Viveiro se entrega a un muy esperado Resurrection Fest tras el paréntesis de dos años

···El Resurrection Fest ha colgado el cartel de completo en todos los hoteles, pensiones y pisos turísticos del Ayuntamiento de Viveiro, unas 3.000 plazas que, hasta el domingo, coparán los festivaleros. Así lo confirmó la alcaldesa, María Loureiro, que explicó que este año es “si cabe más especial, después de dos de parón” por la pandemia.

···“El Resu es muy importante para nuestro ayuntamiento, teniendo en cuenta que más del 50 por ciento del empleo pertenece al sector servicios”, subrayó, y confirmó que “ya estamos completos”: “el lunes estaba el parque lleno de tiendas de campaña y ya se ve el ambiente originario”. Además de las plazas de Viveiro, la ocupación alcanza a los otros municipios de A Mariña e incluso a Lugo ciudad, por lo que Loureiro estima que el retorno económico del festival se situará en aproximadamente doce millones de euros.

Viveiro. Por fin ha comenzado. Con Deftones y Bullet for my Valentine a la cabeza del cartel, siempre potentes, siempre efectivos. Con esas características que han definido desde un principio a los grupos, mayores o menores, que han poblado las diferentes ediciones del Resu.

Y han sido, esta vez, igual de determinantes que en las ocasiones anteriores. Nos han hecho recapacitar, o meditar si lo prefieren, en lo que ha sido este festival desde el principio. A las estrellas que han brillado aquí. Estuvimos pensando en esos astros rutilantes y decisivos que nos visitaron en cierta ocasión y que, en este momento, andan de gira, después de tantos años, por España (Madrid, en el Wizink Center; Barcelona, en el Rock Fest), de nuevo.

Los Kiss. Un deseo que uno ha tenido ganas de gozar a fondo de toda la vida, y que, al final, pudimos ver aquí, en Viveiro, ni más ni menos. Gene Simmons, Paul Stanley y compañía aparecían como en un duermevela, resucitando viejos tics, conocidos trucos y miles de efectos de pirotecnia, no exactamente iguales que en los principios de la banda. Mucho mejor: infinitamente más agresivos, como más cercanos, más íntimos.

Una lección práctica de cómo servir una porción de Infierno a la carta. Como es natural, nada es efecto de un milagro. Al pobre de Paul Stanley le fallaba la voz. Lógico.

Son demasiados años. Pero a nosotros nos dejó, a su vez, sin habla. Fue fantástico, desde luego. Pienso también en el enésimo grupo de Tom Morello, Prophets of Rage, tras Rage Against the Machine, que se preocupaban de rescatar alguno de los hits del grupo madre, como Killing in the Name. Este muchacho de corte tan peculiar, que no ha sido capaz de descansar un solo día de su vida, ha grabado hace poco un disco con Bruce Springsteen (una fantasía que lo adornó años), y sigue siendo uno de los críticos constructivos más importantes del Planeta Tierra.

Y he pensado en uno de los mejores conciertos que he visto y oído en toda mi puta vida. Uno que me dejó tan marcado, al menos, como el que le oí a Frank Zappa y sus Mothers of Invention el 17 de mayo de 1988 en Barcelona (tuve el honor, junto al colega de El País Miquel Jurado, de ser una de las cuatro personas que entrevistaron en España al inmenso creador de Hot Rats). Pues sí. Los alemanes Rammstein.

Eso sí fue un modelo musical definitivo. Y, por cierto. Eso sí fue pirotecnia. Y autenticidad. Y lo que cualquiera de ustedes quiera añadir. ¡¡¡El delirio...!!!

Pues bien. Hoy es un día no grande, sino absolutamente descomunal. Quien se acerque por los alrededores de Celeiro podrá ver a un clásico que cumple el medio siglo. Sí. Los Judas Priest. Y no digo más. Sólo que la cosa da para elongarse. Pues estarán presentes los extraordinarios Opeth. ¡Ah! Y los Sepultura, para colmo de bienes... Y Hamlet... Xurxo fernández