Dos días a la semana se convirtieron en 34 años
Sí. El próximo 1 de septiembre hará 34 años y dos meses desde que vine a trabajar a esta Casa. En principio era únicamente para los fines de semana porque, por primera vez en la historia, EL CORREO GALLEGO se iba a publicar los lunes y se necesitaban refuerzos para que los trabajadores pudiesen tener días libres. Fue sin pensar. Yo era muy rápida escribiendo a máquina y el siempre añorado Manolo Cea me preguntó si quería ir. La primera intención no fue posible porque en aquel momento no se podían hacer contratos por días sueltos y resultó ser a tiempo completo e indefinido. Así hasta hoy.
Falta poco para llegar a esos 34 años en los que sucedió absolutamente de todo. Tanto, que seguro que no recuerdo ni el 80 % de las cosas importantes. También sufrimos momentos durísimos, principalmente en los últimos años, con una crisis que sumió al mundo en una depresión que nosotros combatimos con más trabajo. Empecé en Fotocomposición, es decir, pasando a papel fotográfico los textos que los redactores escribían en sus Olivetti, cuando el ruido del tecleo de las máquinas de escribir era como el latido del corazón de un ser vivo, del ser vivo que era y siempre será la Redacción de un periódico. Un tiempo después me pasaron a mí a aquella Redacción, ya con ordenadores.
Y puedo decir con orgullo que estuve en muchas de las iniciativas que llevó a cabo esta empresa. Desde la Biblioteca 114 (se regalaron 114 libros cada día con el periódico, uno por cada año que cumplía) y la Fonoteca 92 (55 casetes con música gallega que abarcaba desde Bibiano a bandas municipales o zarzuelas que se entregaban cada día con el periódico en 1992) hasta Quién es quién en la Galicia de los 90, una publicación con datos de todas las personas que eran alguien en aquel momento. También participé, como documentalista, en el libro que los luminosos Caetano Díaz, Luis Pousa y Carlos Luis Rodríguez hicieron sobre la tragedia del Prestige en un tiempo récord, y en la edición de muchos otros.
Y qué decir de ese sueño maravilloso del que nos obligaron a despertar unos cuantos años después de su nacimiento, O Correo Galego, después Galicia Hoxe, el primer y único, diario escrito íntegramente en gallego y, además, desde un punto de vista distinto, dándole más importancia a la cultura de la que tiene habitualmente en los periódicos, relegada casi siempre por la política.
Pero es justo decir que la mayoría de las cosas que hice a lo largo de tantos años, las hice obligada por alguien que creía en mí más que yo misma: el jefe. Me impulsó a hacer un programa diario en Radio Obradoiro (Prohibido para hombres) en el que sólo entrevistábamos a mujeres de todos los ámbitos. Sólo hicimos (Ana Iglesias estaba siempre conmigo) una excepción a lo largo de los años, que fue invitar a Sergio Dalma; me empujó a ir a las televisiones para hablar de muchas de las iniciativas de la empresa, todavía recuerdo un programa que presentaban Teté Delgado y Santiago Davila en Televisión de Galicia al que fui a hablar de una colección de dinosaurios en la época de Parque Jurásico; a dar un avance de la portada del periódico para el informativo nocturno de TVG una vez a la semana; a hacer un programa en Correo TV sobre igualdad (Nin + nin -), a cambiarme de sección porque consideraba que lo haría mejor en otra... Tantas cosas... Aprovecho hoy los 50.000 para mostrarle mi agradecimiento y cariño incondicional.
Por cierto, el botón de arranque de la rotativa de ese primer lunes lo pulsó el mismísimo Julio Iglesias, que había viajado a Galicia para comer en Chocolate, el famoso restaurante de Vilaxoán que regentaba su amigo Manolo. Tras la sobremesa, se acercaron a Santiago y pasaron por la calle Preguntoiro, 29, que tampoco me olvido de ella. Recorrió todas las secciones y su visita fue todo un acontecimiento que vino a revolucionar el trabajo de todos los que estábamos allí ese día.