Moonoff brilla en su apuesta por la eficiencia energética y rebaja un 75% la factura de la luz en su sede

El fabricante de iluminación led, que no tiene ni un interruptor en su nave, trabaja por reducir al máximo las emisiones de CO2

“La sostenibilidad económica y ambiental van de la mano”

Una trabajadora realizando tareas

Una trabajadora realizando tareas / Cedida

La compañía compostelana Moonoff, cuya principal línea de negocio es la iluminación LED, tiene muy claro donde hay que poner el foco hoy en día para brillar en el mercado: en seguir mejorando la eficiencia energética y en la “reducción al máximo” de emisiones de CO2, empezando por su sede, ubicada en el polígono de Costa Vella de Santiago.

Un edificio en el que fue realizando actuaciones para avanzar en un consumo energético responsable, entre las que sobresalen la automatización de todos los sistemas de climatización, la instalación de módulos fotovoltaicos para el uso de energía de fuentes renovables, un sistema domótico integral, un sistema de reflexión solar en el exterior del edificio, el uso de contadores individuales para obtener un control del consumo detallado o un sistema de monitores informativos para la visualización del uso de energía para concienciar a los trabajadores.

Con esta línea de acción, que le valió la reciente obtención de la exigente certificación ISO 50001 para su sistema de gestión energética, “que obliga a aplicar una mejora más cada año”, consiguió un ahorro de hasta el 75% en sus recibos de la luz, pasando de pagar “unos 4.000 euros mensuales a menos de 1.000”, como constatan su director de operaciones, Francisco Dosil, y Patricia del Río, responsable de auditoría interna . Una política provindencial cuando la factura eléctrica se convirtió en uno de los mayores quebraderos de cabeza de empresas y administraciones públicas después de que la guerra en Ucrania disparase los precios.

Instalaciones de Mooonoff en el polígono de Costa Vella, en Santiago

Instalaciones de Mooonoff en el polígono de Costa Vella, en Santiago / ECG

“Si antes pagábamos 4.000 euros de luz, igual con las subidas que hubo pasábamos a pagar 12.000”, ejemplifican en entrevista para EL CORREO GALLEGO en una visita a las instalaciones. “Nosotros apostamos por la sostenibilidad medioambiental y económica. Ambas tienen que ir en paralelo. Una siempre va de la mano de la otra”, sostiene Dosil, quien tiene claro que ser medioambientalmente correcto “es factible, aporta valor y reduce los costes”.

Precisamente el fuerte repunte del gas y de la luz en los últimos meses está concienciando a muchas empresas de las medidas a tomar, pero sobre todo a la administración pública, tal y como están comprobando desde Moonoff. Un concello de unos 7.000 u 8.000 habitantes gasta de media un millón de euros al año en la factura de luz, calcula Dosil, lo que da la medida de lo que puede suponer para su tesorería que la tarifa se duplique o incluso se triplique. “El noventa y pico por ciento de los municipios tuvieron este año que aprobar partidas extraordinarias para cubrir la factura de la luz. Los que apostaron por invertir en medidas de eficiencia a lo mejor gastan lo mismo que antes. Pero si no lo hubiesen hecho gastarían el triple”.

Camino de la neutralidad

De vuelta al trabajo de la compañía de Santiago para maximizar su gestión energética y medioambiental, Dosil y Del Río explican que sus instalaciones de Costa Vella tienen montados 100 kilovatios de potencia, de los que absorben como pico máximo a la hora 80 kilovatios. “No llegamos nunca a la potencia que tenemos contratada, para que de este modo cuando en invierno hay menos generación solar puedan seguir teniendo una potencia importante. Nuestra intención es reducir el consumo hasta ser neutros”.

“Lo que para nosotros es sostenible –abunda Dosil– es que de día inyectemos a la red la misma potencia que consumimos en otras horas y después de fuentes renovables consumimos por las noches eólica o hidroeléctrica. Para eso lo que tenemos que hacer es reducir el consumo que tenemos aquí dentro y para ello vamos aplicando medidas correctivas en todas las instalaciones. La principal es que en toda la nave no hay un sólo interruptor de luz, todo son automáticos, hay sensores en todos los sitios que regulan la luz, cuando nos vamos de aquí se apaga y lo mismo sucede con la climatización”.

Consideran que la inversión que tuvieron que llevar a cabo “tampoco fue demasiado grande”, aunque es verdad que en su caso lo fueron haciendo desde el principio. Para la parte energética de la instalación calculan que fueron necesarios uno 30.000 euros para poder obtener estos importantes ahorros. “Hablamos de sensores muy básicos, como contactores que nos van dando señales en los cuadros que nos permiten interactuar sobre ellos”, concreta el director de operaciones. “Lo que se está haciendo ahora es leer cada uno de los cuadros para ver donde están los consumos exactos en cada zona y con eso ir no solo a una política de concienciación, como apagar los aparatos que no se estén usando, sino también poder cuantificarlo instalando un medidor en cada línea de cuadro que nos va dando los consumos”.

Uno de los puntos de consumo más importantes de la nave de Moonoff es una zona de rodaje, es decir, aquella que se usa para someter a los productos a un test de estrés para analizar cual es su vida útil. Para eso se meten en una cámara que automáticamente sube de temperatura, lo cual genera un consumo alto. La clave, en este caso, pasa por controlar este horno durante las horas que la planta produce energía, dándole más potencia en ese momento para hacer las analíticas y bajarlo por la noche. “Con eso reduces costes, reduces consumo y estás aprovechando tu corriente. Antes de inyectar energía, intentar aprovechar al máximo tu corriente”.

Otro ejemplo de esta política es el de las carretillas que se utilizan en la instalación, que solo se cargan de día. “Tienen un programador que tú enchufas y no van a cargar a no ser que estén produciendo corriente los paneles solares, esto impacta muchísimo en la reducción de la factura y en su impacto medioambiental”.

“La eficiencia energética sale muy rentable en todos los sentidos. A nosotros sale rentable por la parte medioambiental, también estás proyectando una imagen de lo que quieres ser. Si tu vendes un producto de eficiencia energética si no no predicas con el ejemplo en tus instalaciones y en tus procesos ... hay que ser coherente”, zanja Dosil.

Llevar la eficiencia a la ciudad

Además de apostar por ser eficientes en su sede, Moonoff trabaja para trasladar estos resultados al alumbrado público de las ciudades con luminarias sean de led inteligente. “Tenemos que reducir el nivel de intensuidad de luz si no hay gente en la calle o a horas donde no haya nadie”. El alumbrado público se es una estructura fundamental para dotar a las ciudades y municipios de inteligencia. Por ello, toda esta gama de luminarias permite la conectividad y sensorización, derivando de esta forma en productos más eficientes y sostenibles. Las nuevas luminarias son, además, respetuosas con el cielo nocturno.

En los cinco primeros meses de este año, Moonoff ya superó la cifra de ventas con la que cerró 2022. El ejercicio pasado facturó 10, 3 millones y tuvo un resultado de explotación de más de 1,5 millones, cantidad que ya quedó atrás el pasado mayo. En los últimos seis ejercicios el crecimiento del negocio fue de un 66%, pasándose de los 6,2 millones alcanzados en 2017, a los 10,3 en 2022. De manera paralela, los Ebitdas (beneficio en bruto) mantienen una dinámica de subida, ya que fueron de 1,9 millones en 2021 y de 2,01 en 2022.