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Salud articular (III): ¿Vale de algo, tomar colágeno?

  • 24 ene 2021 / 00:00
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¿SABIA USTED, QUE CASI 1/3 de la proteína total de nuestro cuerpo es colágeno? ¡Ja! De hecho, el colágeno es la proteína más abundante de nuestro ser y razones no le sobran, pues forma parte de ligamentos, tendones, huesos, encías, cartílagos articulares, matriz extracelular y tejido conectivo en general; eso sin contar con el músculo esquelético está “reforzado y amarrado” con capas de este material y que la piel es un 70% de colágeno.

Se trata, pues, de una proteína fibrosa con fines estructurales y con forma de “muelles de colchón”, cuya función es brindar al cuerpo un soporte ordenado y recio, pero también elástico y mullido. Para tal menester echa mano de tres aminoácidos en particular: glicina, prolina y lisina, los cuales conforman el armazón básico de esta proteína helicoidal (en forma de hélice) tras sufrir un pequeño cambio bioquímico por parte de la vitamina C, llamado “hidroxilación”.

Es bien sabido que la corriente paleolítica de pensamiento arguye, insistiendo vehementemente, en que nuestros antepasados utilizaban prácticamente todas las partes de los animales para cocinar y comer (tampoco les quedaba otra), pero que con las prácticas culinarias actuales esto se ha ido perdiendo, trocando los despojos cárnicos más duros de roer por los cortes más nobles, libres de grasa y expeditos de las correosas fibras colágenas; hete aquí que el hombre moderno ha acabado prescindiendo de esta proteína natural -aunque harto correosa- perdiéndose el aprovechamiento máximo de sus aminoácidos constituyentes prolina y glicina, antes citados.

Sea como fuere, tanto los paleolíticos como otros expertos en la materia apoyan los beneficios de la ingesta de colágeno regular: que si mejora la salud de la piel y faneras (pelo y uñas); que si disminuye la profundidad de las arrugas, mejorando la microcirculación sanguínea; que si ayuda a eliminar las toxinas dietéticas/bacterianas, protegiendo la integridad de las paredes intestinales; que si posible disminución de la inflamación; o probable mejoría en la densidad ósea; o fortalecimiento de los cartílagos, mejorando la movilidad de las articulaciones artrósicas (CREK-CREEK)... etcétera.

Hasta ahora, lo que se solía hacer si a alguien le interesaba tomar más colágeno (con la intención de reforzar sus maltrechas articulaciones o, más recientemente, impermeabilizar de novo su intestino), era comprarse un “pote” de reconstituyente -para mezclar en agua- de colágeno hidrolizado (predigerido) del tipo II (que es el que abunda en las articulaciones), o hacerse con el formato de cápsulas o pastillas, y hala, a tirar millas. Pero ahora contamos con una segunda opción, mucho más “natural y salvaje”... para todo aquel que tenga los redaños suficientes de hacerlo, claro está. Así, los paleolíticos más ortodoxos apuestan por tomar colágeno “a lo bestia”, consumiendo regularmente caldo de huesos cocidos así, “sin anestesia”: claro, al dejar cocer la osamenta de vaca vieja durante unas horitas (PLOF, PLOF) en una pota con agua, esto hará que el colágeno que se halla presente en el tuétano y formando parte de la matriz del hueso acaben solubilizándose con el caldito, liberándose en forma de gelatina. La glicina liberada ayudará a reparar el forro intestinal y, al tiempo, ayudará con los procesos de desintoxicación del cuerpo (glicinación) al menos, teóricamente. Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos llegado este punto, quizás sea: ¿existen otras formas de pertrecharse de glicina, a día de hoy, que no sean tomando anodinos e insaboros caldos de huesos? Bueno, lo que sigue es la opinión (personal e intransferible) de SC:

1/ Déjese de sorber desabridos tuétanos, y pásese a tomar 3 ó 4 huevos (enteros) todos los días. No le tenga miedo al huevo, hágame caso. Se lo digo porque, además de la glicina, lisina y prolina (los aminoácidos que componen el colágeno, aportados a cascoporro con los ovíparos), el perfil de aminoácidos de la albúmina (el aminograma) es el más completo de todos cuanto existen, es decir, no existe otra proteína que se digiera, absorba y aproveche mejor que la del huevo... ¡Ajá! Esto incluye mejorías en articulaciones, huesos, músculos, piel y lo que usted guste. Recuérdese, además, que el colágeno es una proteína incompleta, es decir, carece de muchos de los aminoácidos indispensables que el organismo precisa -todos los días- para crecer y automantenerse, a lo cual un exceso de esta proteína incompleta (en detrimento de otras proteínas mejores), puede causar un desequilibrio en el aminograma corporal y en el recambio proteico.

2/ Para el refuerzo articular, auque el colágeno hidrolizado puede tener algún efecto anabólico-reparador, funcionan mucho mejor las sysadoas, nombradas en los artículos anteriores de esta misma saga. Es decir, la combinación glucosamina-condroitina (con las que cerraremos este monográfico el próximo domingo) funcionan mucho mejor que el colágeno hidrolizado, en la mayoría de las ocasiones y en la mayor parte de los pacientes, ¡porque poseen el efecto antiinflamatorio añadido, además del nutritivo-regenerador!

3/ Recuérdese, y digo para concluir, que los suplementos de colágeno hidrolizado tipo II tampoco es que sean una pérdida absoluta de tiempo y dinero para el consumidor -pese a no ser los mejores en su categoría- teniendo en cuenta que han demostrado tener un efecto positivo -aunque modesto- en las patologías reumáticas; a lo cual, el que decida tomarlos de vez en cuando (para ver como le va la cosa), debería tener muy presente lo siguiente:

- Ojo-ojito, porque existen varios tipos de colágeno en el cuerpo y no todos valen; en el caso de las articulaciones, tiene que ser obligatoriamente 1/ colágeno del tipo II, que es el tipo que se halla presente en el cartílago articular (y que generalmente se obtiene del esternón de pollo); y 2/ debe estar predigerido, es decir, hidrolizado, para que se liberen los péptidos bioactivos que finalmente mostrarán una acción anabólica-reparadora sobre el cartílago articular. Lea bien las etiquetas, pues si fallase cualquiera de estas dos premisas, ¡adiós a lo que se daba!

- Una vez superadas dichas premisas, no se preocupe usted por la biodisponibilidad oral del suplemento, pues el colágeno hidrolizado tipo II es excelente (se absorbe en el orden del 95 %); pasando desde el intestino a reforzar el colágeno de las articulaciones, así como también ciertos proteoglicanos que por allí pululan (Aiho, aiho...)

- Siga las instrucciones de la etiqueta. En el caso de los preparados en polvo la administración suele ser, típicamente, de hasta 10 gramos por barba y día, a veces reforzados con vitaminas del grupo B y magnesio; mientras que en el caso de las cápsulas/pastillas, la dosis baja a 1.500-2.500 gramos/día.

- Y no se confunda con el cartílago de tiburón, que también se suele dar para tratar lo mismo ¡pero no es lo mismo! Otro día, con más calma, sacaremos el tema a relucir. Suerte y salud.

EL OBJETO DE ESTE ARTÍCULO ES SÓLO ORIENTATIVO. CONSULTA CON TU MÉDICO Y/O ESPECIALISTA CUALQUIER CAMBIO EN TU DIETA O ENTRENAMIENTO

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