Un poder local que fracasa en la arena autonómica

Touriño ya afeó a finales de los 90 la falta de proyecto gallego del PSdeG

El partido debate hoy cómo superar el shock del 18-F

Besteiro interviene en un mitin en Camariñas el pasado día 12

Besteiro interviene en un mitin en Camariñas el pasado día 12 / Cabalar

Daniel Domínguez

El via crucis del socialismo en Galicia parece no tener fin y la crisis vivida tras el desplome del pasado domingo hasta los 9 diputados (cinco menos que en 2020, cuando ya habían repetido su peor resultado) obliga abordar una reflexión que inician hoy con un cónclave en Santiago. El PSdeG es incapaz de pescar en el electorado más moderado del PP y la izquierda se la ha comido un BNG que ha logrado invertir los papeles tradicionales de cada fuerza. Ahora, Pontón es la alternativa de gobierno y Besteiro, como mucho, asoma como posible muleta.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, expuso en la ejecutiva federal del lunes que urge “consolidar liderazgos fuertes” en los territorios, según reveló El País, mientras varios cargos se lanzaron a respaldar a Besteiro para tratar de blindar su continuidad. Primero, porque creen en su potencial. Segundo, porque no existe otra alternativa.

El shock socialista carece de precedentes, pero revela la tradicional paradoja de que el poder municipal del partido choca con su incapacidad para consolidar un proyecto autonómico, salvo en la época de Emilio Pérez Touriño. En las municipales del año pasado, el PSOE logró el 29% de votos, mismo porcentaje que en las generales de junio. El domingo apenas recibió el 14%.

El propio Touriño diagnostica en sus memorias O futuro é posible. Retrato dun tempo de cambio. Galicia 1998-2009 un problema que se encontró al tomar los mandos de la formación en 1998, un lastre que se mantiene desde 2009 a tenor de los resultados, cuando él logró retener los 25 diputados que le permitieron ser presidente cuatro años, pero la pérdida de un escaño por parte del BNG tumbó el bipartito. Sus palabras están vigentes todavía.

“Inicié una travesía tan difícil como apasionante que me puso al frente de la refundación de un PSdeG que estaba en bancarrota. Se trataba de convertir una organización, que era un agregado de agrupaciones locales mal avenidas, en un partido unido, centrado en Galicia y dispuesto a emprender la batalla por la Xunta con un proyecto político de raíz galleguista y socialdemócrata”, relata Touriño sobre 1998, cuando llegó tras el batacazo de un PSdeG que había perdido 4 escaños y se había situado con 15 y el BNG de Beiras tocaba el cielo con 18.

Un detalle ilustra la falta de atención a lo autonómico de aquel PSdeG: su ausencia de la celebración del 25 de julio, que él institucionalizó con ofrendas a un busto de Castelao. “El partido carecía de cualquier señal de identidad propia de una organización política de ámbito y raíz gallega”, añade el segundo presidente de la Xunta de la izquierda en toda la historia autonómica tras Fernando González Laxe.

Desde la caída de Touriño, fueron candidatos Pachi Vázquez, Xaquín Fernández Leiceaga, Gonzalo Caballero y José Ramón Gómez Besteiro. Todos triturados, aunque ahora el aval de Sánchez al lucense y la dimensión del sopapo electoral parecen apuntar a que los socialistas concederán tiempo a este para poner en marcha su proyecto. En esa etapa, el partido pasó de 25 diputados en 2009 a 18 en 2012, 14 en 2016 y 2020 y 9 ahora.

Esa caída contrasta con el gran poder municipal atesorado durante todos esos años. Hasta las municipales del año pasado, los socialistas gobernaban cinco ciudades (Vigo, A Coruña, Santiago, Lugo y Ferrol) y tres diputaciones (Pontevedra, A Coruña y Lugo), aunque el 28-M les privó de Santiago y Ferrol y del poder provincial en Pontevedra. “El PSOE es una amalgama de proyectos locales, ya lo describió bien Touriño”, apuntaba en privado un alto mando del BNG esta semana.

En el seno interno del PSdeG también se reconoce que la campaña planteada por Besteiro y Ferraz no fue la más adecuada. Primero, por lanzar tarde al lucense como candidato, tras nombrarlo delegado del Gobierno a principios del año pasado, pero no proclamarlo cabeza de cartel hasta octubre, a pesar de intuir el adelanto electoral por parte de Alfonso Rueda. Nadie impidió a los socialistas lanzarlo antes.

Además, Ferraz apostó por reducir aún más su protagonismo, sepultándolo entre visitas de Pedro Sánchez y desembarco de ministros que querían convertir el 18-F en un golpe a Feijóo y acabaron multiplicando la imagen sucursalista de su marca.

Por otro lado, la implicación de los alcaldes fue diferente en estos comicios, con un Abel Caballero volcado en apoyar a Besteiro y una Inés Rey más tibia, mientras que el secretario xeral, Valentín González Formoso, mantuvo el discreto papel adoptado tras el regreso de Besteiro. La alcaldesa coruñesa, por cierto, también censuró el estilo de campaña en la reunión del lunes, según El País, afeando cierta desatención del voto urbano, al igual que Pilar Cancela. Sánchez cerró en ese momento el debate.

Al mismo tiempo, las alianzas de Sánchez con los nacionalistas también han dado alas a un BNG que ha pescado en el caladero progresista representando el voto útil.

Ante este panorama, el PSdeG debate hoy cómo empezar de cero. Otra vez.