{ tribuna libre }

Convertíos y creed en la buena noticia

José Fernández Lago

José Fernández Lago

En nuestra sociedad occidental es muy común la tendencia de la gente a ir tirando, y en muchos casos aprovecharse de las posibilidades de vivir holgadamente, sin reparar en los medios que utilizan para ir hacia adelante. Sin embargo, el Señor está presente a la marcha de la sociedad, y a menudo toca nuestro corazón, llamándonos a caminar por la senda que conduce a la vida sin fin. Hoy, si recurrimos a la Sagrada Escritura en casa, o escuchando las lecturas de la Misa en la iglesia, encontraremos lo que Dios quiere de cada uno.

La 1ª lectura de la Misa de esta tarde y de mañana, del profeta Jonás, recoge la llamada del Señor al profeta para que vaya a una tierra pagana como la de Asiria, y proclame en Nínive que el Señor va a destruir la ciudad. Los habitantes de Nínive proclaman entonces un ayuno, pidiéndole al Señor que les perdone y no haga eso. El Señor, al ver la actitud de los ninivitas, perdona a un pueblo al que el relato bíblico denomina “mi pueblo”, pues también ese grupo de gente pertenece a Dios.

El Apóstol San Pablo, dirigiéndose a los corintios, predispone a los destinatarios de la Carta a comportarse como quienes tienen que afrontar una situación límite. En ese estado de cosas, se les pide que no pongan su ilusión en los bienes de este mundo, sino que miren más hacia el futuro que Dios quiere ofrecer.

El Evangelio según San Marcos manifiesta que, una vez que Juan el Bautista fue metido en la prisión, comenzó Jesús a proclamar en Galilea el Evangelio de Dios. Sus palabras eran: Ha llegado la hora: convertíos y creed en el Evangelio. En seguida convocó para que fueran con él a dos pares de hermanos: a Simón-Pedro y Andrés, y a Santiago y Juan. Les pidió que dejaran de ser pescadores de peces para ser “pescadores de hombres”. Ellos dejaron todo y le siguieron.