{ Tribuna Libre }

Entre palacios y palacetes

Antonio Palacios Ramilo

Antonio Palacios Ramilo / Cedida

Lo mismo que Santiago tiene su callejón entre rúas y Vallecas su barrio de Entrevías, el “rompeolas de todas las Españas” le debe un espacio entre palacios y palacetes al arquitecto de Porriño Antonio Palacios Ramilo, quien honró su primer apellido llevando a término obras como el antiguo hospital de Maudes o el famoso hotel Florida, sito en la plaza de Callao, desde donde informaron como corresponsales Hemingway y Dos Passos en la Guerra Civil siendo demolido “a posteriori”.

Las proximidades de la confluencia entre Gran Vía y Alcalá ofrecen al peatón un escaparate de su obra, ecléctica y renovadora a un tiempo. Desde el palacio de Correos en Cibeles, sede actual del Ayuntamiento, en cuya fachada hizo esconder un diminuto escudo de Galicia, hasta el edificio de las cariátides reconvertido en Instituto Cervantes, pasando por el airoso Círculo de Bellas Artes, de animadas tertulias.

Si esto es visible a pie de calle, tanto el logotipo del metro como los azulejos de sus estaciones también llevan su firma, así como el templete de la Red de San Luis. Concebido para el acceso en ascensor a los andenes, fue trasladado a Porriño en 1970, siendo replicado al presente con menor gracia.

El Real Casino de Madrid ha tenido el acierto de dedicarle el último número de su revista a este artista y exsocio, cuando se cumplen 150 años de su nacimiento. En 1910 concurrió al concurso internacional para diseñar su sede, próxima a la Puerta del Sol, que resultó desierto. Aunque los planos de Palacios y su colega Joaquín Otamendi resultaran poco funcionales, tanto la escalinata de honor como la fachada asimétrica que incluían fueron respetados en la ejecución final del edificio.

De costumbres austeras, Palacios había forjado su saber en las obras públicas donde trabajaba su padre, al norte de Portugal, como da cuenta la publicación casinista. Casó más tarde con la cocinera de la pensión donde se había alojado con Otamendi, cuando ambos estudiaban Arquitectura en la villa y corte.

Los lectores gallegos conocen de sobra el teatro García Barbón de Vigo, la casa del Concello de Porriño y tantas otras muestras de su labor arquitectónica. Pero quizá ignoren que, tres generaciones después, Amelia Palacios ha heredado su faceta artística, recreando en una reciente exposición en la Casa de Galicia con sugerentes apuntes y dibujos la fisonomía de Madrid, inconcebible sin el quehacer fecundo de su antepasado. Si Barcelona es Gaudí, Madrid siempre ha sido Palacios.