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Un vertedero alrededor de la Tierra

Se considera basura espacial a los restos o desechos de diversos tamaños que orbitan la Tierra a gran velocidad como resultado de la actividad humana

Carcasas de cohetes, satélites abandonados y chatarra procedente incluso de misiles que viajan alrededor de nuestro planeta a una velocidad de unos siete kilómetros por segundo, son algunos de los desperdicios abandonados en el espacio. La chatarra espacial aumenta a un ritmo de un 5 por ciento cada año y se triplicará en los próximos 20 años, según la Agencia Espacial Europea (ESA). Hay estudios que auguran un posible futuro en el que la Tierra disponga de anillos parecidos a los de Saturno, pero formados con un material distinto: basura cósmica.

Se considera basura espacial a los restos o desechos de diversos tamaños que orbitan la Tierra a gran velocidad como resultado de la actividad humana. Carcasas de cohetes, satélites abandonados y chatarra procedente incluso de misiles que viajan alrededor de nuestro planeta a una velocidad de unos siete kilómetros por segundo, son algunos de los desperdicios abandonados en el espacio, lo que supone no sólo un riesgo para los astronautas en el exterior de las naves, sino una amenaza para las comunicaciones militares, civiles y comerciales, así como para el futuro de la exploración espacial. La Estación Espacial Internacional, el objeto más pesado y de mayor tamaño en la órbita terrestre, utilizado por los países como laboratorio científico, está blindada para evitar posibles daños derivados de los impactos, y pese ello, desde 1999 ha tenido que realizar una veintena de operaciones para esquivar los escombros de esta red de partículas en movimiento. La última maniobra no planificada para corregir su órbita tuvo lugar en julio de 2020.

Desde la Tierra, la ESA observa unos 26.000 objetos, de los cuales solo 2.800 son satélites operacionales o tienen alguna función y del resto, la mayor parte son fragmentos que proceden de colisiones.

Existen en el espacio cerca de 5.000 objetos de más de 1 metro, 25.000 de 10 centímetros, 750.000 de entre 1 y 2 centímetros y ciento sesenta y séis millones de partículas de más de 1 milímetro.

Y los pronósticos no son buenos, la chatarra espacial aumenta a un ritmo de un 5 por ciento cada año y se triplicará en los próximos 20 años, según la ESA.

Pero para los astrofísicos de la ONU lo que es peor es que incluso si se dejara de enviar artefactos al espacio, el problema seguiría aumentando, ya que las piezas que orbitan siguen impactando y, por tanto, multiplicándose, produciendo un escenario conocido como ‘Síndrome de Kessler, bautizado así por el apellido del experto de la NASA que en 1978 lo postuló por primera vez, advirtiendo del hipotético riesgo.

La mayoría de estos fragmentos se hallan en las bandas de altitud más útiles, es decir, en la órbita baja (entre 200 y 2.000 kilómetros por encima del nivel terrestre) y también en la órbita geoestacionaria, a unos a 36.000 kilómetros por encima del Ecuador de la Tierra. Por el momento, es la atmósfera la que se encarga de “barrer” los desperdicios espaciales al frenar, hacer perder altura y finalmente desintegrar los desechos, pero sólo los pequeños y los que se encuentran en las órbitas más bajas.

Según las conclusiones de la VIII Conferencia Europea sobre Basura Espacial, celebrada en Alemania el pasado año “remover los objetos inservibles del espacio, es parte de la solución”. Esa solución, en la que se trabaja, es difícil y complicada, pero “si preparamos los satélites del futuro para que puedan ser removidos, haremos las cosas más fáciles”, ha advertido Luisa Innocenti, encargada del programa de la ESA de limpieza del espacio.

05 dic 2022 / 01:00
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