“Orgullo y (mucho) sacrificio”: los 180 días para hacerse policía local en Galicia

Lo que se respira cuando uno entra en la recepción es el inconfundible ambiente de los institutos: un bullicio lejano de las conversaciones de pasillo, que parece no cesar nunca, rebota entre las paredes del vestíbulo, la mayoría de ellas engalanadas por las orlas de antiguas promociones que acabaron su formación hace ya un tiempo. A su vez, el aroma a frito que brota de la cantina –localizada justo debajo del recibidor– impregna cada rincón, convirtiéndose casi en una presencia permanente. Si bien cabría esperar la aparición de algún adolescente ataviado con libreta y mochila o la llegada de un bus escolar, lo que irrumpe en el hall es un pelotón uniformado con el traje de Policía Local que saludan con un riguroso “buenos días” y su correspondiente salva de visera, emitido de forma casi mecánica. Y es que ciertamente no se trata de un instituto, sino de la Academia Galega de Seguridade Pública (Agasp). Este diario ha visitado sus instalaciones, ubicadas en el corazón de A Estrada, para ver de cerca cómo es un día en formación de la 16ª promoción de Policía Local de la comunidad.

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Esta generación que se está formando actualmente está conformada por 98 futuros agentes de diversos concellos gallegos, los cuales viven en un estricto régimen de internamiento. “Una vez consiguen pasar las cinco pruebas que conforman la oposición, los policías vienen aquí a formarse durante seis meses”, indica la jefa de estudios de la Agasp, Mónica Castro, una de las máximas autoridades para los alumnos.“Una vez finaliza el periodo de internamiento, los agentes realizan las prácticas en los municipios donde se sacaron la plaza durante otros tres meses, por lo que el tiempo total de formación es de nueve”, señala.

Castro señala que la mayoría de los aspirantes a Policía Local son hombres, aunque en los últimos años la presencia femenina va creciendo de manera paulatina. “Alrededor del 20% de esta generación son mujeres”, indica la jefa de estudios, que también pone de relieve la dificultad que supone delimitar una horquilla de edades desde que quitaron el tope de edad para ser agente, antes establecido en los 35 años. “Ahora tenemos de todo, desde chavales que acaban de salir de bachillerato hasta gente ya entrada en la adultez. El policía más mayor que se formó hasta la fecha fue en el curso pasado, tenía 52 años”, dice.

Una formación marcial

Lo cierto es que el régimen de internamiento al que están sometidos los agentes durante los más de 180 días que dura la formación son verdaderamente “intensos”. Así lo confiesa la misma jefa de estudios, que indica que durante su estancia, los agentes han de seguir rigurosos protocolos y disciplinas. “Mas que evaluar exámenes, aquí valoramos la actitud de los alumnos”, explica Castro, que pone como ejemplo de ello el saludo obligatorio para todos los agentes y personal docente. “Si nos cruzamos aquí, tenemos que dar los buenos días siempre, aunque sean 100 veces por jornada. Es algo que suele sorprender mucho a la gente, aunque saludar sea algo normal en la sociedad”, señala. De lunes a viernes, los residentes de la Agasp tienen prohibido pasar más allá de las fronteras que delimitan el Concello de A Estrada, con excepción de aquellos estudiantes que sean padres, ya que se les permite dormir fuera de la academia los miércoles, siempre que tengan el consentimiento de sus superiores. Los fines de semana, los alumnos tienen permitido ausentarse de la residencia.

Precisamente, esa intensidad a la que hace referencia la jefa de estudios se hace patente desde los primeros momentos de la mañana. La jornada da su pistoletazo de salida a las 09.00 horas. Llueva o truene, los seis grupos de agentes forman en la plazoleta del edificio principal para corear todos juntos el himno de Galicia, un rito que concluye rompiendo filas y elevando una consigna clara: “Orgullo y sacrificio”, el lema de los cuerpos de la Policía Local de Galicia.

La palabra que define la formación que llevan a cabo los aspirantes a policías en la Agasp es “variedad”. “Aquí se aprende de todo”, señala Castro, que destaca que, durante los 180 días, los alumnos aprenden desde nociones de Derecho penal o dotes informáticas hasta prácticas de tiro e intervenciones policiales. Los estudios se dividen en asignaturas y el curso se evalúa mediante exámenes, como en la universidad. “La verdad es que aquí te dan una muy buena base para afrontar situaciones que no te esperas a la hora de ejercer como Policía Local, porque al final nunca estás preparada para todo lo que pueda pasar”, explica una antigua alumna que se encontraba realizando un curso de formación continua coincidiendo con la visita de este diario a la academia. La jornada en la Agasp termina a las 23.00 horas, cuando tiene lugar el toque de queda para que cada residente vuelva a su habitación, las cuales son dobles. Una hora más tarde, el conjunto del recinto se queda en penumbra hasta el inicio de una nueva jornada.

Un salto cualitativo

A pesar de que la exigencia para optar a un puesto de Policía Local en Galicia sea muy elevada. Castro admite que esta idea “no está muy extendida” entre la sociedad a día de hoy. “Antes de que la Agasp comenzase a formar al cuerpo municipal, el proceso no estaba tan controlado ni era tan riguroso. Todavía sigue habiendo ese estigma”, lamenta la jefa de estudios, que recalca que “algo tan obvio” como regular el tráfico tiene un procedimiento muy complejo. “La gente tiene que saber que ante cualquier cosa que suceda, el primero que estará ahí será un policía local”, asevera.

Pero más allá de formar a las futuras generaciones de agentes municipales, la Agasp también es un lugar común de enseñanza para el resto de FCSE. Desde que se firmó el convenio en el año 2015 con el Ministerio del Interior, la academia acoge formaciones continúas para Guardia Civil, Policía Nacional y servicios de emergencias, como Protección Civil. Durante el 2023, la Agasp impartió más de 400 cursos con la participación de 12.600 efectivos.

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