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Fiscalía y Policía insisten: Sito Prado era experto en traficar desde la cárcel

El cambadés pasó la mayor parte de sus últimas tres décadas de vida en prisión // Pese a ello dirigió algunas de las operaciones más importantes hasta el extremo de ser considerado como el mayor narcotraficante de Europa// Se enfrenta a otra condena: entró por vez primera con 28 años y saldría siendo un octogenario

“José Ramón Prado Bugallo había hecho del narcotráfico su modus vivendi de manera continuada y estable por cuanto que no sólo se encontraba cumpliendo condena por la sentencia de 2006 sino que encadenaba una condena anterior por un delito contra la salud pública”, refleja la Fiscalía Antidroga de la Audiencia Nacional en el escrito de conclusiones provisionales relativas a la denominada Operación Mito.

En ellas piden para Sito Miñanco 18 años de cárcel por un delito contra la salud pública relativo a sustancias que causan grave daño, cometido en el seno de una organización criminal, concurriendo la condición de jefatura y la circunstancia de extrema gravedad; otros 9 por blanqueo de capitales cometido en el seno de una organización criminal, procedente del narcotráfico, ostentando la condición de jefatura y otros cuatro años y seis meses más por delito continuado de falsificación en documento oficial; es decir, el cambadés se enfrente a una posible pena de más de tres décadas.

En el escrito de la Fiscalía y en el informe policial que figura en el sumario instruido por la jueza María Tardón se hace constar que “pese a que Sito Miñanco (sic) se encontraba cumpliendo condena su actividad principal continuaba siendo la introducción y distribución de sustancia estupefaciente en España por cuanto que mantenía sus contactos y la confianza de las organizaciones suministradoras de la droga en Suramérica y disponía de la logística material para ese fin”.

¿Cómo es posible que una persona que pasó más de tres décadas de sus 67 años de vida encarcelado pueda dirigir desde prisión semejante entramado criminal? Prado Bugallo no era un recluso normal ya que la mayor parte de sus condenas las pasó como preso FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento) lo que conlleva unas medidas especialmente duras, valga el símil, como una cárcel dentro de la propia cárcel.

A Miñanco se le grababan todas las llamadas, entrantes y salientes que realizaba, se fotocopiaban toda la correspondencia que enviaba y recibía, se anotaban diariamente los contactos que mantenía en prisión (con que otros reclusos hablaba, estaba o paseaba), se grababan sus conversaciones en el locutorio y las reuniones con su abogado, se le cambiaba de celda de forma constante y de prisión con mucha frecuencia. Es decir, estaba sometido a un control exhaustivo.

Incluso cuando disfrutaba del Tercer Grado Penitenciario se le impusieron medidas restrictivas inéditas como no poder viajar a Galicia o un seguimiento policial diario. Pese a ello tanto Ministerio Público como los agentes antidroga insisten en que lideraba una banda criminal. El escrito de conclusiones provisionales del pasado 28 de noviembre da buena cuenta de ello y acusa a Miñanco de liderar una organización internacional de narcotráfico en el que figuran ciudadanos británicos, holandeses, marroquíes, colombianos y de otros países de Sudamérica junto a algunos de los que fueron sus hombres de confianza y otros, caso de David Pérez Lago, hijo de la fallecida Esther Lago, que se fueron sumando.

Laureano Oubiña, en conversación con este periódico, que también pasó tres décadas entre rejas, sostiene que “es imposible que un preso FIES pueda hacer nada de lo que se acusa a Sito. Un recluso en ese régimen está totalmente bajo control de los funcionarios. No puede ser salvo que desde la cárcel alguien se lo permita”.

Sobre si estando en Tercer Grado (salir durante el día a trabajar y volver a dormir a prisión) sería posible, Oubiña tiene sus dudas: “una persona como Sito, como me ocurrió a mí, está siempre sometido a control policial y sus conversaciones telefónicas controladas. Yo estoy convencido de que no se puede mover a esos niveles de lo que se le acusa”.

¿VALE TODO? Eran los últimos días de octubre de 2018 cuando el abogado Gonzalo Boyé, que también se sentará en el banquillo, recuperaba en la sede de la Audiencia Provincial de Pontevedra una frase que Sito Miñanco había pronunciado un par de décadas antes en la Audiencia nacional: “Contra Prado Bugallo no vale todo, apliquen la ley y no busquen atajos”. Al narco cambadés le estaban juzgando, junto a su exmujer, su hija mayor, su excuñada y un socio-amigo o amigo-socio por blanqueo de capitales.

Fue la última vez que se sentó en el banquillo y el alegato de que “contra Prado Bugallo no vale todo, apliquen la ley y no busquen atajos” no le sirvió de nada: fue condenado a 3 años Y nueve meses de cárcel y esa pena le impidió salir de los penales cuando en febrero de este mismo año se cumplieron los cuatro años de prisión preventiva en la que se encuentra inmerso tras la última detención, en 2018 dentro de la operación Mito, por la que ahora deberá rendir cuentas junto a una cincuentena de personas y varias sociedades que Fiscalía y Policía consideran que forman parte de su entramado criminal.

TRES CONDENAS FIRMES. Fue en 2001, también en la Audiencia Nacional, cuando otro de sus abogados pronunció la muletilla de “contra Prado Bugallo vale todo y se buscan atajos para aplicar la ley”. El 14 de julio de 2004 la Sección Primera le condenaba a la pena de 16 años y 10 meses de prisión por un delito contra la salud pública relativo a sustancia que causa grave daño a la salud en cantidad de notoria importancia, con las agravantes de pertenencia y jefatura de organización, revistiendo la conducta extrema gravedad.

Era la segunda de las sentencias que lo consideraban culpable ya que el 26 de junio de 1993 otro tribunal de la Audiencia Nacional (que se hizo firme el 31 de octubre de 1994) le impuso la pena de 20 años de reclusión por los mismos delitos

La de blanqueo de 2021 fue la última. Lo cierto es que Sito Miñanco pasó más de treinta y un años de su vida entre rejas y aunque tras el próximo juicio la decisión del tribunal sea la más beneficiosa para el reo nadie le librará de otra condena de más de veinte años de prisión a un hombre que en septiembre cumplió 67 años y que saldría de prisión octogenario.

Tenía 28 años en 1983 cuando ingresó por vez primera en A Parda. Allí estuvo seis meses acusado de contrabando y algún iluminado tuvo la genial idea de trasladarlo a Carabachel. En los apenas sesenta días que pasó en la cárcel madrileña le dio tiempo para conocer y estableces lazos de unión con Jorge Luís Ochoa Vasquez (del cártel de Medellín) y a Gilberto Rodriguez Orejuela (del de Cali). Cuando salió bendecido por esos dos capos inició una fulgurante carrera: para los colombianos era un tipo en el que se podía confiar. Y esa fama le persiguió siempre.

04 dic 2022 / 01:00
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