; las montañas separan: este es un dogma de la Geografía. La Historia, o la intrahistoria, desarrolla magníficamente el imperativo geográfico.

    Porque aquí la Historia fue pródiga en grado sumo. Un pantonés ilustre, el sociólogo José Pérez Vilariño, dijo que Pantón se ordenó desde hace siglos por tres redes: la primera, la de los castros; la segunda, la de los monasterios (aquí está el mejor y más abundante Románico de Galicia, no hace falta enumerarlo); la tercera y última, la de las casas hidalgas. Abundan aquí estos hermosos pazos con una arquitectura acorde con la Tierra, que no es más que el reflejo de sus habitantes. Alrededor de estas casonas se forjó un modo de vida y una manera de ser.

    Pantón fue rico en personalidades ilustres por todos conocidas y el pueblo conserva ese sello, aún hoy, de generosidad, cultura, exquisito trato, respeto y elegancia; al fin, decía el poeta, “siempre vivió con grandeza quien hecho a grandezas está”.

    Este largo, aunque insuficiente, exordio me lleva al meollo de la cuestión. El Ayuntamiento de Pantón está instalado, desde 1875, en uno de estos pazos hidalgos, para el que el adjetivo hermoso resulta insuficiente, que perteneció a la familia Gayoso. Un periódico gallego coleccionó en su día fotos de las casas consistoriales de Galicia y de la de Pantón dice que es un edificio señorial del siglo XVII; claro que sí, aquí el señorío es norma y la arquitectura es música congelada. El Ayuntamiento y la plaza forman un conjunto único. Contemplar el sol en su ocaso reflejándose en la piedra oscura y noble de la fachada produce una especie de gozoso síndrome de Stendhal.

    Pero el edificio del Ayuntamiento es solo una parte del pazo de Castro o de Gayoso. La totalidad está reseñada en el
    Catastro de Ensenada, que recoge el libro de Isaac Rielo Pantón, historia de hidalguía. La parte trasera, junto a una finca de una hectárea, se vende. Y este es el motivo de este escrito, que no está fundamentando en ningún título ni representación de nadie, sino exclusivamente en dos detalles: uno, mi vínculo laboral con el pueblo tras 35 años como secretario municipal; otro, consecuencia del anterior, mi cariño y gratitud hacia sus gentes. La cuestión es muy simple.

    Al señor alcalde, como mejor proceda, con el mayor respeto institucional y personal, con la humildad y entrega del Cuerpo al que pertenecí: tengo que plantearle que proponga al Ayuntamiento la compra de la propiedad que falta en el conjunto de la Casa Consistorial, que parece un muñón de un cuerpo grandioso.

    Usted es un hombre muy de Pantón, entusiasta y trabajador, que conoce y ama a ese pueblo al que es un honor servir; que no es un pueblerino al uso, sino que conoce lo que es trabajar en Europa y la lengua y cultura de países muy desarrollados. Usted sucedió en la Alcaldía a alguien que dejó el listón muy alto y que proyectó a Pantón fuera de sí mismo. Por lo que oigo, sé que su labor es entregada y fructífera en resultados visibles. Pues bien: póngale una guinda a su trayectoria y un broche de oro a un proyecto de país. Yo no sé el precio de la casa, pero la política es elegir. Decía Bismarck que había que optar por cañones o mantequilla; aquí también: o el arreglo, pronto olvidado, de unos cuantos caminos, o comprar lo que falta en la propiedad, hito que se escribiría con letras de oro en la Historia del municipio.

    Porque además, desde un punto de vista práctico, considero que la operación es rentable de cara al futuro. La casa puede albergar cualquier función pública y resulta muy útil disponer de un edificio con esta situación y características. Nunca se sabe la evolución de las necesidades que se pueden plantear en un futuro, pero hay que estar preparados.

    Lo mismo digo del terreno, situado en el centro del pueblo y apto para cualquier uso. La verdad es que me duele imaginar que esta finca y esta propiedad puedan caer en manos privadas. La Historia no podría perdonar tamaño desafuero.

    Ánimo, señor alcalde, amigo: ¡a por todas!

    28 abr 2021 / 01:00
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