Martín de la Puente, un gallego en la final de Roland Garros

El tenista vigués buscará hoy en París su segundo título de Grand Slam en dobles, en la modalidad en silla de ruedas

De la Puente, jugador profesional de tenis adaptado y campeón de Grand Slam

De la Puente, jugador profesional de tenis adaptado y campeón de Grand Slam / Gemma R. Vega

Gemma R. Vega

El vigués Martín de la Puente (Vigo, 1999) ha llegado hasta donde ningún español lo había hecho jamás: conquistar un título de Grand Slam en la modalidad de tenis en silla de ruedas. Lo logró en el US Open 2022 y cerró la temporada como número uno del mundo en dobles y séptimo a nivel individual en la clasificación ITF al ganar en Nueva York y el Torneo de Maestros. Hoy disputará la final de Roland Garros de dobles formando pareja con el argentino Gustavo Fernández, con los británicos Alfie Hewett y Gordon Reid como rivales. De la Puente sufrió a los ocho años un revés de esos que tienen nombre propio, Síndrome de Proteus, que le llevó a la amputación de su pie izquierdo. Pero supo levantarse ante las adversidades.

Cuando se le pregunta si se puede dormir tras ganar un Grand Slam, responde: “Las primeras noches cuesta un poco, pero después se duerme muy a gusto. Incluso, con cierto alivio por haber conseguido algo bueno como deportista”. ¿Y antes de una final? “Quizá cuesta un poco más por el estrés y por los nervios. Perder finales nunca es fácil de digerir”, destaca horas antes de la final en París, donde buscará su segundo título de Grand Slam en dobles.

Dos horas y diecinueve minutos bastan para alcanzar la gloria. En el caso de nuestro protagonista, esos 8.340 segundos y un registro de veintiocho golpes ganadores le otorgaron un Grand Slam, el primero para un tenista español en la categoría de dobles en silla de ruedas. A su lado, el jugador francés Nicolas Peifer. En el otro lado de la red, los máximos favoritos, los británicos Alfie Hewett y Gordon Reid, el único dúo que atesora los cuatro grandes en el mismo año (2021).

Este viaje hacia el triunfo bien podría envolverse en melodías de Eminem o de Citizen, desgastadas en la lista de reproducción de su teléfono móvil. Sin embargo, antes de enfrentarse al plano secuencia que avanza desde el pasillo interior hasta la pista central, Martín subió el volumen de la canción Ojos verdes del rapero malagueño Delaossa. “Intento salir lo más motivado posible. Es un momento de tensión y de adrenalina”, evoca meses después de coronarse con su primer major ante el relajado aforo del estadio Louis Armstrong, en Nueva York.

Ha compartido vestuario con Carlos Alcaraz, quien siempre lleva juegos de mesa. ¿Es más fácil ganarle al parchís o al tenis? “No he jugado todavía ni al parchís ni al tenis con él (risas). Tengo mucha cercanía con Charly porque lo conozco desde pequeño y con Rafa [Nadal] también tengo muy buena relación”, comenta.

La historia de Martín de la Puente tiene 23 años, pero comenzó a reescribirse hace quince años, cuando le amputaron el pie izquierdo. Él es una de las 120 personas que hay en el mundo con Síndrome de Proteus. Se trata de una patología congénita que provoca un crecimiento excesivo de la piel o de los huesos.

Martín escuchó por primera vez la palabra Proteus con cinco años, cuando un dedo empezó a crecer más de lo normal. De Vigo le enviaron a Madrid para su diagnóstico. “Cuando eres pequeño, ser distinto a los demás lo ves como algo duro, te da igual el nombre”, relata. A partir de ahí, comenzó una biografía llena de capítulos de lucha. De hecho, con dieciséis años ya acumulaba quince operaciones. “La mayoría de ellas han sido para enderezar las piernas que iban torciéndose y para acomodar la cadera”, aclara.

Al abandonar el hospital, se centró en el deporte. Primero, lo intentó con la natación. Luego, probó con el baloncesto. Más tarde fue el waterpolo. Entonces, su hermano Antón le invitó a pelotear al Club Naútico de Vigo, lugar donde él entrenaba. Y en esa bola de caucho y fieltro encontró la igualdad por la que tanto suspiró en su infancia: “Cuando yo tuve la raqueta entre mis manos por primera vez era más malo que el hambre. Siempre he estado muy limitado y he podido mejorar por el trabajo y por los entrenamientos”.

Se explaya cuando se le menciona la estricta rutina que sigue junto con Fernando San Martín, su instructor. “Hacemos unos entrenamientos muy exigentes de lunes a viernes y, después de comer, toca la preparación física. Además, suelo quedarme tardes enteras viendo tenis, fútbol o cualquier otro deporte”, confiesa el primer español en ganar un encuentro de Grand Slam (Roland Garros). Cuando Martín comenta que viaja mucho, no exagera. Puede pasar hasta seis meses fuera de casa: “Echo muchísimo de menos Vigo [ha sido nombrado vigués distinguido en 2023], su comida y a su gente”. Una situación inusual para gran parte de la población, pero que él adopta con normalidad desde que, recién cumplida la mayoría de edad, ingresó en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, en Barcelona. Allí, recuerda episodios cotidianos como sus visitas furtivas al yacusi. “Había que pedir hora y el entrenador no lo hacía nunca. Después, venían siempre a buscarnos”, bromea.

Si en 2012 empezó en los circuitos internacionales, en 2016 asistió a sus primeros Juegos Olímpicos en Río de Janeiro y repitió diploma olímpico en Tokio 2020. Como cualquier deportista profesional, anhela ganar un metal. “Prefiero defender puntos que no tener ninguno e ir desde abajo. Lo haré con uñas y dientes y se lo pondré difícil a mis rivales”, anticipa sobre su próxima participación en París 2024, una cita a la que acudirán las treinta y dos mejores raquetas del mundo. A día de hoy, esto supone dar continuidad a la incorporación, desde 1992, del tenis en silla al programa Paralímpico, diez años más tardaría en recalar el tenis adaptado en los Grand Slam.

¿Tiene la impresión de que no se habla lo suficiente de deporte adaptado? “Cada vez está teniendo más presencia. Hay muchos países que hacen muchas cosas bien, como Australia [allí, la televisión emite en directo las finales de tenis en silla en horario de máxima audiencia], Inglaterra, Holanda o Francia y, luego, hay otros que no hacen nada”.

Subraya que la mejor lección de vida que ha visto en una pista de tenis es “no darse por vencido”. Con un tanteo definitivo de 6-4, 5-7 y 6-10, Martín de la Puente y Nicolas Peifer celebraron en US Opne 2022 la conquista del entorchado artesanal diseñado por la legendaria joyería Tiffany & Co. “El bol se lo he dado a mi padre y no sé qué ha hecho con él. Espero que lo esté guardando bien”, revela. ¿A qué es comparable ganar un Grand Slam? Martín reflexiona en silencio unos segundos y responde: “Tal vez, con ascender a dueño de una empresa”. Y una pregunta más. ¿En qué es campeón del mundo fuera de la cancha de tenis? “Me considero campeón del mundo en siestas y en dormir”, comenta en risas.