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Víctor López-Rúa. ‘El instante vertical’

    Víctor López-Rúa (A Coruña, 1971) ha encontrado en la pintura la mejor forma para la expresión de sus ideas, que pasan por encontrar un lugar para su desarrollo, en un espacio en pleno escenario del realismo contemporáneo.

    Su intención siempre fue otorgar a su obra un acento propio, una visión desde el conocimiento de la historia del arte, la literatura, o el cine. Ahora, transcurridas cerca de dos décadas de constante progresión en su carrera iniciada en Galicia, se le reconoce por esa apuesta pictórica renovadora e integradora de otros medios tecnológicos, que han hecho revivir su naturaleza, sin por ello perder su esencia. Y en ese campo experimental, el artista ha efectuado su propio viaje y ha mostrado los resultados perceptibles desde otros puntos de vista.

    La búsqueda de nuevos horizontes incluye asimismo los geográficos, y en ese aspecto el artista hace ya un tiempo encontró en México idóneas oportunidades para su proyección, entre las que destaca la vinculación con la galería Hispánica, con sede en Ciudad de México y Madrid, y la inclusión en el Proyecto H, línea curatorial de la galería que incide en dar visibilidad a un grupo de artistas internacionales.

    Actualmente su pintura ha llegado a Monterrey y, desde el pasado 16, está abierta una exposición sobre su obra reciente titulada El instante vertical, conformada por diez piezas de grandes dimensiones y visitable hasta el mes de agosto. El lugar de acogida es el Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo de las Artes( Ceiida), de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y en ese entorno el artista ha explicado personalmente el proceso de creación de estas últimas obras. Entre ellas, no falta una instalación estereoscópica, que los visitantes pueden observar en 3D.

    Para quienes conocen a Víctor López -Rúa, no extraña ese sentido de fidelidad que le acompaña en lo que atañe a demostrar la vigencia de la pintura. Tampoco sorprende su instinto a la hora de saber encontrar aquellos espacios que son receptivos a su obra, a sus ideas; y ese ahínco le está ofreciendo grandes resultados. Así sucede con esta exposición comisariada por la historiadora de arte Sofía Gamboa, y que se produce en ese destacado centro cultural cuyos fines coinciden en buena parte con el espíritu de su trabajo, pues encaja perfectamente con los criterios establecidos en esa institución que persigue entre sus propósitos la inclusión de planteamientos que ofrezcan respuestas basadas en el ejercicio del estudio; albergado el centro en el edificio de reciente creación, asemejado a una escultura y diseñado por Héctor Cantú Ojeda, alude en ciertas referencias al paisaje geográfico de su cercanía.

    Investigar es cuestión imprescindible para el pintor; acerca de artistas históricos y movimientos ha desentrañado secretos: Balthus, Lucien Freud, la figuración de la Escuela de Londres, Kandinsky, la Nueva Objetividad, Dalí, o Vilhelm Hammershoi; todas las lecciones han ensanchado su mente y han añadido profundidad a una labor que se construye desde la reflexión, la calma, la quietud, el conocimiento de las técnicas pictóricas y el dibujo.

    Es cierto que ésta transcurre en cuanto a los argumentos por unos escenarios personales, cotidianos, próximos al lugar en el que nacen sus composiciones generadas en las cortas distancias de sus talleres, y de los exteriores naturales, históricos y circundantes.

    Son espacios conocidos, vividos que favorecen la evocación de los recuerdos; escogidas escenografías, propicias, en su caso, para que el trabajo fluya y que responden a una realidad particular; ligados al pasado, a la infancia, le proporcionan todo aquello que es necesario para la construcción de formas, objetos y figuras que se concentran en los lienzos, la luz y las sombras, en interiores o jardines; acostumbran a estar habitados por ausencias, presencias humanas indefinidas que de algún modo transmiten inquietud o extrañeza.

    En algún momento, Víctor López -Rúa, confesó que esos lugares son incentivadores de emociones y acumulan sensaciones, recuerdos asentados en su memoria y se han incorporado a su pintura, como una prolongación de su propia vida, dando así a la obra un sentido único.

    27 jun 2022 / 01:00
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