Volver a caminar

Decía John Stuart Mill que “no existe una mejor prueba del progreso de una civilización que el progreso de la cooperación”. La ciencia, en la que todos hemos puesto nuestras esperanzas durante los últimos tiempos, es por antonomasia el fruto de esa cooperación; y hoy, cuando las vacunas contra la COVID-19 representan el triunfo de la perseverancia y de la colaboración humanas, es posible reconocer en Santiago las señas de identidad de una civilización edificada sobre ambos valores. Desde los lejanos siglos en los que se comenzaban a esbozar las naciones de Europa, esa civilización se proyecta hasta la actual era del conocimiento; y lo cierto es que la tradición jacobea recorre todo el itinerario, y sigue alumbrándolo, como un faro, de cara al futuro.

Tras el parón de 2020 se hace más patente esa vigencia de lo compostelano. Después de la durísima experiencia que por tanto tiempo ha limitado nuestro espacio y nuestro contacto con el prójimo, el Camino vuelve a abrirse ante nosotros como una renovada invitación a la contemplación de la naturaleza y de la cultura, y como la oportunidad de compartir –sin riesgos ni aglomeraciones– con una humanidad deseosa de reencontrarse a sí misma. Ese deseo puede advertirse en todas las formas que se nos proponen para renovar la peregrinación a Santiago en este Xacobeo histórico que se prolonga durante dos años: desde la ruta costera que reproduce la llegada de los restos del apóstol a través del mar, hasta el llamado Camino castellano-aragonés –o soriano– que ya pocos frecuentaban.

Con esas nuevas perspectivas, el Año Jubilar se erige en motor de la recuperación en Galicia –donde cabe recordar, además, que la caída del PIB en 2020 fue inferior a la de la economía nacional, y donde al cierre del primer trimestre de este año se registraba un incremento del comercio exterior del 6,1%. Digitalización, sostenibilidad, simplificación administrativa para la implantación de proyectos empresariales, un pacto por la ciencia y la innovación: tales son las claves para avanzar hacia ese “novo rexurdimento” al que se ha referido el presidente Feijóo.

Asimismo, hay que destacar el impulso del Gobierno gallego a la economía social, que en nuestra comunidad autónoma representa alrededor del 7% del PIB, y que constituye una fórmula empresarial que, por su gran capacidad de resistencia en épocas de crisis, está desempeñando un papel fundamental para aliviar el impacto de la pandemia (a ella se le debe, en 2020, la creación de 125 nuevas empresas en Galicia). En la importantísima aportación de esas empresas a la reactivación económica tiene especial relevancia la participación de las mujeres, para quienes la economía social no solo debe ser una vía de acceso al empleo, sino también –y tal y como procura el programa “Creciendo juntas” de la Xunta de Galicia– un catalizador de la igualdad a la que aspiramos en los puestos de mayor responsabilidad.

Antes de la pandemia, las tasas de crecimiento y de creación de empleo exhibían en Galicia datos muy alentadores, que se habían sostenido por más de un lustro: era, de hecho, la autonomía en la que se había producido un mayor incremento del PIB per cápita, mientras que el balance de 2019 revelaba un auténtico récord en el volumen de negocio de las principales compañías gallegas.

La COVID-19 irrumpió de manera terrible en nuestro horizonte, y su legado de muerte y de parálisis podría ser descrito recurriendo a los versos de Víctor Hugo parafraseados por la poeta Luz Pozo – tristemente fallecida el año pasado: “Vin a sombra, sen ollada, sen lámpada”. Sin embargo, cada gallego encuentra en este Xacobeo las fuerzas para reemprender el camino, en el que podemos llevar como consigna la decidida sentencia que la gran autora ribadense oponía a la fatalidad: “A luz vai comigo”.