Tribuna Libre

La supervivencia de las lampreas

Pescadores, hosteleros y biólogos buscan una explicación al actual desplome de las capturas de lamprea en Galicia. Una campaña que se suele iniciar en febrero, para declinar a principios de mayo, coincidiendo con el principio y el fin del canto del cuco. Hasta estos animales, con discos bucales de ciencia-ficción, poseen su faceta lírica, sin estar exentos de taumaturgia: la temporada de pesca de 2023 fue considerada un fiasco, en virtud de una supuesta regla de los siete años, que reprodujo la escasez de género padecida en 2016.

 Si nos atenemos a las estadísticas de A Guarda, principal puerto gallego de esta fauna antediluviana, el retroceso de las capturas ya fue de órdago en 2022: 5.821 kilos frente a los 11.064 kilos en 2020 y 10.342 kilos en 2019. Así que “enterados” y “entendidos” se disputan en charlas de café cuál es la causa de esta merma. Unos afirman que los embalses restringen el caudal de agua cuando las lampreas marinas remontan río arriba para desovar. Otros apuntan que si baja demasiada agua dulce por el cauce fluvial no necesitarán pasar de la desembocadura para reproducirse.

La sobreexplotación sin parones biológicos, el cambio del régimen de lluvias y la elevada temperatura del mar son factores que, sumados, pueden alterar el volumen de la pesca. Con el ritmo de capturas actual, el precio por ejemplar de lamprea podría elevarse hasta los 150 euros esta primavera. Y surgen las denuncias de especulación: comercialización de lamprea francesa como gallega, oferta de lamprea procedente de acuarios portugueses …. los paladares más exigentes saben, pues, a lo que se enfrentan si quieran degustar este pescado azul con elevada dosis de ácido omega 3 en 2024.

Según el Instituto de Investigación AZTI, especializado en el medio marino y con sede en el País Vasco, la población de lamprea marina se ha recuperado ligeramente en Euskadi durante los últimos años. La supresión de presas fluviales y la descontaminación de los ríos han influido positivamente en este sentido. Por el contrario, la predilección creciente por las angulas de sus ciudadanos ha disminuido notablemente la población de anguilas.

La lamprea tiene ciclos muy largos de vida. Aunque cada hembra deposite un centenar de miles de huevos en el fondo arenoso de los ríos, sus larvas permanecen enterradas en el limo entre cuatro y cinco años. Por lo tanto, la limpieza de los lechos de los ríos es fundamental para su crecimiento. Las larvas filtran el líquido elemento y van alimentándose de algas y otra materia orgánica, favoreciendo la circulación de los nutrientes, al tiempo que desempeña un papel clave en la cadena alimentaria.

 Gran desconocida, la lamprea requiere investigaciones científicas rigurosas si se quiere averiguar el porqué de su decadencia actual. Se sabe que todas las anguilas del océano Atlántico y de la cuenca mediterránea se concentran en el Mar de los Sargazos - a cuatro mil kilómetros de Galicia- para desovar. Sin embargo, desconocemos dónde se reúnen las lampreas gallegas adultas para alimentarse, antes de regresar a nuestros ríos para reproducirse y, agotadas por el esfuerzo, morir. Animales de la era Paleozoica, con cerca de quinientos millones de años en el planeta Tierra, la supervivencia de las lampreas nos alerta sobre los riesgos del cambio climático. Como otros centinelas del ecosistema, las arcaicas lampreas gallegas merecen la atención de las administraciones públicas.