POSDATA
La vergüenza es nuestra
Como saben ustedes, a los israelitas, después de la Segunda Guerra Mundial, en la que los judíos fueron extremadamente victimizados, se les concedió un asentamiento territorial diferenciado en el que ya tenían raíces históricas otros pueblos habitantes de las riberas del Mediterráneo oriental. Se puede acudir a cualquier enciclopedia para ver cuáles eran entonces la ubicación y extensión de la concesión.
Aquella decisión, adoptaba formalmente por el Reino Unido pero compartida por todos los demás países de cultura occidental, se creía que era una compensación merecida por sus enormes sufrimientos bajo las políticas nazis orientadas al exterminio de los judíos.
No fue tan bien recibida, sin embargo, por los países y poblaciones que ya estaban establecidos en aquella zona, que la consideraron, por encerrarse en unas fronteras diferenciadas, una ocupación territorial en la que no se contaba con su voluntad ni aquiescencia.
Esta manera desafortunada de hacer las cosas está en el origen de la conflictividad persistente entre Israel y los que, generalizando, denominamos países árabes y, muy especialmente, con Palestina.
Pero la cosa, con haber empezado mal, aún fue a peor: también se puede acudir a las enciclopedias para ver cómo, mediante una política de expansión territorial consistente en la instalación de colonias dispersas, el territorio de lo que hoy Israel afirma como propio, es miles de quilómetros cuadrados más extenso que el que se le había asignado en el momento de su instalación en la zona. Y esa ampliación territorial se produjo mediante el sometimiento o expulsión de los pueblos que los habitaban con anterioridad.
Así, al mismo tiempo que se ve que Israel se expande, se puede ver que Palestina se encoje. De la vieja y extensa Palestina hoy ya solo quedan con ese reconocimiento Cisjordania y la franja de Gaza. Un territorio que equivale a miles de quilómetros cuadrados menos de los que otrora se le reconocían. Unos a cuenta de los otros.
La actual actuación de los israelitas en Gaza no es más que la prolongación de su política de expansión territorial. No solo es cierto que pretendan defenderse del terrorismo de Hamás, sino también de seguir expulsando a los palestinos del territorio que aún ocupan. Borrarlos del mapa. Que no haya en Israel más que israelitas.
Y ante todo eso, los que antes hicieron a Israel la concesión de un territorio diferenciado para su establecimiento, se callan, no sé si por vergüenza o cobardía.
- El Correo Gallego - Diario de la capital de Galicia
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