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Basta ya, por favor

Xaime Barreiro Gil

Xaime Barreiro Gil

¡QUÉ TONTO SOY, Dios mío! Mira que pensar que al acabarse la campaña electoral también se iban a acabar con ella las tonterías esas de decir lo que te venga en gana con tal de zaherir al adversario, sin temor a la vergüenza. Es que parece que en esto de la política soy más novato que yo que sé, que ya no lo puedo ser ni aún queriendo. No, no se acabó nada. Al contrario: antes incluso de que culminase el recuento de los votos, ya se estaban cruzando misivas, disimulando las ganas de faltar, para seguir diciendo lo mismo que ya estaba dicho pero más cargado de bombo.

Les diré de qué va eso del bombo: en un tiempo y en un lugar de los que no quiero acordarme, había un grupo de gaitas que sólo sabía tocar una pieza. El del tamboril, que era un risitas, al darle el remate a la tocata, le preguntaba al que era jefe “¿y ahora qué?”, a lo que él, sin gana de risa, le contestaba “¡pues lo mismo, coño, pero más cargado de bombo!”. Y ahí quedaba, con un vuelta a empezar, como si nadie se enterase de nada, lo que, estando de fiesta y de jarana, ruidos y tragos, tampoco resultaba muy difícil.

Pues yo pensé que, con la misma regla, mientras durase la campaña electoral, todo fiesta y jarana, aunque se repitiesen mil veces las tonterías, nadie se iba a dar por demasiado sorprendido. “¡Es cosa de la política, ya sabes!”. Pero no, se acabó lo del voto, por votar, y empezó lo del otro voto, por comprometerse, ese que suscriben los religiosos, monjes y monjas, sobre todo, para entregarse a sus órdenes. Ya saben.

El problema es que al día siguiente del juego de urnas ya casi nadie está ni por un voto ni por el otro. No sé, pues, por qué los predicadores siguen con su letanía. Y venga y dale, que hasta se vuelven cansinos. Que alguien les diga, por favor, que lo vayan dejando. Que ya no importa lo que digan ni lo que dejen de decir. Si ya no están en condiciones de dar utilidad a sus peroratas que al menos nos dejen en paz.

Y ojo, eh, que no me estoy desentendiendo de la política en general, sea cual sea, de siempre y para siempre, como si fuera, sino solo de esta que ahora estamos viviendo, llena de embustes, mentiras y maldecires. No quiero que mis nietos se maleduquen.

Y no nombro a nadie solo por no echar más leña al fuego, que ya es bastante. Si no fuera por eso también se me iba a oír. Algunos personajes de esta película va a ser difícil que se me vayan del recuerdo. ¡Qué maldita puede llegar a ser la memoria, incluso antes de que llegue!