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XURXO FERNÁNDEZ LÓPEZ / Periodista / Diseñador. Escritor

De Barcelona a Compostela experiencia “religiosa”

Tras una temporada de ejercer como maquetista y crítico en medios como el inicial A Nosa Terra o el Diario 16 de Pedro J. Ramírez, acabé residiendo en Barcelona. Hace ahora exactamente 32 años, abandoné la (entonces) muy estimulante ciudad, donde trabajaba en El Periódico de Cataluña, emblema de la Editorial Z, la de Interviu, Tiempo y Man (entre otros), para venirme aquí a fichar por EL CORREO GALLEGO. 1988 fue un año de oro. Uno de esos momentos en los que uno estaba convencido de que todo era posible. Visto en perspectiva, este medio, dirigido con una claridad de ideas proverbial por José Manuel Rey, se convirtió de pronto en lo que Isaac Díaz Pardo llamaría sin mayor problema Laboratorio de Formas. Fueron muchas cosas juntas. Primero, un rediseño completo, partiendo de las bases establecidas en el Método Proyectual del que fuera mi maestro, Bruno Munari, a quien Picasso llamaba El nuevo Leonardo.

La cosa salió francamente bien. Añadía al producto anterior dos cosas: orden y legibilidad. Algo que, pueden creerme, es debido, en esencia, a un principio básico que existe desde Luca Pacioli, el maestro, precisamente, de Leonardo: la Regla Áurea. A continuación se fueron sucediendo diversos suplementos y secciones que rescataban o redefinían conceptos que habían funcionado perfectamente antaño, y que únicamente tenían como único común denominador cierta frescura en la presentación y una concienzuda labor tipográfica. Y ahí sí que comenzaron los milagros. Sin ninguna intención de establecer una lista general de colaboradores, y sólo para que sepan qué nivel podía alcanzar, por ejemplo, un determinado espacio de cultura creado entonces, les preguntaría a ustedes si se imaginan el hecho de ver trabajando juntos a Cristina Sánchez-Andrade Potter (la de Bueyes y rosas dormían), Suso Mourelo (Adiós a China) y Antón Lopo (Suxos e desexados)...

Sería casi imposible enumerar los logros que el Grupo Correo ha acumulado en estas tres décadas. Premios como el Ortega y Gasset, por poner un solo ejemplo, ya son de por sí suficientemente esclarecedores. Personalmente, si uno tuviese que elegir sólo dos hitos, en toda esa grandeza, a los que contribuí, fue la puesta en marcha de las ediciones propias de libros (el primero era mío: Portadas. O método proxectual nunha primeira de prensa) y, allá, en pleno funcionamiento de nuestra Radio Obradoiro, el rescate de otra venerable tradición: los seriales radiofónicos (Las venas del Infierno), con la participación, podría decirse, de casi todo el personal de las diversas redacciones... El resto es público y notorio. Felices 50.000 números...

16 jun 2020 / 01:10
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