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La voz a la sociedad debida

María de los Angeles Fernández Ramil / Presidenta fundación Hay Mujeres y analista política

La velocidad con la que ansiamos dejar atrás la pandemia corre en paralelo con la que se desestiman aspectos que conseguimos valorar gracias a ella. Los llamados “trabajos del cuidado” caen dentro de esa categoría.

De repente, entre el desconcierto frente a vidas abruptamente frenadas y, sobre todo, cara a la muerte, un sector de la sociedad descubre el carácter esencial de algunas actividades, generalmente no remuneradas y que el orden de género asigna como responsabilidad exclusiva a las mujeres.

Un ámbito donde el desajuste fue más intenso fue el relativo a la conciliación. De repente, la promesa de un mayor equilibrio entre los roles de género que se suponía que podría proveer el teletrabajo, se transforma en incremento de carga para las mujeres, sumando al resto de las brechas identificadas por el Covid19. Los organismos internacionales advierten del retroceso de casi una generación en el ritmo que traían los avances, comprometiendo el logro de los llamados Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas y, dentro de ellos, el relacionado con la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas.

Mientras el tratamiento del tema y la demanda de un nuevo trato social para abordar la “crisis de los cuidados” se diluye con cada desescalada, irrumpen en su lugar el cambio en el equipo de gobierno que, con 63% de mujeres, lo convierte en el que más presencia femenina tiene (al menos en Europa), así como la tramitación de leyes como la de consentimiento sexual o la de autodeterminación de género.

La visibilidad vs. opacamiento de ciertos temas no se debe únicamente a su vistosidad o mayor rédito electoral. Posiblemente influye la ausencia relativa de mujeres como fuentes de información y en calidad de expertas, lo que lleva a preguntarnos por la disparidad de género en el debate público. Está más que comprobado que, en la irrupción de la problemática de los cuidados, tuvieron un rol protagónico visiones procedentes de la economía feminista que superaron los márgenes del debate más ortodoxo. Y es que, como señala Shari Graydon, impulsora de Informed Opinion, “la voz pública de las mujeres permite poner foco en los temas que los hombres están menos inclinados a plantear”.

Por su parte Daniel Gamper, en su ensayo “Las mejores palabras”, proporciona una forma nueva de pensar la libertad de expresión. Más allá de la manifestación individual de palabra, se trata del derecho a escuchar. De esta forma, “lo que merece amparo es el derecho de la sociedad entera a discutir sobre asuntos relevantes”. ¿Y no son relevantes asuntos de los que depende la sustentabilidad de la vida como la reproducción, el cuidado y la crianza?

Se abre una luz con los resultados del 6to. Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP). El estudio reporta que “las voces de las mujeres como portavoces se han incrementado en ocho puntos desde el 2005 y como expertas en siete puntos en el mismo período”. Consigna que, actualmente, el 24% de las voces expertas en las noticias son mujeres, un aumento desde el 19% de hace cinco años, lo que acontece en momentos en que “la cobertura de noticias sobre la pandemia con un enfoque de género es deficiente”. El estudio reconoce el esfuerzo de iniciativas como las de la Fundación Hay Mujeres, con sede en Chile, en la promoción de las mujeres como fuentes de opinión experta.

Reconoce, igualmente, el papel de organizaciones mediáticas para diversificar sus grupos de especialistas. Inscribo, como parte de dicha tarea, la invitación que hace El Correo Gallego a concurrir con su visión en la preparación de este suplemento especial a una variedad de mujeres representativas de nuestra comunidad con motivo del Día del Apóstol que es, también, el Día de Galicia. Resulta una feliz coincidencia contribuir a enaltecer el espíritu jacobeo, ese que habla de apertura, diversidad, acogida expansión y encuentro con el hecho de congregar, en un solo monográfico, tal polifonía de voces femeninas.

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