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CONCEPCIÓN CAMPOS ACUÑA // Doctora en Derecho y Secretaria de Administración Local

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CUANDO EL 14 DE MARZO SE DECLARABA EL ESTADO DE ALARMA EN ESPAÑA, se abrían frente a toda la ciudadanía escenarios inéditos, inciertos y volátiles, escenarios que siguen abriéndose tras el regreso a la “nueva normalidad”. Normalidad en la que parece existir un consenso unánime de que es más que probable que a la crisis sanitaria le seguirá una crisis social y económica, consenso que también se extiende al atribuir a las administraciones públicas un papel fundamental para fijar las claves que minimicen los daños y posibiliten una mejor situación. Por ello, al margen de la dimensión sanitaria, debemos preguntarnos qué Galicia nos espera tras la pandemia, cómo debería ser.

Una Galicia digital. El nivel de digitalización de las administraciones, empresas y ciudadanía ha marcado una diferencia significativa durante el confinamiento, pero también ahora. El efecto dinamizador de la digitalización como consecuencia del Covid-19 ha impulsado con fuerza la transformación digital, para facilitar la continuidad de la actividad empresarial y el mantenimiento de los servicios básicos a la ciudadanía, elemento clave en este punto ha sido la incorporación a la modalidad de teletrabajo. Pero el impulso no puede quedarse ahí´, debe convertirse en estrategia definitiva de implantación de esa transformación, que más que digital, es cultural.

Una Galicia emprendedora. En la que las iniciativas de negocio, el desarrollo del tejido empresarial encuentren acogida, sin cargas administrativas innecesarias, plazos excesivamente prolongados en el tiempo, desalentando la iniciativa de actividad económica. Una Galicia en la que aquellas personas emprendedoras puedan arriesgar sin soportar más dificultades de las que ya conlleva el emprendimiento. Una Galicia en la que se ponga en valor la industria, en la que se cree empleo y se dinamice la economía.

Una Galicia innovadora. Porque la innovación es transversal, afecta y mejora a todas las dimensiones de la vida de los ciudadanos, esfera pública y privada, y para ello es necesario adoptar medidas para captar y retener el talento (que es mucho) de tantas personas que tienen que plantearse si deben abandonar esta tierra para buscarse un futuro mejor. Pero también apostar por la innovación, destinando los recursos suficientes a la investigación y desarrollo, la creatividad que exige la innovación debe acompañarse de los medios que la hagan posible.

Una Galicia sostenible y resiliente. Porque Galicia no puede dejar pasar sin más los compromisos de la Agenda 2030 materializados en los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), que trazan la agenda para los próximos 10 años y que requiere de un nuevo modelo de gobernanza. Resiliente, porque la capacidad de resiliencia ha sido clave en el duro momento vivido, pero todavía lo será más para avanzar hacia el futuro, debemos ser capaces de evaluar y planificar las líneas de acción, anticipándose a los cambios, y adaptarse ante los constantes cambios que estamos experimentando en estos tiempos inciertos.

Una Galicia igualitaria e inclusiva. Que garantice la igualdad de derechos entre todas las personas, y que centre su atención en la brecha de género que, aunque algunos se nieguen a reconocer, existe y que puede agravarse en el contexto de crisis social y económica, en la que las mujeres se ven más afectadas. Pero no sólo la brecha de género, sino en la igualdad en general, dando a todas las personas el lugar que merecen, en especial a los colectivos más desfavorecidos, pues el Covid-19 todavía ha intensificado más las desigualdades preexistentes y si no se toman medidas en tiempo real el escenario será todavía peor.

Vivimos tiempos líquidos, y por ello la Galicia post-covid debe ser mejor, digital e innovadora, igualitaria e inclusiva, sostenible y emprendedora, centrada en las personas y definiendo las políticas públicas orientadas a tal fin. Por eso debemos recordar que no todo es aplaudir, es necesaria la altura de miras que la grave situación exige ¿A quién corresponde esta obligación? A todos y a todas, a la ciudadanía gallega en su conjunto como una sociedad fuerte, cohesionada y alineada con los objetivos de futuro, pero, sobre todo esta obligación corresponde al Sector Público, estatal, autonómico y local, también al instrumental. Porque los recursos públicos deben asignarse en base a la definición de prioridades en las políticas públicas y sólo así, tejiendo redes, no sólo entre las administraciones, sino también con la sociedad civil y mediante la colaboración público-privada conseguiremos una Galicia mejor.

24 jul 2020 / 18:25
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