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|| nosotros y cía ||

Qué bonito es soñar, ¿y ganar...?

¿Qué regalan? Me preguntaba el lunes cuando fui a echar la Primitiva en Bertamiráns. Una buena cola de gente esperaba para entrar en el establecimiento, aunque también es cierto que con esto de las restricciones por la covid no podían estar más de dos personas dentro del local y eso podía desvirtuar mi percepción sobre el grupo que esperaba en la acera.

Cuando me tocó el turno lo entendí todo: había un bote en aquel momento de nada menos que 220 millones de euros para el sorteo del Euromillones, ahí es nada, ¡220 millones de euros!

¡Qué locura!

Así que sí, me gasté a mayores unos eurillos intentando camelarme a la diosa Fortuna. Pero ya supondrán que como conquistador valgo poco, porque aquí sigo, tan pobre como el pasado martes, y el miércoles, y jueves y viernes, días en los que también hubo sorteos de la Primitiva y el Euromillones y que esquivaron mis anhelos más profundos.

No crean, no soy el único decepcionado. Millones y millones de europeos apostamos todas nuestras ilusiones a un sueño con el que no cambiar solo nuestra vida, sino también de aquellos que nos rodean y algunos más.

Sí. Porque si me tocarán esos 220 millones de euros (36.604.920.000 millones de las antiguas pesetas) estoy convencido de que intentaría hacer feliz al mayor número de personas posible, y cuando digo número, me refiero a uno muy alto, no se, miles.

¿Porque para cuánto dan 220 millones de euros para una persona normal, como usted o como yo, sensatas, comedidas, solidarias?

Se imaginan cuántas cosas buenas se podrían hacer, cuántas sonrisas se podrían dibujar en caras que hoy conviven con la pena, la tristeza, carencias y angustias.

Y sí, yo también me daría mis caprichitos. Mejor dicho, mis caprichazos, porque con todo ese dineral se me ocurren mil y una cosas que hacer, que comprar, que disfrutar y aún así quedarían aún millones y millones de euros invertidos y pendientes de destino.

Claro, que si uno pierde la cabeza el quebranto puede ser traumático y comprender en un corto plazo de tiempo que la vida da una de cal y otra de arena y que los dineros, muchas veces, como vienen se van.

Así que lo primero que siempre pensé que haría sí me tocara un súper premio millonario en un sorteo sería contratar a un gestor y un abogado, personas que pusieran ese toque de sensatez que tan fácilmente puede perderse ante tal chorro de billetes.

Ven que felicidad puede proporcionar tan solo el soñar un rato, imaginarse durante unos minutos el futuro propio y el de nuestros seres queridos resuelto casi por siempre jamás.

Porque la auténtica dicha de disponer de una cuenta corriente con nueve cifras (quién querría entonces una de ahorro) creo que no es otra que la paz y tranquilidad que debe de proporcionar ese respaldo, olvidarse de las preocupaciones, cotidianas o no, y caminar con seguridad sobre un camino de rosas.

No sé, debe de ser increíble levantarse por la mañana, descorrer las cortinas y disfrutar del panorama que nos ofrece sin inquietud alguna en nuestra cabeza, el alma en paz, tranquila, sosegada; la cara con esa faz de sosiego, armonía y concordia.

¿Pero y el día a día de todos esos cuantos nos quedarán por vivir?

Seguro que la mayoría coincidimos en que nuestra existencia se sustentaría en el afán de conocer el mundo, más allá de donde podamos llegar a imaginar. Ir de aquí para allá, de norte a sur, de oeste a este.

Cuántos sitios de América del sur y del norte no he descubierto aún, cuánta Europa me queda por conocer, cómo me sorprenderá Asia o me asombrará África, qué maravillas me deparan Oriente Medio y Oceanía.

Pero tengo claro que el primer lugar al que viajaría sería al norte Escandinavia y maravillarme con una de esas auroras boreales que tan boquiabierto me dejan cuando las veo en los documentales televisivos.

Aunque tengo que confesarles que si empiezo a enumerarles los lugares del mundo a los que viajaría probablemente necesitaría un atlas de cientos de páginas con una animada descripción de las maravillas que en ellos seguro que encontraría.

Eso sí, soy una persona sencilla y jamás de los jamases olvidaré mi cervecitas, un delicioso plato de lentejas, unos exquisitos macarrones con tomate o un contundente caldo de grelos o navizas.

Y de vez en cuando ponerme el traje de faena y preparme un churrasquito de cerdo o ternera (tanto monta) con el que tanto disfrutamos en casa un domingo sí y otro también.

Eso sí, todo después de la sangría de Hacienda. ¡Ay!

|| las claves una a una ||

1 Mala semana Hubiera sido mejor que esta semana el presidente del Gobierno, nuestro amado Pedro Sánchez, se hubiera quedado tranquilamente en la cama, disfrutan del colchón ese tan magnífico que puso cuando se trasladó a la Moncloa y sustituyó al que hasta entonces tuvo Mariano Rajoy.

2 El lunes. Dos nuevos varapalos judiciales amargaron el comienzo de la semana al jefe del Ejecutivo. El primero, la negativa del juez que lleva la investigación de la presunta entrada ilegal del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, a cerrar el caso, en el que está imputada la exministra de Exteriores, Arancha González Laya.

3 Audiencia Nacional. Ese mismo día la Audiencia Nacional falló que Presidencia tiene la obligación de informar sobre los viajes de Sánchez realice a bordo de medios oficiales, léase avión Falcon, helicópteros o bicicletas.

4 Martes. El presidente tuvo que sufrir lo indecible con los más que numerosos abucheos y peticiones de dimisión durante el desfile de las Fuerzas Armadas. Un mal trago que el jefe del Ejecutivo fue incapaz de disimular.

4 El resto. Y para rematar, tramitación de presupuestos y presión de sus supuestos socios nacionalistas, PNV y ERC, quienes le exprimen de un modo inimaginable a cambio de conseguir sus ansiados votos.

|| Lo mejor ||

albricias Por fin puedo felicitar al presidente del Ejecutivo. Ahora sí puedo decir que estuvo muy bien en la sesión de control al Gobierno del pasado miércoles, cuando sin miramientos dio con la puerta en las narices a la propuesta de EH-Bildu para celebrar un referéndum de autodeterminación, algo que al entender de Sánchez lo único que hace es enfrentar a la sociedad. Cuánta razón. Lo que no entiendo es por qué no contesta con esa contundencia a los independentistas catalanes.

|| Lo peor ||

APAGÓN DE BRUSELAS A nuestros mandamases comunitarios parece importarles muy poco, o nada, que más de media Europa esté pagando unos desorbitados precios de la energía, tanto de luz como de gas. Las medidas que ellos proponen son puro maquillaje y para muy largo plazo. ¿Por qué no tienen en cuenta las lógicas propuestas que le hicieron varios países, entre ellos España y Francia”. La verdad es que a veces la UE resulta ciertamente decepcionante.

|| La foto de la semana ||
Naufragios en el mundo musical

“Hoy mi playa se viste de amargura/ Porque tu barca tiene que partir/ A cruzar otros mares de locura/ Cuida que no naufrague tu vivir”. ¿Recuerdan esta estrofa de La barca, uno de los boleros de más éxito del trío Los Panchos? ¿Y esa otra de Remedios Amaya ¿Quién maneja mi barca?, con la que participó en Eurovisión y quedamos en último lugar con cero puntos?: “Ay, ¿quién maneja mi barca, quién?/ Que a la deriva me lleva, ¿quién?/ Ay, ¿quién maneja mi barca, quién?/

Que a la deriva me lleva, ¿quién?”. Pues eso, que cuidado, que ya ven que el tema marítimo en las canciones no es buen agüero y no suele terminar bien. Mejor quédense en tierra firme, siempre es más seguro.

17 oct 2021 / 01:00
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