José Luis Serzo y su original Archimétrica la fabulosa

Si algo hemos aprendido con la pandemia es a reactivar la imaginación para sobrevivir a nuestros temores y miedos o para mejorar el entorno. Pero a ciertos artistas como al manchego José Luis Serzo (Albacete, 1977) ese torrente imaginario se remonta a una infancia entre bambalinas como asistente de su madre en el cine de su pueblo. Desde entonces lo teatral y cinematográfico van de la mano en su trabajo.

En estas fechas presenta un trabajo doble a través de dos exposiciones-instalaciones que reúnen todo el material empleado en producir el corto Archimétrica. Los dos cubos blancos de las compostelanas galerías Trinta y Metro han convertido sus nítidos espacios en una especie de gabinete de curiosidades. A modo de cajas mágicas, a lo Joseph Cornell, las salas invitan a cruzar el espejo de Lewis Carroll para encontrarnos con el fabuloso mundo de Archimétrica.

Ambas zonas expositivas aglutinan todo tipo de soportes: objetos encontrados, libros de arte que aparecen desplegados por el corto, apliques barrocos, elementos poveras o constructivistas, vasos recorridos por caracoles y variopintos artilugios que componen el atrezo de la protagonista o ambientan las secuencias que conforman el primer filme de este creador.

A modo de dioramas resuelve muchas pinturas como el Cortejo dadaísta o El delirio o ensoñación de Archimétrica, 2020. También presenta bocetos, maquetas y esculturas propias de un gran dibujante y excelente narrador de fabulaciones misteriosas. Nos embaucan por el ambiente misterioso de sus escenarios crepusculares en los que atisbamos referencias a la psicología humana, al alter ego del artista. La lucha por la intemporalidad del arte se ofrece como alternativa a la dura realidad, por ello el título habla de renovación Archimétrica. Historia de un continuo renacer emerge como un canto a la esperanza.

Aunque por si sola cada imagen o escultura está abierta a una posible narración cuyo significado y desenlace depende de lo que el espectador desee imaginar, la película narra los primeros pasos de una pintora encandilada por el diseño geométrico de autores como Arp, Malevich, Schwitters o Tzara. Su hermana, actriz, encarna a una friki que vive en la pobreza, arrinconada en un pequeño corral gallináceo como aparente deriva por dedicarse al arte.

Archimétrica se debate entre los monstruosos sueños de la razón goyescos, que le llevan a imaginar su pincel en forma de bruja materna que acaba sus días ahogada en un barril de agua del que emerge un irracional pulpo. Y por otro lado, la vertiente más racional y geométrica de una joven obsesionada por lo pulcro, el cálculo y el imperio de la razón que le impele obsesivamente a acotar todo a su alrededor y medirse todos los días con cartabones, reglas o metros o a practicar gimnasia como un verdadero autómata geométrico.

Ambas corrientes de vanguardia pendulan por toda la muestra. De estirpe surrealista son las impresiones que recibe al mirarse al espejo o visualizar el mar en plena meseta, tanto como los utópicos viajes de la artista convertida en una suerte de Principito, un alma soñadora que pasea por las nubes en busca de fábulas enriquecedoras para el espíritu. Sortea henchidas nubes con extraños cacharros salidos de su fértil imaginación. No es la primera vez que Serzo inventa coches voladores para habitar mundos alternativos al actual, tal vez más lentos pero desde luego menos complicados y que nos hacen sentir más felices. En este sentido, es un trabajo en el que se respira bohemia, optimismo y ambientación un tanto victoriana que conecta con el movimiento Steampunk.

En el mundo serziano las bicis duchampianas, a las que llama bi-ciclorama, también pueden ser conducidas por sus habituales gallináceas con facultades humanas, diseñadas por un ensamble de bidones hilados a otras piezas destartaladas nacidas de los desechos contemporáneos. Con ellas, la vieja aspiración humana por volar se confunde, a modo de metáfora, con la propia existencia del artista.

La incursión en el llamado Séptimo Arte supone un paso más en la producción del albaceteño. Este corto producido y exhibido en 2020 por el CAB de Burgos ya ha sido premiado a nivel internacional. La protagonista de este film provocador y juguetón es Archimétrica, una especie de alter ego del artista que además de exhibir sus inclinaciones artísticas pone en bandeja las cuitas e inquietudes por las que gravita la profesión. Como espectadores, nos podemos identificar con este itinerario mental plagado de sueños y anhelos.

Con una puesta en escena muy efectista y expresiva, la muestra nos transporta a mundos extraños pero llenos de color, a veces tamizados por un oscuro onirismo al que se suma la magia y los elementos alquímicos caldeados con mucho humor. Cualquiera de los elementos que modelan la exposición son simbólicos y alegóricos, una suerte de poesía, cierta melancolía y alegato a lo que nunca ocurre en el mundo visible.

El estilo serziano se enraiza firmemente en la historia del arte ligada a la estética neobarroca. Es el suyo un embriagador proyecto en el que hay cabida para el disfraz, toda la fantasía que quepa imaginar y mucha teatralidad y narratividad. Estamos ante un artista que valora el ejercicio artesanal y la idea jamás olvidada de recuperar aspectos y conceptos que parecían perdidos hoy, como la apuesta decidida por la figuración narrativa frente a la producción seriada y veloz que caracteriza la sociedad actual.

Salgan al encuentro del Arte, déjense atrapar por el entorno de una joven un tanto chiripitifláutica llamada Archimétrica, llena de contradicciones que tal vez no se entiendan del todo pero quizás les ayuden a cambiar para mejor su proyecto vital.