Cuando adoras los lunes
Nací en Santiago de Compostela. Lo digo así, para empezar, porque creo que mi sentimiento por esta ciudad y su entorno ha tenido mucho que ver con el desarrollo de mi profesión. Siempre me gustó hablar sobre ella, sobre estar y vivir entre sus calles y sus gentes, y eso me convirtió realmente en periodista, más allá de haberme titulado en dos carreras de comunicación: Periodismo en la Universidade de Santiago y Publicidad y RRPP en la Universidade de Vigo. No sé si iba al revés del mundo, pero en tiempos de globalización yo amaba lo cercano, el día a día. Nunca he sido una persona que se conforma con ver la vida pasar sin más. Me gusta agarrarla, saborearla y plasmarla de alguna manera, porque creo que, aparte de que se somos lo que vivimos, también somos como lo vivimos. No sé en que momento exacto empecé a pensar en lo maravilloso que era expresarse y contar algo a los demás, pero hice de ese pensamiento una vida que me apasiona. Durante mis estudios en el colegio y en el instituto fueron varios los profesores que me animaron a dedicarme a la comunicación, pero yo en mi interior ya lo sabía. La primera vez que fui consciente de que quizá no se me daba mal gané una bicicleta en un concurso de redacción entre varios coles. Me gusta recordarlo porque aún me sigue encantando andar en bici, tanto como me sigue entusiasmando escribir.
TENÍA 14 AÑOS cuando otra de mis tempranas pasiones, el fútbol y particularmente el Compos, me empujaron a enviar cartas al director al periódico que veía todos los días estirado en la mesa de la cocina a la hora de comer (el tiempo que mi padre tenía para leerlo en sus largas jornadas de trabajo). Fueron las primeras veces que mis letras aparecieron en El Correo Gallego. Aún no se me ha olvidado la sensación que me causó ver uno de aquellos rollos míos en una columna en plena página de deportes.
Me hice mayor, y de repente aparecí trabajando precisamente aquí. Bueno, la verdad es que no fue tan de repente. Fue en 2007 y yo ya tenía mis veintitantos años. Aunque siempre me había imaginado escribiendo en prensa, lo cierto es que mi periplo ha sido muy audiovisual. Empecé en Radio Obradoiro, con las prisas de los boletines informativos, los magazines en directo, las improvisaciones y los montones de entrevistas con gente con la que hacías amistad sin ni siquiera haberles visto la cara. Luego, continué formando parte de uno de los proyectos, a mi parecer, más ambiciosos del Grupo Correo Gallego y el más querido por mí: CorreoTV. Allí adoré los lunes, porque no me costaba nada ir a trabajar, lo disfrutaba. Tengo que decir que en la televisión local haces de todo, pero es un mundo maravilloso.
FUI DURANTE AÑOS UNA PRIVILEGIADA, simplemente porque fui lo que quise ser: una contadora de historias de deportes, de política, de sociedad, de sucesos... Fui periodista de la vida cotidiana y de la extraordinaria. Me reí y viví como nunca en las ruedas de prensa, editando vídeos, entrevistando a todo tipo de personas y organizando programas, pero sobre todo conviviendo y compartiendo horas y horas con mis compañeros y amigos. De esas familias sí que estoy orgullosa, de nuestras aventuras en nuestra casa. Porque sí, era como nuestra casa y habitarla era toda una aventura diaria. Allí me desarrollé como profesional y como persona casi a partes iguales. En los últimos tiempos llegué a la web y a las páginas del periódico, mi pequeño grano de arena a semejante cantidad de publicaciones por las que felicito a todos los compañeros. Me coincidió con una revolución interior, con ganas de renovarse y aprender sobre las nuevas posibilidades de la comunicación. En eso estoy.
Claro que no todo es un mundo idílico, hay momentos mejores y peores, pero no me voy a disculpar porque yo quería levantarme los lunes para ir a un sitio a ser feliz y tengo la sensación y la tranquilidad de haberlo conseguido.