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ROSA ELVIRA CAAMAÑO FERNÁNDEZ // Pintora. Profesora titular de la Universidade de Vigo

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EN LOS DÍAS DE CONFINAMIENTO, cuando desde los medios informativos nos aterrorizaban con la malignidad de un virus, causante de millones de muertos y de la consiguiente catástrofe económica, con la desconfianza añadida de un Gobierno indeciso, comencé a leer un libro, La Gran Armada, de los profesores Colin Martin y Geoffrey Parker, a varios de cuyos colaboradores conocí en la Biblioteca Nacional, cuando recopilaba datos para mi tesis doctoral.

Del muy interesante y bien documentado texto, llamó mi atención que entre los restos de dicha Armada, se encontrara un plato que mostraba al Santo Patrón de España, el guerrero Santiago, que sobre su inseparable caballo tordo, espada en alto y la capa al viento, luchaba contra las olas, tras las que se encontraban los enemigos de nuestro país.

El tema del libro son las amenazas encubiertas, los ataques innecesarios, bajo los que se escondía la codicia de unos seres mezquinos, y la defensa de un gran imperio por sus gentes heroicas, dirigidas por un rey sabio, justo y entregado, que tomó la única decisión posible, en el momento que correspondía y todos, hasta los vientos, se confabularon contra ellos. Una historia de derrota, no de vencidos, sí de valor, heroísmo, solidaridad, hermandad condenados por una suerte adversa.

Según me iba adentrando en la lectura, llegué a la conclusión, que los acontecimientos de 1588 y la realidad actual se asemejaban bastante. Por un lado, el valor, la lealtad, la solidaridad, de los que luchan, y por otro, no los defensores de España, honestos y cumplidores, si no sus enemigos, dirigentes codiciosos sin escrúpulos, ambiciosos de dominio y poder a costa del pueblo al que juraron servir y evitar sufrimientos.

Los actuales jerarcas, con armas distintas, aunque igualmente letales, destruyen las mentes mediante la manipulación malintencionada. Al contrario de las tormentas marinas, ellos fraguan durante años sus planes maléficos, utilizando como mortíferos proyectiles, embrutecedores de masas : la educación y la televisión.

Educación y televisión que, en nuestro país, podrían calificarse como armas de destrucción masiva, ya que atacan las bases de la buena convivencia y de la concordia, fomentando la ignorancia y la violencia, con la exaltación de los peores vicios, empezando por: la codicia, la lujuria, la envidia, la ira, la pereza, la gula y que no falte la soberbia. En ambas, educación y televisión, se desprecia la vida honesta y tranquila, el ser buena persona, trabajadora, respetuosa de los demás, al contrario los únicos valores son los materiales y se consiguen siempre de forma ilícita.

Tampoco la cultura escapa al varapalo. En arte, cuando la intelectualidad más avanzada y el público, a nivel internacional, se han percatado del camelo de las vanguardias y sus funestas consecuencias, aquí seguimos con lo “políticamente moderno”, que no deja de ser otro agujero por donde se cuela el dinero público. Una buena muestra es la selección de cuadros, con la que los miembros del Gobierno ornan sus apariciones públicas. Entre todos destaca, por su terrible premonición, el gran cuadro que utiliza como fondo el presidente cuando nos explica su gestión, y representa unos perros famélicos hurgando en las basuras.

Cuanto más ignorante es un pueblo mejor se manipula, con ideas prefabricadas contrarias a la realidad histórica, que en este caso, tiene una sola versión. Así, después de varios meses bombardeados con disparates opuestos a toda razón, verdad y libertad, estamos ante un arranque de furia, digno del más enfervorecido movimiento talibán, que lleva a la destrucción de los símbolos principales de nuestra civilización. Se echan abajo las estatuas del mejor rey que hemos tenido : Isabel de Castilla, probablemente por haber sido la hacedora de la unidad de España, que ahora se trata de desmembrar. Isabel, fue una auténtica mujer del Renacimiento, fomentó el arte y la cultura en todas sus vertientes, además de sus logros políticos y su aguda visión al sufragar la epopeya colombina. Un ejemplo a seguir por todas las mujeres, por su inteligencia, independencia, valentía, capacidad de trabajo, seriedad, honradez, sobriedad, todo lo contrario a la mujer subvencionada y malviviente que tratan de imponernos. Tampoco Colón escapa al furor iconoclasta, incluso al grandísimo Velázquez, orgullo patrio, se le trata de fascista, esclavista. Todo ello fruto de la ignorancia absoluta, que condena, precisamente a los ignorantes a la manipulación y a la esclavitud, por parte de unos dirigentes perversos, que los utilizan como brazo ejecutor.

A pesar de todo, debemos de ser optimistas, Santiago está de nuestro lado. Él llegó en un barco, milagroso, de piedra, que cambió por un elegante caballo, para acudir en nuestra ayuda, durante siglos, sin bajar nunca la espada. Ahora, ha comenzado a dirigir nuestras naves hacia puerto seguro, en el que las ratas, cargadas con su botín tratarán de escabullirse y eludir responsabilidades. Abramos nuestro corazón y nuestras mentes para lanzar, hoy como ayer, el grito de guerra contra tanto abuso “Santiago y cierra España”.

24 jul 2020 / 18:25
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