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ELENA DEL PILAR RAMALLO MIÑÁN // Doctora en Derecho

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LA ERA POST COVID ha iniciado un escenario marcado por la incertidumbre y la complejidad laboral, que obligará, a los gobiernos y a las empresas, a poner en marcha una robusta alianza público&privada, eso sí, respetando la independencia de ambos, y por supuesto, sin intervencionismos. En base a este planteamiento, y desde mi punto de vista, resulta imprescindible trazar tres directrices generales que fundamenten una estrategia global. Desarrollar e implantar un profundo cambio estratégico de las necesidades y de las capacidades industriales y económicas. Una reconversión industrial de los sectores primario y secundario, un incremento del peso del sector tecnológico y un cambio en la cultura empresarial, que nos lleve a nuevos modelos de trabajo y de gestión de la jornada laboral.

En 2014, el sector industrial representaba un 15,6% del PIB de la Unión Europea y el 15% del de España. Ante estas cifras, Europa diseñó un plan, Reindustrialización 2020, que marcó como objetivo que, en 2020 el sector industrial tendría un peso del 20% del PIB de la Unión Europea. Este Plan no se ha cumplido y España ha quedado muy lejos del objetivo, con un 16% del PIB. Aunque Galicia se encuentra en mejor posición, ya que su sector industrial representa el 18,5%, queda recorrido de mejora, y más si se tiene en cuenta, el gran retroceso que sufrió Galicia las décadas de los 80 y 90 en los sectores naval y pesquero, y que la tendencia actual no parece que haya cambiado de pendiente. Lo vemos estos días con Alcoa. El Covid-19 ha ahondado, aun más, la necesidad imperativa de que el tejido productivo/industrial de la Unión Europea, por extensión de España y de Galicia (desaparecieron sectores en los que éramos referencia, agrario/ganadero, naval, calzado, textil...) se reconstruya y reactive.

Esta crisis nos ha hecho ser conscientes que deslocalizar implica vulnerabilidad, subordinación y desabastecimiento. De este modo, desde finales de los setenta, las reconversiones, junto con la bandera de la globalización y de la intercomunicación planetaria, desencadenó que delegásemos casi el 15% del PIB nacional en países de Oriente. En definitiva, lo que en 2014 era importante, ahora ya es vital para Europa, España y Galicia. Debemos acelerar la repatriación, reshoring, a Europa, de los sectores que durante los últimos veinticinco años se han deslocalizado. Galicia, a la cual me atrevería a definir como una potencia en el sector textil de y de moda, en España, con empresas referentes como Inditex, Adolfo Domínguez o Roberto Verino, debe plantearse repatriar la producción de este sector.

Durante las dos últimas décadas del siglo pasado, y las que llevamos de este, hemos visto cómo extensas zonas de España, y también de Galicia, se han despoblado más de lo que sufrieron en las décadas de los sesenta y setenta. Sin embargo, el perfil de los jóvenes, aunque algunos ya peinan canas, de esta última despoblación fue diferente a la anterior. Estos hombres y mujeres, en una gran proporción universitarios altamente cualificados, tuvieron que emigrar a grandes ciudades, debido a la falta de salidas laborales de la Galicia rural y/o la España despoblada. Por ello, considero que una de las oportunidades y prioridades económicas que deberían establecer las administraciones públicas, con carácter estructural es la dotación, en las zonas rurales de Galicia de infraestructuras de comunicaciones de acceso a las redes equivalentes a las de las grandes ciudades, fibra óptica hasta las viviendas, 5G... Esto permitiría el teletrabajo desde cualquier punto y a la vez el regreso a zonas rurales, combinando así, la calidad de vida que supone vivir en el campo, repoblar estas zonas y llenarlas de vida nuevamente. El ámbito laboral relacionado con el sector TIC, desde mi punto de vista, plantea una gran oportunidad para los gallegos en general y para las mujeres en particular, ya que aporta a España el 7,3% de su PIB, con una participación de las mujeres de solo el 35%, y para Galicia, este sector, solo supone el 2,4% y, además, con una demanda de trabajo elevada. La era post Covid ha obligado a las empresas a plantearse nuevos modelos de trabajo, de gestión de la jornada laboral. Las rutinas profesionales han cambiado debido el teletrabajo, lo que ha implicado una digitalización a marchas forzadas para adaptarse a la nueva realidad. Estos cambios deberían ser aprovechados y mantenidos en el futuro, para beneficio de la vida familiar y personal de los empleados, e inducir a una conciliación más real.

Y finalizo parafraseando a Albert Einstein, Galicia debe plantearse que en medio de la dificultad reside la oportunidad.

24 jul 2020 / 18:25
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