Una profesión capaz de convertirse en forma de vida
Mi primer día de trabajo en EL CORREO GALLEGO, de eso hace muchos años, suponía un final y un principio. Por cierre de la empresa, acababa de ser el último en quedarme en paro de todos los que formábamos el equipo de Código Televisión, no sé si la recordáis. Era una pequeña televisión local ubicada en el polígono del Tambre, más concretamente en las instalaciones que Uninova (vivero de empresas de la USC) tenía dentro de Mercagalicia. Ahí empecé a trabajar en lo que en aquel momento era algo que me gustaba y que con el tiempo se convirtió en mi manera de ganarme la vida: cámara de televisión, editor y ayudante de realización junto a mi gran amigo Marcus Fernández, con el que volvería a coincidir más adelante. Como os iba diciendo, fui el último empleado en ser despedido tras su cierre. Esta experiencia fue una buena escuela y me abrió las puertas a futuros trabajos como el de corresponsal gráfico para Efe Galicia o como cámara del programa Santiago cruce de miradas, que, con el tiempo, se convertiría en Galicia cruce de miradas, dirigido por Antón Reixa, y gracias al cual viajé por toda nuestra tierra grabando a personas interesantes, pero esa es otra historia. Lo importante es que todo esto me llevó a entrar a trabajar para esta empresa, concretamente en CorreoTV, donde sigo a día de hoy.
Los orígenes, como todos los principios, fueron de mucho trabajo pero también de muchas alegrías. Repetía experiencia con Carlos Roma, presentador y compañero de aquel CódigoTV del que os hablé, y mano a mano, junto con Marcus, informático y realizador, empezamos esta andadura. Poco a poco se fue sumando más gente con la que compartiríamos el día a día y con la que trabajaríamos, disfrutaríamos, saldríamos de fiesta y viviríamos los momentos más dulces durante esta primera etapa. Por aquel entonces era el encargado de realizar uno de los programas que más me gustó hacer, debido a la conjunción de dos elementos: mi buena relación con la presentadora, Fátima Otero, y la temática del programa, el mundo del arte, algo que me apasiona desde pequeño. Me imagino que el culpable de esto ha sido mi padre, que es profesor de esta disciplina en la Facultade de Geografía e Historia, y, ahora que me doy cuenta, también fue el culpable de que mi hermano y yo nos acabásemos dedicando al mundo de la ‘farándula’.
AQUELLAS SESIONES DE CINE EN CASA al volver de la playa en verano, aquellos fines de semana yendo a por las películas en VHS al videoclub... Todo esto a muy temprana edad. Es más, recuerdo que mi hermano y yo nos escapábamos sin el permiso de nuestros padres al cine Avenida para ver las primeras películas de Tarantino, mintiendo sobre nuestra edad para así poder acceder a aquella sala húmeda, con aquel olor a viejo, lugar al que hoy en día no accedería ni aunque tuviese entradas gratis, pero que en aquel momento formaba parte de nuestra aventura.
Bueno, volvamos a lo que os estaba contando antes de que me haberme ido por las ramas. Empecé a realizar y posproducir el programa Espacio de Arte, a encargarme de las realizaciones en exteriores, montando y posicionando el set, los equipos y la iluminación para poder hacer las grabaciones. También fui el responsable técnico de la mayor parte de la publicidad y de los vídeos para la gala de los Gallegos del Año, trabajo que todavía continúo haciendo y que es uno de los que más me ha gustado desempeñar por la cantidad de profesionales de muy distintos ámbitos con los que me he tenido que cruzar.
Sin ir más lejos, el año pasado, conseguí forjar, a raíz de estas grabaciones, una buena amistad con el pintor Rafael Úbeda, un verdadero genio en la pintura y en lo personal, y con su mujer, Mila. Además, me he ocupado de captar momentos históricos como la visita del papa Benedicto XVI o el encuentro entre Rajoy y Angela Merkel en Santiago de Compostela. He grabado, editado y realizado entrevistas a personajes tan peculiares como King África o Leonarde Dantés; artistas del mundo de la música como Sergio Dalma, El Chojin o Morat; personajes del mundo de la religión como Monseñor Rouco Varela o Monseñor Carballo; médicos, científicos, pintores, políticos, escultores, arquitectos, medallistas olímpicos, actores como Luis Tosar, Mabel Rivera, Ernesto Chao, Manuel Manquiña, y un largo etcétera. Ahora que me acuerdo, hasta me dio la mano el que por aquel entonces era el príncipe de Asturias y hoy rey de España, Felipe VI. Da igual tu ideología o creencia, en esta profesión acabas relacionándote con personas con las que jamás hubieses pensado tratar ni cruzar una palabra si quiera. Es parte de este oficio.
ESTA PROFESIÓN ME HA ENRIQUECIDO profesional y personalmente. he madurado desarrollando un trabajo que no solo se ha convertido en la manera de ganarme la vida, sino, en buena medida, en mi forma de vida. Gracias a ella he conocido a los que hoy en día son mis mejores amigos: cámaras, editores, periodistas, informáticos, iluminadores... También he conocido a mi mujer, una de esas periodistas que, pase lo que pase, nunca pierde el interés por lo que hace y que a su vez se ha convertido en un pilar fundamental para mí. Juntos hemos crecido en todos los ámbitos de la vida.
Como se puede ver, debo a estos 15 años en EL CORREO que mi vida sea lo que es. A pesar de algunos malos momentos, de ciertas críticas o de lo que se opine mientras se lean estas líneas, aquí seguimos luchando e intentado que el esfuerzo empleado durante todo este tiempo haya valido la pena. Como dijo el empresario y especialista en marketing Seth Godin: “Tú no eres tu currículum, eres tu trabajo”.
Espero no haberos cansado con esta lectura, para mí ha sido un reto hacer públicas tantas cosas personales pero ha valido la pena para celebrar este número 50.000. Solo me queda agradecer la oportunidad que hace muchos años me ofreció un directivo de esta empresa y a aquellas personas que han sabido valorarme. Gracias también a los que siempre habéis estado ahí, y a los que no, por darme fuerzas para seguir peleando.