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Premios a la crispación

Carlos Pajares Vales

Carlos Pajares Vales

La vida política pasa por un momento de crispación, como por otra parte pasó en la década de los noventa, en la de los dos mil y ahora de nuevo. Crispación muy concentrada y alimentada en Madrid que se retroalimenta mediante la industria de la crispación que mueve muchas personas y empresas intentado propagarla a otras esferas de la vida social y geográfica. 

Sería conveniente que se pacifique el ambiente. Como contribución a ello no estaría demás crear unos premios a la crispación para que los personajes y colectivos premiados reflexionasen y pensasen lo que estaban diciendo y haciendo. No se premiarían a los políticos y partidos para huir de la polémica. Podrían ser algo así:

Premio individual. Concedido al arzobispo de Oviedo por sus diferentes manifestaciones que incluyen la denuncia del “modo corrosivo y destructor de plantear la gobernanza de España” y acusa “como traidores a quienes pretenden formar gobierno desde programas políticos contradictorios y burlados por otros interese espurios que terminan siendo bastardos”.

Como premio se le entregará el capítulo cinco del evangelio de San Mateo referido a las Bienaventuranzas enmarcándose “Bienaventurados los compasivos porque ellos serán tratados con compasión”. Dado que el premiado es franciscano se le entregará un ejemplar de ‘Alabanzas’ de San Francisco de Asís.

El premio tiene una mención especial para el juez titular del juzgado número once de Madrid, el señor Ruiz de Lara, por escribir entre otras cosas, refiriéndose al presidente del Gobierno, es “un narcisista patológico con rasgos claros de psicópata sin límites éticos” y “es lógico que un mentiroso patológico eligiese al siervo mentiroso Félix Bolaños”. Como premio se le entregaría un ejemplar de los ‘Principios de ética judicial’ donde en la parte primera aparecen los capítulos de Independencia, Imparcialidad, Integridad y el de Cortesía, Diligencia y Transparencia.

También habría premios colectivos. En este caso el premio recaería por igual en la Asociación Profesional de la Magistratura y en el Consejo del Poder Judicial por haber calificado una ley, la de amnistía, antes de conocerla y antes de ser promulgada. Como premio se le regalaría a los presidentes de ambos colectivos el mismo ejemplar de los Principios de Ética Judicial que reseñábamos.

Como Premio Especial se concedería uno a la ciudad de Madrid, por ser allí donde hay más constructores de la crispación, como se constata a lo largo de los últimos cuarenta años. También es verdad que hay muchos que no contribuyen a ella y que a lo sumo expresan y manifiestan libremente sus opiniones. Sin embargo, no hay más que escuchar lo que se dice en determinados barrios, ambientes y en muchos medios de comunicación de la capital para observar que el nivel de crispación es mucho más alto que en cualquier otro sitio.

Ojalá que estos premios imaginativos pudiesen servir a alguien para reflexionar y convencerse que no merece la pena estar crispado ni crispar.